El ambicioso plan ferroviario de México

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René Albisser
1 diciembre, 2024 - Movilidad

El viernes 29 de noviembre, en su intervención mañanera, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, presentó el ambicioso plan de construcción de 3.000 kilómetros de rutas de trenes para pasajeros y carga para ejecutar en los próximos seis años.

El desarrollo ferroviario ha sido clave en la modernización de México. Desde su introducción en el siglo XIX hasta la fecha, los ferrocarriles han sido un reflejo de los cambios económicos, políticos y sociales de este país. Y aunque hubo una época de marchitamiento a partir de la segunda mitad del siglo XX, el Gobierno nacional actual ha querido darle un nuevo aire.

Permítanme hacer un poco de historia: la introducción del ferrocarril en México se remonta a 1837, durante el mandato del presidente Anastasio Bustamante, cuando se otorgó la primera concesión para construir una línea ferroviaria que conectaría la Ciudad de México con Veracruz. Los conflictos políticos y las limitaciones técnicas, sin embargo, retrasaron este proyecto y fue en 1873 cuando se inauguró oficialmente la primera línea ferroviaria importante: el Ferrocarril Mexicano, que unía Veracruz con la Ciudad de México. Este trayecto de 425 kilómetros no solo conectó el puerto más importante del país con su capital, sino que representó el inicio de una era de transformación económica.

Llegaría el presidente Porfirio Díaz, un ferviente promotor de la modernización, quien vio en los ferrocarriles una herramienta esencial para integrar el vasto territorio mexicano y facilitar el crecimiento económico. Bajo su mandato (1876-1911), la red ferroviaria creció exponencialmente: de 640 kilómetros en 1876 a más de 19.000 kilómetros en 1910.

La Revolución Mexicana (1910-1920) trajo consigo una nueva etapa para el ferrocarril. Durante el conflicto, los trenes se convirtieron en un recurso estratégico tanto para las fuerzas revolucionarias como para el gobierno. Fueron utilizados para transportar tropas, suministros y artillería, pero el uso intensivo y la guerra de la época provocaron graves daños a la infraestructura ferroviaria.

Al término de la Revolución, el país enfrentó el reto de reconstruir su red ferroviaria, que estaba en ruinas. Este periodo también marcó el inicio de la nacionalización del sistema ferroviario. En 1937, bajo la presidencia de Lázaro Cárdenas, se creó Ferrocarriles Nacionales de México, consolidando varias líneas privadas en una sola entidad estatal. Esta medida buscaba garantizar un sistema de transporte más equitativo y accesible.

A pesar de esa nacionalización, los ferrocarriles enfrentaron dificultades crecientes durante la segunda mitad del siglo XX. La competencia de nuevas formas de transporte, como el automóvil y el avión, redujo la importancia del tren como medio de transporte de pasajeros. Asimismo, problemas de corrupción, mala administración e inversión insuficiente en infraestructura llevaron a un deterioro del sistema ferroviario.

En la década de 1990, el gobierno central decidió privatizar el sistema ferroviario en un intento por revitalizarlo. Aunque esta medida trajo consigo mejoras en ciertas áreas, como el transporte de carga, el servicio de pasajeros prácticamente desapareció, limitándose a rutas turísticas.

Ahora bien, los trenes han recuperado su valor como un factor estratégico de desarrollo. Proyectos como el Tren Maya con 1.500 kilómetros, en la península de Yucatán, y el Tren Interurbano México-Toluca reflejan un renovado interés en el desarrollo ferroviario, aunque no han estado exentos de polémicas relacionadas con su impacto ambiental y social.

El Tren Maya, en particular, se ha presentado como un proyecto emblemático del gobierno actual, destinado a impulsar el turismo y el desarrollo económico en el sureste mexicano. Pero también ha sido objeto de críticas debido a los daños a los ecosistemas locales y a las comunidades indígenas.

La presidenta Sheinbaum anunció, como ya dije, la inversión de 157 mil millones de pesos en 2025 para la construcción de los trenes de pasajeros AIFA-Pachuca y México-Querétaro; de los tramos Saltillo-Nuevo Laredo y Querétaro-Irapuato, así como para hacer del Tren de Maya un sistema ferroviario de carga; lo que generará 70 mil empleos directos y 140 mil indirectos.

En mi opinión, el proyecto más ambicioso del actual gobierno es la red ferroviaria de dos ramales, que salen de Ciudad de México a la ciudad fronteriza de Nogales y el otro ramal hacia Nuevo Laredo. Son casi 3.400 kilómetros de una obra monumental.

Debo señalar que la empresa que presido ha participado en proyectos ferroviarios en México como la renovación de la Línea 1 del Metro de Guadalajara. Así que, como experto en movilidad ferroviaria, pero también como empresario, veo con entusiasmo esta apuesta decidida del Gobierno de México por recuperar el brillo que en antaño tuvo la red de ferrocarriles y trenes nacionales. Ojalá todos estos proyectos, efectivamente, avancen.

Hasta pronto y gracias por su lectura.