Por Marcos Daniel Pineda García
Estamos en un siglo de cambios en materia de desarrollo urbano y es indiscutible que los nuevos retos mundiales, se concentrarán en las ciudades. Y no es para menos, considerando que según las proyecciones de Naciones Unidas, para el año 2050 las ciudades albergarán el 70% de la población mundial.
Foto de Chris J Mitchell: https://www.pexels.com/es-es/foto/gente-sentada-en-el-campo-de-hierba-verde-1528361/
A propósito del Día Mundial de las Ciudades, que se celebra el 31 de octubre, es importante analizar la trascendencia y el valor que toma el Derecho a la Ciudad, definido por ONU Habitat como “el derecho de todos los habitantes a habitar, utilizar, ocupar, producir, transformar, gobernar y disfrutar ciudades, pueblos y asentamientos urbanos justos, inclusivos, seguros, sostenibles y democráticos, definidos como bienes comunes para una vida digna”.
Esta visión fue acogida en la Nueva Agenda Urbana, como el fundamento principal para la construcción de ciudad en los próximos veinte años, teniendo en cuenta los derechos individuales y colectivos de cada ciudadano, aplicados en un espacio urbano que les ofrece garantías y que al mismo tiempo, tiene una relación equitativa con el mundo rural.
El Derecho a la Ciudad supone ocho aspectos principales, que les quiero resumir brevemente: ciudades sin discriminación, igualdad de género, ciudadanía inclusiva, participación ciudadana, accesibilidad y asequibilidad, servicios y espacios públicos de calidad, economías diversas e inclusivas, vínculos urbano-rurales.
Además, hay un aspecto muy importante en la planeación de las ciudades: la armonía con la naturaleza. La nueva realidad nos exige volver a pensar en los modelos de entornos urbanos que se están construyendo en todo el mundo. La presencia de espacios verdes en las ciudades, es fundamental, no solo como epicentros de convivencia social, sino también como aliados del bienestar de los ciudadanos, porque ayudan a mitigar la contaminación, reducir las olas de calor, minimizar el riesgo de inundaciones y mejorar la calidad del agua y del aire.
En un mundo ideal, cada ciudad debería ofrecer por lo menos 9,2 metros cuadrados de áreas verdes por habitante, para considerarse saludable (Organización Mundial de la Salud). Eso sin contar, que la cercanía a zonas verdes, genera hábitos de vida saludable y valoriza las propiedades.
En nuestro país aún nos falta mucho para decir que el derecho a la ciudad es una realidad, pero debemos empezar, paso a paso y con la participación de todos, a caminar hacia esa meta, para construir mejores ciudades para el futuro y formar mejores ciudadanos para convivir en ellas.