Descarrilado el Tren del Desarrollo Inmobiliario

derecho_1
LA Network

La semana pasada Citibanamex mandó al piso el pronóstico de crecimiento para la economía mexicana ubicándolo en un muy triste 0.2 por ciento.

Muy preocupante, porque de haber un nuevo ajuste, es muy posible que mande la expectativa a terrenos negativos.

Y claro, si bien es cierto que hay quienes tienen otros datos u otros conceptos para entender cómo va el país, el hecho es que, con diferentes cifras, pero todos los análisis financieros nos hablan de una desaceleración.

Eso sí, la banca mantiene una poderosa inercia de crecimiento tanto en captación, como en otorgamiento de crédito, pero ello obedece, como menciono, a una inercia que se puede romper en el momento en que las tuberías empiecen a debilitarse como reflejo de los desajustes que están teniendo cadenas productivas tan relevantes como la construcción, la vivienda o el desarrollo inmobiliario.

Y sí, la semana pasada, Luis Niño de Rivera, presidente de la Asociación de Bancos de México (ABM), dijo ante el presidente Andrés Manuel López Obrador, que la banca estaba lista para otorgar créditos por 500 000 millones de pesos para fortalecer la actividad productiva.

El tema será que haya demanda para esos créditos en tiempos en que los diferentes sectores productivos muestran signos de desaceleración.

Crédito habría… ¿Habrá demanda?

Tomemos como ejemplo lo que pasa en el sector inmobiliario…

A ver… La banca crece a doble dígito en originación de cartera crediticia, y esto, que sucede en su cartera total, sucede también en el segmento hipotecario, aunque en este último ya son muy evidentes dos datos muy importantes.

El primero es que el crecimiento no está en el número de nuevos créditos, que va incluso un poco por debajo al del año pasado para el mismo periodo, sino al incremento del monto promedio de los que se generan.

El segundo dato es que, del total de créditos hipotecarios generados por la banca, los destinados a adquisición de vivienda nueva son ya menos de la mitad, en tanto que el resto corresponden a liquidez o adquisición de vivienda usada.

Simple: se hacen menos créditos, pero por montos más altos y la mayor parte de ellos ya no son para vivienda nueva, sino para segmentos que no tienen impacto en el desarrollo económico.

¿Qué significa esto? Pues que al igual que muchos otros indicadores, el del crédito hipotecario bancario refleja una caída de la industria del desarrollo de vivienda.

Hay que decirlo, la suma de una serie de factores, muchos de los cuales pudieron haberse evitado, ha provocado el descarrilamiento del desarrollo inmobiliario.

Y a esta contundente realidad hay que agregar que la demanda también se ha debilitado… Resultado directo de la incertidumbre y de los efectos que la desaceleración de la economía tiene o tendrá en el empleo, los salarios y las capacidades de compra de la gente.

Incertidumbre del que produce… Pero también del comprador…

Oferta y demanda en terapia intensiva…

Urgen señales de confianza que se están tardando más de la cuenta.

Por lo pronto, la semana pasada el titular de Sedatu (Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano), Román Meyer Falcón, se comprometió a que ahora sí, en noviembre será presentado el nuevo Programa Nacional de Vivienda.

Ojalá, se trata de ese Plan que en presencia del Presidente se dijo que estaría listo en abril, y que es instrumento fundamental para acotar las incertidumbres que se viven en el terreno de la oferta.

De la debilidad de la demanda después hablamos…