Uno de los grandes esfuerzos globales para mitigar y adaptarse al cambio climático está puesto en la descarbonización del planeta antes de 2050.
De acuerdo con las proyecciones de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) hechas en 2019, se estima un crecimiento de la demanda energética mundial de un 25 al 30 % hasta 2040, lo que en una economía global dependiente del carbón y el petróleo significaría más dióxido de carbono CO2 y un aumento del calentamiento global. Pero, además, la aparición del COVID-19 y la pandemia derivada del virus refuerzan la necesidad de una transición energética verde, de más energía limpia.
Señalaba en mi columna pasada cómo el ferrocarril es un medio de transporte perfecto para motivar esa transición hacia una economía verde. Explicaba que el Parlamento Europeo designó el 2021 como el Año Europeo del Ferrocarril y que tal decisión estaba motivada por los esfuerzos de la UE en promover formas de transporte limpio y lograr la neutralidad climática para 2050 a través del Pacto Verde Europeo. El pacto propone una reducción del 90 % de las emisiones asociadas al transporte de aquí a la fecha señalada.
Las grandes empresas europeas de transporte ferroviario como la alemana Deutsche Bahn, la francesa SNCF o la española Renfe tienen ya previsto como meta para el año 2035 descarbonizar el 100 % de sus flotas. Es ante este panorama, que los fabricantes de trenes han empezado a desarrollar prototipos de máquinas movidas por un nuevo tipo de energía: el hidrogeno verde.
En 2018 los primeros trenes con hidrógeno comenzaron a rodar en fase de prueba en Alemania. Tales pruebas terminaron en 2020 con un resultado positivo: los trenes con hidrógeno pueden sustituir sin mayores inconvenientes a los propulsados por diésel. En este sentido, Alemania ya anunció que espera utilizar de 2 a 3 millones de toneladas anuales de hidrógeno para 2030. Otro países como Francia, Bélgica o Dinamarca también están desarrollando proyectos similares con un horizonte también de descarbonización.
Pero ¿cómo se produce el hidrógeno verde? Esta tecnología se basa en la generación de hidrógeno —un combustible universal, ligero y muy reactivo— a través de un proceso químico llamado electrólisis. El método utiliza la corriente eléctrica para separar el hidrógeno del oxígeno que hay en el agua, por lo que, si esa electricidad se obtiene de fuentes renovables, se producirá energía sin emitir dióxido de carbono a la atmósfera.
Esta forma de obtener hidrógeno verde, señala la Agencia Internacional de la Energía (AIE), ahorraría los 830 millones de toneladas anuales de dióxido de carbono CO2 que se originan cuando este gas se produce mediante combustibles fósiles.
En el caso de Latinoamérica los más aventajados en este asunto parecen ser los chilenos. Este país presentó una Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde. Los principales objetivos de la estrategia son contar con 5 GW de capacidad de electrólisis en desarrollo al 2025, producir el hidrógeno verde más barato del planeta para 2030, y estar entre los tres principales exportadores de hidrógeno verde al 2040.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) está apoyando también a Costa Rica para avanzar en la elaboración de la Estrategia Nacional del Hidrógeno. Este país ya ha dado sus primeros pasos y a través del Instituto de Normas Técnicas (INTECO), creó el Comité Técnico Nacional de Hidrógeno, para “la adecuación de las normas y estándares internacionales técnicos utilizados para el diseño de plantas de generación, almacenamiento, transporte, y distribución de hidrógeno verde”.
Pero hay que tener claro: aunque en el sector ferroviario y en general en el transporte se ven los mayores beneficios hoy de este tipo de tecnología, industrias intensivas en energía como cemento, hierro y acero, productos químicos y hasta la aviación, también se verían impactadas positivamente por el uso del hidrógeno verde. Hay que seguir la pista a los avances en la producción de este nuevo energético y el mensaje para Latinoamérica es contundente: como suele suceder, no puede llegar tarde a este tipo de desarrollos.
Hasta pronto y gracias por su lectura