A veces no somos conscientes de vivir en los primeros años del siglo 21, nos parece que seguimos de alguna forma en los últimos años del 20.
El mundo ya es otro, lo que fue desarrollo en su momento, esta siendo reenfocado debido a la forma como nuestras sociedades han evolucionado. Vivimos en un mundo de ciudades, la mayoría de nosotros desarrollamos nuestra existencia en alguna urbe, nos enfrentamos a cambios de paradigmas a todo nivel, entre los cuales la forma como nos organizamos es uno de los principales.
Las ciudades son las protagonistas de este nuevo enfoque, son ellas las que han liderado el cambio de visión. Las ciudades se han convertido en verdaderos laboratorios sociales donde se gestan los cambios más innovadores. Son las ciudades las que han probado los esquemas de movilidad alternativos, los esquemas de desarrollo social, las intervenciones ciudadanas y en general todo aquello que nuestras sociedades generan para tratar de solucionar sus problemas.
Hace ya muchos años que la mayoria de los paises se descentralizaron, fue un proceso gradual después de los años 80, donde las ciudades reclamarón cada vez más injerencia en el manejo de sus asuntos, la queja continua siempre fue el centralismo, las capitales son entes tan grandes y complejas que terminan “tragándose” el resto del país. Fue también claro que la globalización aceleró este proceso, la economía de hoy es una economía de clusters y este tipo de manejo tiene su escenario natural en las ciudades.
Las ciudades han generado un tipo de desarrollo técnico diferente, el esquema de “ciudades inteligentes” que busca dotar de herramientas a las urbes, de forma que se conviertan en verdaderas plataformas que permitan crear sobre ellas todo tipo de servicios. Por todo lado vemos ejemplos realmente interesantes de ciudades con grandes problemas, que se destacan ahora por haber logrado la solución de los mismos, por medio del desarrollo de plataformas y capacidades locales.
Los países son ahora tan competitivos como sus ciudades, los gobiernos centrales están ocupando ahora la figura de grandes planificadores y articuladores que generan políticas que permiten a cada ciudad, unirse con las otras para lograr su complementariedad.
Incluso hoy vemos ciudades que establecen relaciones con otras de diferentes países, unidas por similares intereses, unidas por lazos que trascienden las fronteras y generan alianzas a todo nivel.
La participación ciudadana en todos estos procesos es la clave, incluso a nivel de barrios y comunidades cercanas, creo que de alguna forma estamos regresando a los “clanes”, y son nuestras ciudades las que nos generan pertenencia y capacidad de acción, sentimos que lo que hacemos en ellas, es palpable y tiene un eco, que no se pierde en la inmensidad de todo un país.
Las ciudades son hoy las que compiten por el talento, las que crean incentivos para que se asienten en ellas las empresas más innovadoras, las personas mas talentosas, los negocios con más proyección. El centralismo fue una buena estrategia en la época de los reyes o con estados grandes y monolíticos, el mundo en el que vivimos nos obliga a ser flexibles y tener nuevas capacidades, y es el esquema descentralizado el que desde hace ya más de 40 años ha dado las mejores respuestas.