Una investigación del Banco Mundial evidenció, entre otras conclusiones, que en la región, a diferencia del mundo, ser más grande no es sinónimo de eficiencia. De hecho, las ciudades pequeñas de Latinoamérica son más productivas que las grandes urbes.
“En el mundo las empresas son más productivas en ciudades grandes que en pequeñas, exactamente lo contrario ocurre en nuestra región”.
Esta es solo una de las evidencias más importantes presentadas por María Marta Ferreyra, economista sénior de la Oficina del Banco Mundial para América Latina y el Caribe; quien este jueves expuso en la Universidad Eafit de Medellín (Colombia), los resultados del Informe ‘Subamos el estándar para ciudades productivas en América Latina y el Caribe’, un documento que compara la productividad de las urbes latinoamericanas frente a las demás ciudades del mundo.
La investigación tuvo como base un total de 64 000 ciudades en el mundo de las cuales 7 000 se compararon en Latinoamérica.
Para la doctora en Economía, las ciudades son un formidable impulsor de la productividad de los países ya que generan unas condiciones de favorabilidad que acercan empresas y trabajadores, recursos, acceso a mercados, innovación, entre otras variables.
En ese sentido, en el mundo las ciudades más densamente pobladas son generalmente las más productivas también. De hecho, según explicó la argentina Ferreyra, una de las características de las ciudades latinoamericanas es que son bastante urbanizadas lo que para ella son “buenas noticias”.
“Dado su porcentaje de población urbana nuestros países están al nivel promedio del mundo en productividad. Las malas noticias es que hay países que tienen porcentajes semejantes de población urbana a los nuestros y que sin embargo, tienen mayores niveles de Producto Bruto Per Cápita y ellos están en Norteamérica y Europa occidental. Ellos conforman la frontera global de productividad”, explicó Ferreyra en su presentación.
¿Y esto por qué ocurre? La investigadora usó dos conceptos macro para explicar qué hace productiva a una ciudad o no.
El primero de ellos es la ‘aglomeración’, definida como las condiciones favorables con que una ciudad densamente urbanizada cuenta para ser más productiva: grandes inversiones en infraestructura y transporte cuyos costos son repartidos en mayor número de personas; un gran mercado con mayor variedad de productos y servicios, lo que a su vez genera para las empresas una economía de escala; y condiciones de oferta y demanda de trabajo.
Sin embargo, esas mismas condiciones favorables que aportan a la productividad y por las que muchas personas quieren vivir en ellas, pueden crear la denominada ‘congestión’, término que define los efectos negativos de esa ocupación: el crimen, la delincuencia, la congestión vehicular y también la contaminación ambiental.
“En última instancia, cuán productiva es una ciudad, depende del resultado neto entre estos efectos positivos de aglomeración y los efectos negativos de congestión”, explicó la experta del Banco Mundial.
Así las cosas, agregó Ferreyra, la alta densidad de las ciudades, que en otros contextos favorece la productividad, en nuestra región “está mal manejada y finalmente acaba volviéndose congestión”. Es bueno recordar que en Latinoamérica el 80 % de la población está en las ciudades, mientras que en el mundo es el 55 %.
De ese panorama, indicó la investigadora, se concluye que esa gran población que ocupa las ciudades latinoamericanas, no está beneficiándose de la productividad, representada en mejores ingresos y salarios que se podrían tener si ellas estuvieran en la frontera de productividad mundial.
Ferreyra mencionó cinco características fundamentales de las ciudades de la región para que esa aglomeración se convierta en congestión:
- Alta densidad (que facilita intercambios y desplazamientos, por ejemplo; pero mal manejada generan congestiones).
- Diferencias de productividad (existen unas ciudades con alta productividad y otras con muy baja. En Estados Unidos son más reducidas esas diferencias).
- Relación entre población, habilidades e ingresos (las ciudades densas concentran más personas con educación superior y habilidades pero hay grandes diferencias en el ingreso).
- Subdesarrollo de las redes nacionales de transporte (que permite el intercambio de productos y servicios entre redes de ciudades).
A estos problemas y retos, las evidencias del informe suman el crimen, que exige a las empresas inversiones en seguridad privada, lo que aumenta sus costos
Otro es la configuración de la ciudad, si la ciudad es desorganizada se complejiza el desplazamiento. Por último mencionó la descoordinación entre las agencias metropolitanas de planificación.
¿Cómo subir entonces este estándar?
Para subir el estándar de las ciudades, Ferreyra señaló que, a partir del informe, lo que se sugiere es el aumento de la educación superior y de la escolarización, “pues encontramos que al subir los años promedio de escolarización, los salarios suben en un 9 % para todas las personas de esa ciudad”.
Además, para cerrar las brechas que impiden mejorar la productividad, es necesario propiciar un entorno de infraestructuras adecuadas, hacer una concienzuda planificación urbana, prestar servicios públicos de calidad, planear estrategias de gobierno metropolitano y mejorar las redes de transporte y bajar sus costos.
Finalmente, la investigadora destacó como otro reto la fuerte relación que habrá en el futuro próximo por la creciente urbanización y el arribo a las ciudades de trabajadores informales ya que en nuestra región al menos el 50 % de los empleados son informales. Pidió la creación de políticas que fortalezcan la creación de empleos en el sector formal privado.
“A menos que hagamos algo para manejar la densidad, la población adicional será congestión adicional”, concluyó.