El Atlas de Patrimonio Vivo del barrio Moravia de Medellín, que está amenazado por una eventual gentrificación, es ejemplo de cocreación y resistencia para la región.
Cuando se pasa por un costado del barrio Moravia de Medellín, una comunidad que surgió en los años 80 a partir del basurero local, se puede apreciar un ‘mordisco’ de unos 200 metros cuadrados.
Era una esquina muy representativa del barrio y de la ciudad ya que en ella se encuentran varias vías principales del norte de esta urbe de 2.5 millones de habitantes. Era una especie de nodo que conectaba a Moravia con íconos de la arquitectura social que transformó a Medellín como el Parque Explora y que estaba justo frente a la entrada del Jardín Botánico. Hoy esa esquina y sus casas, sus locales dedicados a la labor del reciclaje ya no está, fue demolida.
Es una muestra de lo que, desde la institucionalidad se quiere hacer con Moravia: transformarlo a través del Plan Parcial de Renovación Urbana (un borrón y cuenta nueva). Sin embargo, la comunidad se resiste a ese propósito que consideran los va a desplazar de sus hogares, sepultando el desarrollo que forjaron con la solidaridad de todos, el mismo que construyeron primero tabla a tabla y luego ladrillo a ladrillo, de forma comunitaria.
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Y esa resistencia, se convirtió en sonrisas y orgullo tras la conclusión del proyecto de cocreación del Atlas Patrimonio Vivo, que contiene ese cúmulo de razones por las que este barrio se niega a morir: la riqueza de su gente; su memoria; sus mujeres cuidadoras; sus paisajes de reciclaje; la construcción simbólica a partir de la palabra, sus ejercicios comunitarios.
En ese documento que está por publicarse y que fue lanzado el viernes anterior, participó un grupo de más de 60 personas, entre ellas líderes de la comunidad, el Centro Cultural de Moravia, estudiantes e integrantes de la maestría en Construcción y Diseño Urbano en Desarrollo de la Unidad de Planificación del Desarrollo (DPU, por sus siglas en inglés) en la University College London – UCL, del Reino Unido que, sumados a otras organizaciones locales, construyeron de manera cocreativa y virtual también, este Atlas que el director de ONU-Habitat para América Latina y El Caribe, Elkin Velásquez, considera un ejemplo de desarrollo que cumple con el ideal de poner a la comunidad en el centro.
“El mensaje que quiero transmitir es que lo que está ocurriendo aquí nos inspira a la ONU, nos inspira a toda Latinoamérica y El Caribe. Y quiero compartir que buena parte de las posiciones que nosotros mantenemos en las conversaciones y discusiones regionales y globales, se inspira en lo que hemos aprendido en esta conversación. Por eso reiteró que es un privilegio y un honor compartir este espacio (el lanzamiento) que nos permite llevar y conectar los avances que están teniendo ustedes en las comunidades, particularmente en Moravia con este ejercicio y que llevaremos como ejemplo, como inspiración para todas las ciudades de América Latina y el Caribe”, señaló Velásquez.
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Por su parte, Catalina Ortiz-Arciniegas, profesora asociada de la DPU desde hace cinco años, explicó las razones de este esfuerzo que es representativo de la lucha de las comunidades que habitan asentamientos informales en cualquier lugar de Latinoamérica o del sur global.
“Decidimos hacer un Atlas porque ellos ayudan a construir realidades, nos permiten hacer visibles ciertos territorios y a movilizar geografías imaginadas. En este Atlas quisimos ‘espacializar’ las prácticas de patrimonio vivo más destacadas que merecen ser salvaguardadas y definimos entonces, a partir de ellas, estrategias de intervención socio espacial y potenciar dichas prácticas para contar otra historia de Moravia a la ciudad”, añadió.
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Durante la actividad de lanzamiento del Atlas, la comunidad compartió mensajes relativos a cada uno de los ejes o ‘lentes analíticos’ que guiaron este ejercicio como son Sistemas de cuidado, Memoria y migración, Paisajes de reciclaje y Comunicación comunitaria.
Luz Mila Hernández, líder del colectivo Moravia Resiste, expresó que el proyecto de Atlas Patrimonio Vivo le ha llevado a repensar el futuro con base en la reflexión al interior del colectivo y la estructuración de un plan de trabajo en el que “podamos mostrar que Moravia está construyendo un futuro distinto, que esas lecturas negativas que hubo a nuestro territorio en el pasado, se desmitifican y se complementen con todos estos aprendizajes”.
Con un amplio contenido de más de 100 páginas, el Atlas será publicado en los próximos días, también como un insumo de cara a la lucha de esta comunidad que se resiste a la gentrificación, e desplazamiento, la destrucción de su territorio, un barrio que vive y palpita con su patrimonio vivo: los propios moravitas.