‘El éxito empresarial se lo debemos a que todos estamos comprometidos’

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LA Network
4 abril, 2020 - Cultura

Un grupo de artistas se unió para sacar adelante este proyecto social y cultural que, con esfuerzo, alcanzó también la sostenibilidad y prosperidad financiera.

Viviana Rodríguez Galván directora de Administración y Finanzas de La Tarumba una propuesta artístico-educativa peruana con base en las artes circenses. Foto: Roberto Gil

Por Mirelis Morales desde Lima

Era octubre de 2001. Viviana Rodríguez estaba en la universidad y debía hacer sus prácticas académicas. Casi todos sus compañeros de facultad estaban trabajando en bancos o en empresas multinacionales. Pero ella quería algo distinto y retador. Un día se enteró de que en el circo La Tarumba estaban buscando un practicante en el área de administración y se presentó.

La propuesta consistía en desarrollar ­–con el acompañamiento de la Fundación Avina­­– el proyecto de la carpa de circo y conquistar así el sueño que el grupo llamaba el Mundo Tarumba. Se trataba de la creación de un espacio donde podrían unirse el circo, el teatro y la música. Elementos que estarían vinculados a una escuela y a una propuesta de desarrollo escénico.

Al terminar su pasantía, le preguntaron si quería quedarse y Viviana no lo dudó. En este tiempo, ella ha crecido de la mano de La Tarumba y hoy ocupa el cargo de Directora de Administración y Finanzas.

¿Qué le suma a una organización cultural llevar un mejor control administrativo?

A la propuesta artística y educativa se le suma el orden y la disciplina. A partir de ello garantizamos el crecimiento de La Tarumba como institución formal, emprendedora y que se basa no solo en la belleza estética de su propuesta, sino también en los parámetros empresariales que tienen objetivos y estrategias de corto, mediano y largo plazo. Creo que el éxito empresarial explosivo se lo debemos a que todos estamos comprometidos.

¿Cuál fue su aporte en la evolución del modelo de gestión de La Tarumba?

Si bien La Tarumba estaba formada desde 1984, lo que hicimos a partir de 2001 fue acompañarlos en la creación de una estructura formal. Comenzamos implementando procesos de operación, en el área de recursos humanos. También a nivel financiero, porque todo se llevaba como una caja chica. Controlamos presupuestos, implementamos los porcentajes de ejecución, evolución. Así nos convertimos en una línea de soporte que acompaña los proyectos de la línea artística y pedagógica.

¿Cuál es el nivel de formalización que ha logrado La Tarumba?

La Tarumba se ha formalizado al 99,9 %, tanto legal como tributario. Eso es una novedad en el Perú, donde hay mucha informalidad en el mundo artístico en lo que respecta a la forma de contratación, la cantidad de horas, la asistencia médica. Aquí hemos llegado a contabilizar las horas como si fuera un colegio. Incluso, tenemos evaluaciones de desempeño. La parte de administración general ha crecido muchísimo, porque estamos conscientes de que para crecer no podemos estar en riesgo como institución. Hoy en día viene la Sunat, el Ministerio de Trabajo o cualquier ministerio y La Tarumba está formal.

El trabajo serio y disciplinado con enfoque empresarial le ha permitido a La Tarumba mantener el proyecto en el largo plazo. Foto: Roberto Gil
El trabajo serio y disciplinado con enfoque empresarial le ha permitido a La Tarumba mantener el proyecto en el largo plazo. Foto: Roberto Gil

¿Cuáles son los pro y los contra de que una organización cultural se formalice?

La formalización tiene un costo muy alto. Nuestra estructura está muy desarrollada, pero es pesada en lo que tiene que ver con la plantilla de recursos humanos. Tenemos 35 empleados fijos y 150 durante las temporadas. Es positivo porque somos formales, no nos va a pasar nada y hay un crecimiento que se podría asegurar. Pero eso nos exige ser más dinámicos. Para pagar más, tenemos que producir más.

¿En la actualidad, cuáles son las principales fuentes de ingreso de La Tarumba y cómo se distribuyen?

Alrededor de 60 % viene por temporada y 40 % por el área pedagógica. No tenemos más productos. Los talleres para niños y niñas generan 90 % de los ingresos pedagógicos, porque el mercado los demanda y tenemos una propuesta que no es la típica que te dan teatro, música o circo, sino que damos los tres con la psicología como línea transversal   La Tarumba no es un taller terapéutico, pero los padres así lo consideran.

¿Cómo lograron enamorar al sector privado de un proyecto como La Tarumba?

Una de las principales preocupaciones fue demostrarle al sector privado que la relación que existe con ellos y con la comunidad está basada en la confianza y que responde a una calidad que se tiene como política transversal de la institución. Por eso, es que las empresas e instituciones internacionales también invierten, se asocian y apuestan por nosotros.

¿En qué se basa el éxito del modelo de gestión de La Tarumba?

Un ingrediente empresarial fundamental es que el éxito de La Tarumba está basado en personas emprendedoras dentro de un marco perfecto: el arte más el desarrollo humano más la gestión empresarial. Esa es la clave de nuestro modelo como institución pedagógica y artística.

Una cosa es administrar un producto tangible. Pero La Tarumba vende emociones, sueños…

Gestionar los recursos para hacer que los sueños sean posibles, no es tarea fácil. Allí reside lo estimulante y la gratificación profesional y personal al lograrlo. Cuando veo en el escenario, en la escuela profesional o en los talleres de niños, que la gestión ha servido para que cada uno de esos espacios sea exitoso, crecen las ganas de seguir trabajando. Hoy creo que hemos logrado entrar en un camino en el que somos sostenibles.