Texto originalmente escrito en el: Bass Center for Transformative Placemaking en el Brookings Institution por Nate Storring. Traducido por: Fundación Placemaking México.
El Placemaking, como campo, se encuentra en un momento coyuntural. Desde que, en la década de los años 90, Project for Public Spaces, comenzó a utilizar el término «Placemaking» para describir los procesos basados en la comunidad para visualizar y mejorar los espacios públicos, hemos visto cómo se han extendido y han evolucionado en muchas formas y distintos enfoques: el “Placemaking Creativo”, el “Placemaking Equitativo”, el “Mantenimiento de Lugares”, y ahora, el “Placemaking Transformador” que actúa de manera expansiva. Estos enfoques han desafiado y expandido la definición para abordar nuevos problemas multifacéticos, o a menudo descuidados, que enfrentan las comunidades. Pero a medida que evolucionan todos los enfoques, también surgen ciertas tensiones.
Por un lado, el Placemaking parece estar en todas partes. Nunca, como ahora, habían existido tantos diseñadores, planificadores y gerentes de proyectos públicos describiendo lo que hacen como “Placemaking”. Muchas fundaciones, departamentos de planificación, organismos de desarrollo económico y otros han adoptado el Placemaking como estrategia clave para fomentar comunidades dinámicas y resilientes.
Por otro lado, en algunos sectores, esta metodología se mira con ciertas dudas. Los activistas comunitarios y algunos académicos se preguntan: ¿El Placemaking es simplemente otra forma de nombrar la gentrificación? Con necesidades tan urgentes que surgen con acontecimientos como COVID-19 y el cambio climático, los urbanistas y otros profesionales se interrogan: ¿Es el Placemaking suficientemente robusto para atender estas problemáticas? Incluso los propios practicantes del placemaking están cuestionando constantemente: ¿Ahora qué sigue?
La reciente serie de investigaciones del Bass Center for Transformative Placemaking, Beyond traditional measures: Examining the holistic impacts of public space investments in three cities, que su nombre traducido al español es “Más allá de medidas tradicionales: Análisis de los impactos globales de la inversión pública en tres Ciudades”, de Hanna Love y Cailean Kok, utiliza la investigación cualitativa de tres espacios públicos de Estados Unidos: Flint en Michigan, Buffalo en Nueva York, y Albuquerque en Nuevo México,. para arrojar nuevas respuestas sobre estas preguntas y trazar un camino hacia adelante para una implementación del Placemaking más equitativa y efectiva. Sus aportaciones son muchas, pero aquí se retoman algunos de los principales hallazgos para los practicantes de Placemaking.
- LOS ESPACIOS PÚBLICOS “DE TODOS” NO FUNCIONAN PARA TODOS
Cuando nos preguntamos ¿para quién es el espacio público?, muchas personas que practican el Placemaking se apresuran a decir que es de «todo el mundo». Sin embargo, al decir que un espacio público es para todas las personas, los expertos suelen ver sólo un enfoque que no hace evidente la dinámica de exclusión que ocurre sobre el terreno.
Cómo descubrió la investigación del Bass Center sobre la cohesión social en los espacios públicos, para que un espacio público sea verdaderamente incluyente, los profesionales necesitan centrarse en las necesidades de grupos específicos, a menudo excluidos, en lugar de “todas las personas”.
Los casos de Canalside en Buffalo y Civic Plaza en Albuquerque demuestran que esto puede ser un desafío para los espacios públicos del centro, porque están ubicados en el centro pero tienen barreras para personas de color, personas de bajos ingresos y otros grupos. Estos obstáculos pueden incluir el transporte, los costos (como cuotas de accesos, los viajes extras, la alimentación, el cuidado de las infancias, o incluso el tiempo), y la percepción de una inversión históricamente desigual en el ámbito público, todo lo cual impide a algunos residentes acceder y utilizar un espacio.
El Flint Farmers’ Market es un sólido estudio de caso que habla sobre cómo aplicar una perspectiva de equidad en lugar de igualdad en la inversión y aplicación en los espacios públicos del centro. La investigación del Bass Center encontró tres estrategias clave para su éxito: 1) ofrecer una programación dirigida a los usuarios más propensos a ser excluidos; 2) asociarse con organizaciones comunitarias para crear confianza con los residentes; y 3) generar una co-localización con un centro de transporte público que conecta los vecindarios alrededor de la localidad con el mercado.
En otras palabras, en lugar de pensar en el espacio público como un cuerpo celestial cuya gravedad atrae a todas las personas por igual, los gerentes del mercado pensaron en este lugar como un nodo único en una red compleja. Algunos vínculos en la red son más difíciles de forjar que otros, y se necesitan actos intencionales de conexión para volver a cablear esas relaciones. Si los que aplican el Placemaking no cultivan esos vínculos, nada puede superar las brechas desiguales en la red, por lo tanto, es poco probable que se logre una verdadera equidad en el acceso y el uso.
- EL PLACEMAKING NECESITA UNA ESTRATEGIA CONSCIENTE DE GOBERNANZA DE LUGAR
Desde la década de los años 80, Project for Public Spaces ha defendido la importancia de la gobernanza y los diferentes actores sociales en la gestión de lugares para el desempeño de los espacios públicos. Muchos de los factores que afectan la decisión de las personas de visitar o permanecer en un espacio público, incluyendo la limpieza, la seguridad y las actividades, son menos una cuestión de diseño único y más una cuestión de mantenimiento continuo, programación, dotación de personal y políticas públicas.
Para tomar decisiones sobre estas actividades, la gobernanza del lugar normalmente implica la colaboración entre los sectores público, sociedad civil y privado. Dependiendo de las partes interesadas, las divisiones de trabajo, las reglas de compromiso y los incentivos, estas colaboraciones pueden ser más efectivas y equitativas si cualquiera de las partes tuviera la plena responsabilidad, de lo contrario, los resultados serían completamente opuestos.
Del mismo modo, estas colaboraciones pueden ser duraderas -las administraciones políticas de inversión, las sucesiones organizacionales, las pérdidas de financiamiento y otros cambios- o pueden ser volátiles y luchar por satisfacer las necesidades de todas las personas interesadas.
Las conclusiones del Bass Center sobre la gobernanza de lugares señalan que las capacidades organizativas, las estructuras de financiamiento y las misiones de las entidades de gobernanza de lugares moldean su capacidad para ofrecer programas incluyentes centrados en la comunidad.
Por ejemplo, en Buffalo, una ciudad en Estados Unidos, el peso significativo de la inversión estatal en Canalside- el corazón de la localidad de Buffalo- requirió una programación que pudiera atraer ingresos para cubrir déficits presupuestarios, en lugar de eventos basados exclusivamente en la comunidad. Además, las entrevistas de Brookings Institution revelaron que algunos actores del lugar tenían preocupaciones sobre los planes a largo plazo para el paseo marítimo como un destino turístico y de entretenimiento de uso mixto, pero cuando se considera como fue pensada esa estrategia de gobernanza del lugar, tiene sentido.
La misión de la subsidiaria de Empire State Development de Nueva York, la Erie Canal Harbor Development Corporation, es «promover una economía estatal vigorosa y creciente», y el desarrollo inmobiliario entra dentro de su mandato y sus habilidades.
Lo que esta tensión revela es que las decisiones tempranas de gobernanza del lugar acerca de quién tiene el poder, quién hace qué y cómo se le pagará, tienen un impacto significativo en la implementación de Placemaking.
- CUANDO SE TRATA DE DINERO, EL ‘CÓMO’ A VECES IMPORTA MÁS QUE EL ‘CUÁNTO’
Si bien el Placemaking requiere de fondos, las comunidades con las que trabaja Project of Public Spaces a menudo se sorprenden por lo que pueden lograr con su propio presupuesto. Después de co-crear una visión compartida para un espacio público, las comunidades pueden experimentar primero con formas «ligeras, rápidas y baratas» de lograr esa visión, en lugar de buscar grandes inversiones iniciales que pueden convertirse en errores permanentes. Si estos primeros experimentos tienen éxito, las partes interesadas pueden utilizar este impulso para atraer inversiones adicionales con el tiempo.
Dicho esto, uno de los tipos de financiamiento más cruciales y difíciles de conseguir es el mantenimiento del espacio público, la programación y los ajustes de diseño. Las entidades de gobierno que administran los tres espacios públicos estudiados por Brookings habían encontrado, con dificultad, medios para sostenerse financieramente; sin embargo, los mecanismos de financiamiento tuvieron un impacto en las percepciones públicas. En el caso de la Plaza Cívica de Albuquerque, una subvención inicial dinamizó un grupo intersectorial para mejorar el espacio público, pero sin un financiamiento flexible continuo, adoptaron una estructura de gestión más corporativa que obstaculizó los esfuerzos para fomentar un espacio inclusivo y de empoderamiento local.
El Flint Farmers’ Market, por otro lado, tiene una mezcla de fundaciones, sector privado y fuentes de ingresos autogeneradas que le han permitido lograr el reconocimiento como un espacio público equitativo y vibrante. Aunque los vendedores por sí solos no proporcionan suficientes ingresos para cubrir los costos operativos, alquilar espacio a diversos vendedores que venden alimentos saludables y asequibles genera algunos ingresos, al tiempo que cumple la misión del mercado. Mientras tanto, el significativo apoyo filantrópico de la Fundación Mott ha ayudado a asegurar que este espacio se mantenga asequible y pueda ofrecer programas centrados en la comunidad que conecten a los residentes de bajos ingresos con alimentos frescos.
En resumen, desarrollar flujos de ingresos que estén alineados con la misión de un espacio público es crucial para su éxito a largo plazo.
- EL FUTURO DE LA INVESTIGACIÓN DEL ESPACIO PÚBLICO ES CUALITATIVO
Los espacios públicos son lugares complejos. Reúnen una asombrosa variedad de personas, actividades y sistemas y producen beneficios y costos difusos e impredecibles.
Es por eso, que la investigación estrictamente cuantitativa en los espacios públicos simplemente ya no es suficiente. En las décadas de los años 60 y 70 investigadores como William H. Whyte y Jan Gehl inventaron técnicas de observación innovadoras para rastrear el número y el tipo de personas en un espacio y cómo lo utilizan. Si bien, estas herramientas ofrecían una base para comprender los factores de diseño que marcan la diferencia entre un espacio público bien y uno mal utilizado, sólo aborda el tema superficialmente. Cuestiones como la percepción pública, las interacciones interpersonales y los beneficios más amplios para la salud pública, la economía y el medio ambiente seguían siendo opacas.
Desde entonces, la investigación académica sobre los espacios públicos ha ido evolucionando, haciendo énfasis en las técnicas cualitativas. Por un lado, Setha Low, de la City University de Nueva York, se ha dedicado a probar nuevos enfoques etnográficos para investigar y mejorar los espacios públicos. Sin embargo, estos enfoques siguen siendo la excepción más que la regla para los profesionales, en parte debido a la falta de conocimientos especializados y en parte debido a sus gastos adicionales.
Como lo demuestra la serie Brookings, las técnicas cualitativas pueden revelar la compleja red de relaciones que sustentan los espacios públicos. Esto es quizás más claro cuando se observan los hallazgos de la serie sobre los impactos económicos de los espacios públicos. Las medidas económicas tradicionales tienden a centrarse en resultados como el valor de las propiedades, las tasas de propiedades vacantes y la generación de ingreso, principalmente porque son los resultados más fáciles de medir. Pero puede que no sean los resultados más significativos, y el aumento del valor de las propiedades puede que ni siquiera sea un resultado deseable en los barrios aburguesados. Por otra parte, entrevistar y analizar sistemáticamente las ideas de los interesados revela mejor las cadenas de causalidad que conducen a resultados más amplios, como cambiar las percepciones, comportamientos públicos e influir en las decisiones sobre nuevas inversiones públicas y privadas, además de apoyar a las empresas emergentes.
EL TRABAJO PARA MEJORAR LOS ESPACIOS PÚBLICOS NUNCA ESTÁ TERMINADO
Si bien hay mucho que aprender de estos tres estudios de caso, también es importante recordar que sólo son instantáneas de un momento particular en la evolución de estos espacios públicos.
El tiempo es quizás la dimensión más crucial del Placemaking. Un espacio público puede no alcanzar todo su potencial hoy en día, pero ningún lugar es una causa perdida. La verdadera prueba de un espacio público es si sus resultados económicos, sociales, cívicos y físicos mejoran con el tiempo. Cuando lo hacen, casi siempre es el resultado de una gobernanza de lugar efectiva: la administración de un espacio público y las políticas, programas y fondos más amplios que lo apoyan. Detrás de cada espacio público exitoso hay un pequeño grupo de personas con una gran capacidad para ver, escuchar, reparar, retocar y cuidar.