‘Dejar la ciudad en manos de la especulación nos va a llevar rápidamente a no poder vivir en ella’: Josep Bohigas

‘Dejar la ciudad en manos de la especulación nos va a llevar rápidamente a no poder vivir en ella’: Josep Bohigas

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LA Network

Para este arquitecto catalán que hoy trabaja en la agencia Barcelona Regional “el turismo solo puede ser de calidad si es un turismo sostenible que garantiza la calidad de vida de todos los vecinos y las vecinas de la ciudad”, esto a propósito de la lucha que está dando BCN contra la gentrificación y la especulación inmobiliaria.

‘Dejar la ciudad en manos de la especulación nos va a llevar rápidamente a no poder vivir en ella’: Josep Bohigas
Bohigas llevaba 25 años ejerciendo en su estudio de arquitectura llamado BOPBAA y dando clases en la Universidad de Barcelona.

La gentrificación fue un término acuñado por la socióloga alemana Ruth Glass en 1964. Con él, quiso explicar el proceso que vivieron familias obreras de Londres que fueron expulsadas de sus territorios, esto para beneficiar a sectores de clase media que luego ocuparon esas zonas.

La gentrificación se ha convertido en una herramienta para tomar la ciudad para los negocios a través de la aplicación de las fuerzas del mercado capitalista. Y si se quiere ser más claro aún, es la expulsión o desplazamiento de ciudadanos de ingresos bajos de sus territorios para ser reemplazados por “usuarios de poder económico superior, en un contexto de mercantilización del suelo”.

Joseph Bohigas es arquitecto y hoy trabaja en el gobierno de Barcelona, defendiendo su ciudad de la gentrificación que la presiona, como sucede con ciudades globales como Londres, París, Nueva York, Madrid y como viene ocurriendo de manera progresiva con muchas otras ciudades del mundo, donde el poder económico pretende establecer las reglas de habitabilidad del territorio.

Bohigas llevaba 25 años ejerciendo en su estudio de arquitectura llamado BOPBAA y dando clases en la Universidad de Barcelona. Pero desde hace tres años y medio, como él mismo lo narra, fue “llamado a filas” para unirse al Gobierno de la alcaldesa Ada Colau. Aceptó el llamado y hoy dirige la Agencia de Planificación Estratégica que se llama Barcelona Regional.

“Es una agencia rara en el mundo, somos un poco la envidia para muchas ciudades que les gustaría tener una agencia como la nuestra y que seguramente si se tuviera que inventar ahora sería imposible, pero en ese momento, en 1993 -ahora estamos celebrando nuestros 25 años-, justo después de las Olimpiadas, el alcalde Pasqual Maragall decidió mantener el equipo élite técnico que hizo posible la transformación física de la ciudad para seguir pensando en grande”, recuerda Bohigas.

Josep Bohigas dialogó con LA Network sobre la realidad urbana de Barcelona, cómo lucha contra la gentrificación y cómo propone un modelo de hábitat y vivienda que permite recuperar el sentido humano de sus barrios y calles, para que la ciudad vuelva a ser de vecinos y, sobre todo, de ciudadanos.

¿Por qué dice que Barcelona Regional es una agencia rara?

Porque es un lujo. Seguramente hay administraciones que se ocupan de los territorios, simplemente que los equipos internos no tienen la capacidad de jugar con el tiempo, están más vinculados al día a día; entonces, tener una agencia que es capaz de estar trabajando en estas otras dimensiones, un poco como un Think Tank, es un lujo que dudo mucho que, si hoy se tuviera que pensar de nuevo con las urgencias que tenemos, sería muy difícil de crear.

‘Dejar la ciudad en manos de la especulación nos va a llevar rápidamente a no poder vivir en ella’: Josep Bohigas
Barcelona, España.

Y con un organismo tan revolucionario y con todo lo que se hizo desde 1993, ¿qué falló para que hoy estén ustedes en el Gobierno replanificando esa realidad urbana?

Yo creo que falló una cosa que es difícil expresar, pero es algo así como morir de éxito. Barcelona dio un salto cualitativo enorme por las Olimpiadas, aprovechó esa condición -quizás una de las pocas ciudades que con un evento de este tipo lo aprovecha tanto-, que sí pasó un momento de crisis en el 93-94, pero luego enseguida se recuperó. Creo que hoy en día es una ciudad que vive de esa condición exitosa, y con todo lo bueno que hemos crecido y se reconoce, tiene una parte negativa y es que la ciudad, en cierta medida para mantener esta condición, ha venido vendiéndose y ha creado una marca a la que ha atraído muchos inversores, a la que ha atraído cosas que no han basculado en ponderancia para favorecer a los que estamos viviendo ahí y muchas veces parece que es una ciudad escaparate (vitrina), en la que se vende y se construye una imagen de ciudad, pero que detrás de las fachadas limpias y bonitas, y en esos espacios públicos que tenemos que a los turistas les encanta pasear y a los inversores les encanta invertir, detrás vive una ciudadanía que yo creo que en ciertos aspectos ha sido desatendida y casi expulsada.

¿En qué consiste esa realidad de gentrificación que Barcelona está viviendo?

Recuerdo cuando hicimos una exposición en Medellín y en Barcelona de Piso Piloto, había un espacio dedicado a la gentrificación e invitamos a un grupo que se llamaba ‘Gentrificación no es un nombre de señora’, porque hicimos previamente una encuesta preguntando a la gente qué era gentrificación y la gente respondió que era un nombre de persona. Yo creo que tiene distintas maneras de describirse y seguramente tiene que ver con la expulsión forzada de los ciudadanos a causa de intereses económicos. Pero, no solamente de los ciudadanos sino también de los comercios, porque la gentrificación también tiene que ver con un monocultivo específico que ha hecho que algunos barrios, a causa de estas presiones inmobiliarias o turísticas, hayan ido expulsado la calidad de vida de barrio, tanto porque los ciudadanos se marchan o porque los comercios se desertizan.

¿Hay barrios en Barcelona hoy sin ciudadanos?

Sí. Uno de los lemas de esa experiencia que mencioné de Piso Piloto era “Gente sin casa, casa sin gente, ciudad sin casas, casas sin ciudad”. Y hoy estamos viendo esta segunda: lugares donde la gente le gusta el abstracto de ir a visitar Londres, París o Barcelona, y en esos lugares en los que hay ciudad y puedes pasearte por la calle, pero esa presión ha provocado especular mucho con los locales y los pisos, y ha ido expulsando a los ciudadanos y convirtiendo en un tema de mercado la vivienda, no en una necesidad real; con lo cual, esa idea de ir expulsando, de ir vaciando la ciudad, ha hecho una ciudad sin casas porque ya nadie vive allí, o solo Airbnb. Y luego hay casas sin ciudad en las periferias, esa gente expulsada se va a lugares donde no hay ciudad, pero hay casas, así que esa doble condición yo creo que es uno de los grandes dramas que estamos viviendo en las ciudades.

¿Háblenos entonces de lo que se está haciendo para revertir esta situación?

Hay varios caminos y quizás resumido en tres líneas: una es, de alguna manera, controlar o domesticar el mercado privado formulando leyes e iniciativas para frenar esa fuerza del mercado. Por otra parte, está fomentar el parque público; y, tercero, construir espacios de corresponsabilidad o políticas de corresponsabilidad. En el caso de Barcelona, estas tres líneas abren infinidad de proyectos que van desde la normativa que señala que cuando se construya un edificio nuevo, el constructor está obligado -si está en suelo consolidado-, a ceder el 30 % para vivienda asequible. Otra es la transformación del tanteo y retracto, que es la posibilidad de que cuando hay una venta el Ayuntamiento puede comprarlo por el precio que se está vendiendo, de manera que se evita los pagos en negro, se evita que las economías negras que hay detrás del negocio inmobiliario se den.

¿Y ya en temas de construcción de vivienda?

Evidentemente otra es la más cuantitativa, es detectar y abrir todas las promociones posibles y así estamos acabando más de mil viviendas, pero están proyectadas cuatro mil y el plan es de 20 mil viviendas en los próximos años, y eso en el tema cuantitativo tiene que ver con aumentar el parque público de vivienda. Luego están cosas como, por ejemplo, modificar la ley de los arrendamientos: ahora están a tres años, se pretende aumentarlos a cinco. Está también la idea de limitar los precios de alquiler. Lo que pretendemos es que haya unos límites, ya hay un índice que lo estamos calculando y lo tenemos encima de la mesa de los precios de alquiler recomendables y legales, y que no se sobrepasen ciertos límites para no expulsar, porque hoy la expulsión no es tanto por compra sino por el mercado de alquiler, por Airbnb y por la especulación de los fondos buitre. Déjeme explico: hoy se piensa que la mayor rentabilidad es comprar un edificio y ponerlo en alquiler, lo cual da que los dineros que antes iban a las Islas Caimán, los dedican hoy al sector inmobiliario. El otro día Saskia Sassen estuvo en Barcelona y explicaba el fenómeno de Londres, edificios vacíos que nadie los usa, simplemente están en la rueda de la compraventa que van subiendo el precio porque son dineros que han pasado de los bancos, de los paraísos fiscales a las propiedades inmobiliarias, lo que es un drama absoluto porque ya no se hacen casas para que se habiten, se hacen casa para que se vendan, se revendan, todo un drama.

¿Ustedes sienten que estas medidas efectivamente servirán? ¿Es posible frenar esta situación en ciudades grandes como Nueva York, París o Barcelona?

Yo creo que, sin duda, lo que ha pasado antes, ser duro con los débiles y débiles con los fuertes eso sí que no favorece la situación. Darles pistas anchas para que los grandes fondos de inversión y especulativos vengan a las ciudades y nos echen, eso sí que seguro no lo soluciona. Poner límites, por ejemplo, el Plan especial urbanístico de alojamientos turísticos (PEUAT) ha sido otro de los grandes proyectos en los que hemos invertido mucha energía y en el que seguramente el mercado y el capitalismo es capaz de encontrar resquicios y construir otros negocios más perversos, pero lo que ha servido mucho es para reducir los pisos ilegales de Airbnb. De hecho, se ha logrado un acuerdo con estas plataformas. Lo que es seguro es que hay que hacer algo y que el control es fundamental, porque dejar la ciudad en manos de la especulación eso sí es seguro que nos va a llevar rápidamente a no poder vivir en nuestras ciudades, y seguramente eso llevará a una consecuencia todavía peor y es que nadie querrá venir a visitar nuestras ciudades, porque para ir a una ciudad en la que nadie vive, que todo es falso y que está construida desde esa lógica, será matar a la gallina de los huevos de oro, lo cual una cosa conduce a la otra. Si queremos una economía sana y una condición más auténtica del lugar en que vivimos y más dedicada a esto, yo creo que ya hay que poner cotos a esta especulación brutal.

Para los ciudadanos: ¿cómo luchar, debatir alrededor de este tipo de procesos para no perder el alma de las ciudades: los ciudadanos?

Yo creo que cada vez más hemos de entender que la ciudad la coproducimos todos. Eso cuesta mucho porque los procesos de participación no creo que los estemos haciendo muy bien. Pero cada vez más estamos viendo cómo la ciudadanía se organiza con activismos, para reclamar cosas que desde arriba son difíciles que se produzcan. Ahora estoy impresionado con Greta Thunberg, la adolescente que está reclamándole al planeta un cambio de actitud. Su FridaysForFuture antes era en 12 ciudades y ahora son 200 y pico de ciudades, miles de millones de personas en las calles, niños y jóvenes reclamando. Yo creo que esa condición es cada vez más la condición en la que vamos a ir construyendo y cómo vamos a convivir en este planeta, en la ciudad. El activismo y la idea de reclamar un espacio para que se nos escuche, con lo cual, yo creo que lo que le pediría al ciudadano lo que me autoexijo como ciudadano es organizarnos y denunciar, reclamar y salir a la calle, y actuar para que nos escuchen; y luego, a los que mandan, pedirles que escuchen y que manden obedeciendo, yo creo que ese es un concepto clave.