Ante el grado de deterioro en el que se encuentran diversos municipios del país, de manera particular los que se localizan en zonas periféricas de las principales áreas metropolitanas de la nación, el Programa de Mejoramiento Urbano presentado por el equipo del nuevo gobierno cobra un papel relevante y se torna ambicioso.
En el caso específico de los municipios de la zona conurbada entre el Estado y la Ciudad de México, las condiciones de precariedad son palpables, se distinguen a simple vista. Basta con realizar un recorrido muy superficial por colonias de municipios como Ecatepec, Chimalhuacán, Atizapán, Tlalnepantla o Naucalpan, sólo por mencionar algunos, para sentir y estar frente a condiciones que provocan una mala calidad de vida.
Y hablamos de una problemática integral que trastoca un catálogo de temas. Por un lado, falta de servicios básicos y deficiencias de mobiliario urbano, como el caso de alumbrado público. Por otro, vialidades deterioradas y mal planeadas, que generar saturación y caos; en este contexto, en sitios como Ecatepec, proyectos de transporte masivos que, pareciera, fueron desarrollados sin un estudio profundo que lo convirtiera en una solución real a las problemáticas de movilidad.
A estos elementos, por supuesto se añade el tema de vivienda. Hogares que en muchos casos no cuentan con servicios, y que se insertan en un contexto urbano desolador, con calles en condiciones deplorables, sin vigilancia ni parques, ni nada que les permita cambiar el rostro trágico.
Y como es conocido, toda esta serie de factores impactan y contribuyen a la generación de uno de los temas que más le duelen a México: la inseguridad. No es gratis que el Estado de México, y los municipios de su zona conurbada, formen parte de la lista de ayuntamientos con la mayor incidencia delictiva del país.
Para muestra del nivel de precariedad hay estudios que lo acreditan. El reporte “Ciudades más habitables de México 2018”, presentado por el Gabinete de Comunicación Estratégica, muestra el ranking de las ciudades peor evaluadas en diversos rubros, entre ellos calidad de vida, cohesión social y satisfacción con servicios urbanos. En el rubro de calidad de vida, Chimalhuacán, Nezahualcóyotl y Ecatepec ocupan los tres primeros lugares en la evaluación, con lo que se ubican como las peores en calidad de vida a nivel nacional.
Por ello, el Programa de Mejoramiento Urbano que planteó el equipo del nuevo gobierno resulta tan importante y se ubica como gran reto. Sin duda, la atención a estos sitios se vuelve urgente. Años de abandono la convierten en una necesidad irrefutable y hace que aparezca la interrogante: ¿Cómo es que llegamos a ese nivel?
Lo cierto es que habrá que estar atentos de la forma en qué se buque aplicar el modelo. Sin duda, esto requerirá de un nivel de coordinación mayor a lo que hemos visto, y en medida del éxito, que comiencen los esfuerzos desde el ámbito local.
Considero que todos los involucrados en el tema coinciden en el diagnóstico que dicta que hay municipios en el país en un estado de abandono brutal y que resulta urgente su intervención. Como primer paso, el programa son buenas noticias, pero, insisto, habrá que ver el alcance, sobre todo por el tema de la inversión, de los esquemas de cooperación, y las prioridades de atención.
En primera instancia sabemos que la meta para el sexenio es intervenir 100 ciudades y que para el primer año del gobierno el objetivo es atender 15 municipios con una inversión de 10,000 millones de pesos. Cabe recordar que al presentar el programa se dijo que entre las demarcaciones por intervenir se contemplarían cinco de la frontera norte, cinco con vocación turística y cinco más de la Zona Metropolitana del Valle de México. Sin embargo hubo un giro, y en esta primera etapa quedarán fuera los municipios del centro del país, con el objetivo de concentrar los esfuerzos en los ayuntamientos fronterizos.