En el oriente de la cuenca amazónica la intervención humana ha afectado la estructura vegetal de las subcuencas, alterando tanto el ciclo del carbono en superficie como la retroalimentación entre la distribución de agua y energía.
Agencia de Noticias UN
En esta zona, específicamente en las cuencas de los ríos brasileños Araguaia y Xingú, en las que el ciclo hidrológico es irregular, desde mediados de la década del noventa la cobertura vegetal ha sido reemplazada por cultivos.
La Amazonia se conforma básicamente por bosques primarios y secundarios, en los que los árboles adultos son capaces de capturar importantes proporciones de dióxido de carbono –gas efecto invernadero– y de evapotranspirar en grandes cantidades. Esta variable permite controlar el ciclo hidrológico.
“Al transpirar, los árboles liberan hormonas a la atmósfera, las cuales actúan como núcleos de condensación que agrupan pequeñas gotas de agua, y al ganar masa se precipitan”, afirma el investigador Andrés Felipe Zapata, estudiante del Doctorado en Ingeniería – Recursos Hidráulicos de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) Sede Medellín.
Teniendo en cuenta esta información, el doctorando explica que en las zonas deforestadas, de cierto modo, se interrumpe el ciclo hidrológico y se generan sequías y cambios bióticos, físicos y atmosféricos: “cuando se talan los árboles maduros y se reemplazan por cultivos como soya o caña de azúcar disminuye el volumen de carbono capturado, y a su vez la tasa de lluvia”.
Las precipitaciones son fundamentales para conservar estos ecosistemas. El estudio evidenció que en la cuenca amazónica los bosques primarios son los más conservados y presentan una dinámica hidrológica más regulada, como ocurre con la subcuenca del río Negro, en el norte de la Amazonia.
Estos resultados forman parte de un estudio que evaluó la distribución de energía, agua y carbono en cuencas del sistema Andes-Amazonia en la región de Suramérica tropical: Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela.
Al respecto, el investigador asegura que en los Andes existen pocos estudios, pese a que este ecosistema es fundamental porque allí están los páramos y las fuentes hídricas cuyo volumen de agua disponible ha ido disminuyendo con la apertura de las fronteras agrícolas.
Cuando se da el fenómeno de El Niño, en esta área se presentan sequías fuertes. La observación principal del estudio fue que durante los periodos de inundación en la cuenca amazónica esta no se halla totalmente limitada por agua, sino que un 60 % está limitado por energía (radiación).
A partir de la luz solar los árboles sintetizan su propio alimento, por lo que la situación los pone a competir e interfiere con el desarrollo de los individuos jóvenes.
El análisis se hizo a escala mensual y se obtuvieron datos de 20 años: entre 1987 y 2007, periodo en el que se evaluó tanto la distribución de energía, carbono y agua como su relación con las comunidades vegetales existentes en el área.
La información se obtuvo de satélites que monitorean los cinco países desde el espacio en tiempo real, y también de las bases de datos internacionales Gewex y Amazalert, sistema de alerta temprana de la Amazonia.
Conocer la distribución de los recursos biológicos y naturales permite diseñar planes de manejo ambiental para mitigar eventos asociados con el cambio climático de manera más efectiva.