193 estados miembros de la ONU aprobaron la nueva hoja de ruta para el desarrollo urbano en los siguientes 20 años.
Cuatro días de plenarias, mesas de análisis, propuestas e intercambio de ideas en Hábitat III, concluyeron este jueves con la aprobación del que será el plan de acción para las ciudades y que, finalmente, tendrá una variedad de elementos que buscan urbes sustentables, que caminen hacia el desarrollo, y que sean por y para la gente.
Más de 45 mil personas tuvieron que ver con la Conferencia y en las deliberaciones los énfasis constantes insistían en ciudades para la gente, incluyentes, amigables, con infraestructura pensada para el bienestar humano y con participación de cada uno de los actores sociales.
“El cambio nace en el corazón del mundo” fue el lema de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible, que según el alcalde de Quito, Mauricio Rodas, “se debe seguir convirtiendo en un mecanismo efectivo para que los gobiernos alcen su voz”.
Financiamiento, integración, movilidad sostenible, ecología sustentable, seguridad, entre otros, fueron los temas puestos sobre las mesas de diálogos y sobre los cuales se comenzaron a construir parámetros que guiarán a las ciudades en la resolución de problemas comunes y no atendidos de manera efectiva.
La Conferencia, con la segunda mayor asistencia en la historia de la ONU, cerró este jueves con la octava y última sesión plenaria en la que los Estados miembros de las Naciones Unidas adoptaron la Nueva Agenda Urbana, el documento guía que impulsará la consecución del desarrollo urbano sostenible por los próximos 20 años.
La Nueva Agenda Urbana, documento de 175 párrafos, consagra el derecho a la ciudad, promueve regulaciones para combatir y prevenir la explotación de tierras, promueve igualmente el crecimiento urbano planificado y busca incrementar la capacidad de respuesta ante desastres naturales.
También la Nueva Agenda recoge la inclusión, el respeto a la integridad de los refugiados, el respeto a desplazados internos y migrantes, lo mismo que promueve la energía limpia, la protección de la biodiversidad y el uso sostenible de la Tierra y sus recursos; además la adopción de vidas saludables y el aumento de resiliencia urbana.
Líderes del mundo ratificaron la necesidad de que los ciudadanos se involucren más en los procesos de las ciudades que habitan, al tiempo que los gobiernos deben encontrar mecanismos que añadan un valor, de tal modo que puedan ayudar a potenciar a todos los ciudadanos.