Por Juan Sebastián Benítez Bustamante
E-Mail: [email protected]
Paola Daza, una vendedora informal en Bogotá, cuenta una historia que desafortunadamente es muy común en Colombia. A comienzos de los años 2000, su padre fue asesinado en la finca cafetera familiar ubicada en el oriente Antioqueño durante la guerra interna colombiana, que ha plagado al país desde mediados de los años 60. Como resultado, Paola fue desplazada forzosamente a Bogotá junto con su madre y cuatro hermanos. En el 2003, a la edad de 15 años, y sin un título de bachillerato, quedó embarazada. Teniendo que cuidar del recién nacido, se vio obligada a trabajar como «vendedora ambulante». Con el objetivo de apoyar a su nueva familia, terminó la escuela secundaria durante los fines de semana y dado su desempeño sobresaliente, le fue ofrecida una beca para estudiar una carrera técnica en administración. Encontró un empleo, al cual renunció 8 meses después, argumentando un muy bajo salario y las extensas e inflexibles horas de trabajo. Tuvo que volver a su «chaza» (nombre coloquial para el puesto de ventas ambulantes) pero sus sueños no se detuvieron allí; pocos años después entró a la universidad. Paola recibió su diploma en Psicología, totalmente financiada por su negocio informal, en Junio de 2018.
La historia de Paola es endémica tanto en muchas partes de Colombia como del mundo. Solo en Bogotá, alrededor de 200 000 personas trabajan informalmente en el espacio público. Eso ni siquiera se compara con la cantidad total de trabajadores informales no agrícolas que, en el caso de Colombia, representan el 48 % de la población trabajadora y en algunas partes del mundo, como en el sudeste Asiático y África subsahariana, en más del 70 %.
A pesar que los trabajadores informales forman parte integral de la vida diaria de millones de ciudadanos en todo el mundo, a menudo se les criminaliza, persigue o abandona, sufren un estigma constante y están expuestos a todo tipo de vulnerabilidades. Por lo general, las mismas instituciones gubernamentales incapaces de atender sus necesidades básicas, castigan su práctica, agravando aún más su vulnerabilidad socioeconómica.
A pesar de las condiciones adversas, los trabajadores informales encuentran maneras de sobrevivir en un entorno amenazante. Muchos de ellos, por ejemplo, han encontrado en el espacio público la plataforma perfecta para llevar a cabo su trabajo y ganarse la vida. Debido a la necesidad de adaptarse constantemente a las dificultades de trabajar en las calles, los Trabajadores Informales en el Espacio Público (TIEP) han revelado atributos que podrían estar asociados con la naturaleza de la resiliencia social.
Sin embargo, su trabajo, que influencia dinámicas sociales y espaciales, es todavía invisible y aún no entendido por muchos. La falta de evidencia y el vínculo tradicional de esta práctica con la ilegalidad y el subdesarrollo han impedido a las autoridades, académicos y responsables de políticas públicas, proporcionar soluciones adecuadas y más efectivas para este fenómeno mundial.
Para ayudar a llenar este vacío, conduje una investigación en Bogotá con el objetivo de encontrar evidencia empírica de los mecanismos de adaptación y supervivencia de los TIEP y establecer conexiones con la creación de resiliencia social. De esta manera, se podrían extraer aprendizajes sobre cómo esto podría integrarse en las agendas de resiliencia urbana y extenderse a otras comunidades o grupos vulnerables.
El ingreso a la economía informal es un mecanismo de adaptación para hacer frente a experiencias personales o profesionales (ver Figura 1). Pero esto es solo el comienzo de una serie de condiciones adversas o amenazas a superar (ver Figura 2). Los TIEP responden constantemente a esas amenazas, se recuperan y diseñan mecanismos de mitigación para el futuro.
Lo Negativo
El resultado más sorprendente del estudio provino de la muy baja confianza en el ámbito político e institucional. Corrupción, sobornos y la volatilidad política del país, son solo algunos ejemplos de las razones por las cuales los TIEP han perdido la confianza en instituciones como la policía, el Congreso y entidades locales de representación. Este odio y desconfianza, está causando un efecto ‘bola de nieve’ en sus mentes, dado que la presión y los abusos solo continúan incrementando. Además, datos oficiales del Instituto Para la Economía Social (IPES) confirmaron el muy bajo acceso a la protección en salud y educación. La mayoría de los trabajadores están protegidos por el régimen subsidiado de seguridad social colombiano, caracterizado por una cobertura deficiente y un trato degradante. Además, casi el 70% de los TIEP no han terminado la educación secundaria, siendo los adultos mayores los menos educados.
Lo Positivo
No tener una educación formal no implica que los trabajadores informales no tengan habilidades valiosas, al contrario de lo que los enfoques tradicionalistas pueden describir. Por experiencia, observación o prueba y error, los TIEP han adquirido la mayor parte de sus capacidades para llevar a cabo su trabajo (Ver Figura 4). Esto último se complementa con sus increíbles capacidades sociales, evidenciadas en la creación de fuertes vínculos con otros trabajadores, ciudadanos, autoridades o instituciones. Lejos de ser simples relaciones humanas, estos vínculos han demostrado ser efectivos cuando la integridad de los trabajadores es amenazada.
Hablemos del Espacio
En términos de su espacio de trabajo, es visible como entre más compacto y «protector» sea su entorno, mayor será el vínculo entre los trabajadores informales. Pero el espacio público no es solo un escenario disputado donde algunas personas crean modos de subsistencia. Es también una plataforma abierta para que las personas muestren sus habilidades e invenciones. Si bien la presencia de la informalidad en el espacio público puede crear caos, también puede convertirse en una atracción, enriqueciendo el entorno cultural, social y espacial de los entornos urbanos. Por medio de creatividad, ingenio y recursividad, muchos TIEP han hecho lo mejor posible de sus limitados recursos. El deseo de ofrecer el mejor producto, espectáculo o servicio hace que algunos se destaquen del resto (ver Figura 5).
Más Preguntas
La evidencia encontrada refuerza la idea que la larga historia de adaptación de los TIEP ha llevado intrínseca una creación de resiliencia social. Sin embargo, más y más evidencia es necesaria para apoyar esta afirmación. Su importancia recae en cómo esto puede promover debates que cuestionen la aplicabilidad de los enfoques tradicionalistas hacia la economía informal que han demostrado ser ineficaces, así como ofrecer una visión alternativa del espacio público como una plataforma con el potencial para fomentar la inclusión. La adopción de políticas autoritarias y basadas en castigos hacia el trabajador informal va en contra de su potencial de innovación y resiliencia social per se. Aún les debemos a ellos y a nuestras ciudades, un marco legal lo suficientemente flexible como para aceptar el espacio público como una plataforma segura que promueva una cultura más sana de competencia, creatividad e innovación.
Para acceder a esta investigación, por favor siga el siguiente enlace: https://www.researchgate.net/profile/Juan_Benitez_Bustamante