Dos caras de una misma moneda

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Bibiana María Guerra De Los Ríos
23 septiembre, 2024 - Derecho a la ciudad

¿A quién no le gusta viajar, conocer, explorar y aprender cosas nuevas? Muchos soñamos con recorrer el mundo, trabajamos duro para ahorrar y queremos tiempo para poder “chulear” cosas de nuestra lista de deseos. Sin embargo, y aunque el turismo es una gran fuente de ingresos locales y empleos formales, en muchas de las ciudades y países más turísticos del mundo se ha convertido en una pesadilla. ¡Son dos caras de una misma moneda!

La masificación del turismo ha traído una serie de efectos negativos en las poblaciones y los territorios, interrumpiendo la tranquilidad y afectando la economía de los ciudadanos. Por ejemplo, en Barcelona, hay barrios de los que los catalanes han tenido que marcharse porque los inmuebles se alquilan por períodos cortos a través de plataformas como Airbnb. Además, los precios de los bienes y servicios también han subido a niveles impagables. Esto ha generado dos problemas principales: por un lado, una economía informal en la que muchos se aprovechan de los turistas cobrando precios excesivos, evadiendo impuestos o simplemente estafando; por el otro, la llegada masiva de marcas comerciales extranjeras que inundan estas ciudades, afectando negativamente la economía y cultura local.

El turismo masivo también tiene un impacto considerable en los sitios naturales y monumentos históricos, lo que contribuye al deterioro del patrimonio cultural. Además, los residentes señalan el impacto ambiental generado por esta actividad, que incluye el aumento de residuos y la intensificación de la contaminación visual y auditiva en las ciudades. Debido a estos problemas, ciudades como Venecia y Roma han implementado un impuesto de entrada y tarifas en lugares emblemáticos como iglesias y plazas con el objetivo de controlar el número de visitantes. Otra medida adoptada ha sido el cierre temporal de varios sitios turísticos para permitir su recuperación frente a la sobre afluencia.

Siempre me había preguntado qué se siente vivir en una ciudad turística con una multitud de personas en las calles. Lo máximo que había experimentado eran las multitudes que llegan a Cartagena en temporada de vacaciones. A mí me gusta la actividad, el bullicio, ver gente, por lo que cuando viví en Nueva York, en plena zona de Times Square, sentía, diariamente, que estaba inmersa en una película. Pero entiendo que no a todos les agrada lo mismo, y menos cuando el costo de vida sube de manera progresiva sin mucha retribución. Muchos han descrito este fenómeno como la «Disneyficación» de las ciudades, en referencia a los parques temáticos de Disneyland donde reina el consumo y la decoración excesiva, donde todo parece ser perfecto.

La respuesta ante los problemas derivados de este sector es apostar por un turismo sostenible que busque un equilibrio entre el desarrollo económico, la preservación del patrimonio, el medio ambiente y la cultura local. Fomentar una cultura ciudadana fuerte, en la que se haga un uso adecuado de los lugares y se respete la cultura local, es clave si queremos seguir explorando el mundo. Además, las autoridades deben fortalecer la gestión del sector para asegurar su sostenibilidad y evitar las protestas y actuaciones beligerantes en contra del turismo.

La discusión apenas empieza, pero dejo estas reflexiones: ¿Si cuidamos nuestra casa, por qué no cuidamos las demás? ¿Qué tipo de turista queremos ser?