Aunque la vivienda social cuenta hoy en Chile “con mejor localización, mayor superficie y más pertinencia”, según afirma la ministra de Vivienda y Urbanismo, Paulina Saball Astaburuaga, la funcionaria admite que su país aún debe superar grandes escollos, y que en vista de la “enorme inequidad urbana” es necesario mayor compromiso de todos los sectores, en especial del privado.
En Quito, actuando como jefa de la delegación en la conferencia de Hábitat III, presentó los logros y desafíos de su país en materia urbano-habitacional. El siguiente es el diálogo con LA Network.
-En frente de la nueva agenda urbana, ¿cuáles son los desafíos en vivienda y urbanismos de Latinoamérica?
-Yo creo que el concepto establecido en la nueva agenda urbana de que nadie se quede atrás, es algo que tiene que tener una fuerza muy grande en toda la región. Nosotros somos un continente donde hemos avanzado muchísimo en materia de urbanización, pero las desigualdades siguen siendo demasiado grandes y las inequidades son una ofensa para el desarrollo humano y para el bienestar de las personas.
-¿Qué hacer entonces?
-Cambiar el enfoque y pensar que nuestros gobiernos, nuestros estados, nuestro sector privado, la sociedad civil, es decir todos, tenemos que contribuir para que efectivamente nadie se quede atrás y para que la equidad sea puesta en primer orden. Y, al servicio de esa tarea, deben apuntar las políticas públicas en materia de vivienda y de urbanización.
-Pero, en términos prácticos, ¿cómo pasar para adelante a todos los que están atrás?
-Bueno, yo creo que en primer lugar tenemos que hacer políticas redistributivas y en segundo lugar tenemos que hacer políticas efectivas en materia de diseño de nuestras ciudades y de nuestros territorios. Y tenemos que resolver los temas del acceso al suelo que es un tema determinante para generar mayor integración social. También tenemos que generar formas, pertinentes a la realidad de cada país, de participación mucho más activa de la ciudadanía sobre las decisiones que hay que tomar respecto a la planificación urbana y respecto a la inversión de recursos públicos en materia de vivienda, de equipamiento social y en materia de distribución de los servicios al interior de los asentamientos humanos.
-Hay una gran incertidumbre sobre el origen de los recursos para llevar a la realidad la nueva agenda urbana.
-Creo que todos nuestros países tienen recursos, unos más que otros, pero lo sustantivo es cómo invertir y distribuir esos recursos. Hoy en día nuestros países están desafiados a generar crecimiento y, de manera absolutamente vinculante, a decidir cómo se distribuye la riqueza generada y cómo se distribuyen todos los recursos del Estado para seguir generando mayores niveles de crecimiento y una mayor equidad. Ninguno de nuestros países va a progresar solamente porque crezca más, sino por la capacidad de combatir la pobreza, generando, repito, mayores condiciones de equidad social. Al final, eso es la base del bienestar colectivo y lo que redunda en la capacidad de crecer.
-En el caso concreto de Chile, ¿qué tanto avances y qué rezagos tiene en vivienda?
-Somos un país que hemos crecido, que hemos invertido y que hemos avanzado muchísimo en la resolución cuantitativa del déficit habitacional. Nos sentimos muy orgullosos de ello. Sin embargo, tenemos un enorme desafío en el caso de equidad urbana y un enorme desafío en materia de superar los temas de segregación socioespacial. Por lo tanto, hoy en día estamos abocados a lograr que nuestras ciudades sean más inclusivas. También estamos abocadaos a la gestión de los riesgos, porque somos un país en riesgo de manera muy relevante por la sismicidad. En Latinoamérica tenemos que entender que las ciudades deben ser espacios que garanticen, a todos los que las habitan y a todos los que las visitan, oportunidades iguales para acceder a los bienes públicos, lo que se constituye en el nervio o la base de la ciudad.