El área editorial es una de las más importantes en la Economía Naranja que promueve Colombia. En Argentina, esta historia es un gran ejemplo de cómo hacerlo de manera diferente.
Por Celeste del Bianco desde Buenos Aires (Argentina)
La artista mexicana Frida Kahlo; la heroína de la independencia del Alto Perú en el siglo XXVIII, Juana Azurduy; la cantante chilena Violeta Parra; la escritora brasileña Clarice Lispector; la cantante de cumbia argentina, Gilda y la artista trans, Susy Shock; son algunas de las ‘antiprincesas’ que disputan el sentido de las infancias latinoamericanas.
También están los ‘antihéroes’, hombres reales que hacen cosas maravillosas lejos de los estereotipos de género que indican que tienen que ser fuertes, rudos y no llorar. Los escritores Julio Cortázar y Eduardo Galeano; el santo popular argentino Gauchito Gil o el ‘Che’ Guevara, son los elegidos para pensar las masculinidades desde otro punto de vista. Personajes de nuestra historia que están lejos de los cánones de príncipes y princesas tradicionales, de eso trata gran parte de los libros que publica la editorial argentina cooperativa Chirimbote y que convirtió esas dos miradas iniciales en las exitosas colecciones Antiprincesas y Antihéroes.
“Así como las niñas se identificaban o tenían como referentes a las princesas, modelos o actrices, los niños tenían que tener referencias de hombres fuertes. Esto de ser el que mejor juega a la pelota o ser el más fuerte o no llorar, es algo que sigue presente en la infancia de los varones”, remarca a LA Network, Nadia Fink, creadora de la editorial.
Este emprendimiento creativo surgió en enero de 2015 en una reunión de grupo de amigos y amigas en la Ciudad de Buenos Aires. La escritora Fink, el dibujante Pitu Saa y el diseñador Martín Azcurra, decidieron hacer biografías de personajes latinoamericanos para niños y niñas alejadas de los ideales de Disney y las grandes corporaciones del entretenimiento infantil.
Comenzaron con Frida Kahlo y hoy estos libros infantiles llegan a Latinoamérica y parte de Europa. Fueron traducidos al inglés, al portugués y al italiano. “Era una idea muy chiquitita y pensábamos que íbamos a venderles a nuestros amigos y amigas… y después, cuando salió Violeta Parra nos hicieron una entrevista en la BBC y eso hizo que se disparara por redes sociales”, recuerda Fink.
El boom virtual los obligó a agrandarse y organizarse de otra manera para poder responder a la demanda. Decidieron agruparse como colectivo autogestionado y promover prácticas de comercialización justas. Armaron una red internacional de grupos editores independientes y de docentes, instituciones educativas, organizaciones sociales y medios comunitarios para poder expandirse. En la editorial, ubicada en el barrio porteño de Parque Chas, trabajan 10 personas de manera estable. Además del trabajo de las y los creadores, las tareas se dividen en distribución, logística, comunicación, corrección o en asuntos legales para tratar temas como derechos de autor.
A eso se suma la generación de empleo que produce cada nuevo libro: autores y autoras o dibujantes que participan de esa edición. Además de la comercialización en librerías tradicionales, se creó una red de distribución alternativa que permite que personas de distintos ámbitos vendan los libros en lugares diversos del país o a través de las redes sociales. “En estos años de crisis que pasamos, hubo docentes que perdieron un cargo o se quedaron sin trabajo y usaron la venta de los libros como un medio para sumar algo más de plata. En lugares chicos quizás venden en sus casas o por redes sociales, abren una pequeña librería”, describe la ideóloga de la editorial.
En Argentina el sector Libros y Publicaciones aporta el 12 % al Valor Agregado Bruto cultural (VAB) que en 2018 alcanzó un aporte 209 000 millones de pesos y en el que, al total de la economía, suman otras industrias creativas como la Audiovisual (28 %), el Contenido digital (16 %) y la Publicidad (14 %).
Actualmente la Editorial Chirimbote tiene una tirada de alrededor de 2 000 libros para la primera edición. La distribución se hace a través de la empresa Herramienta, que también funciona de manera cooperativa. “Tratamos que los porcentajes que se quedan quienes venden los libros sean altos, que sean una fuente de trabajo digna y no que se queden con el 10 %”, detalla Fink.
Además de Antiprincesas y Antihéroes, tienen la colección Anticlásicos que plantea los cuentos tradicionales desde otra perspectiva como ‘Una Caperucita llamada Libertad’ o ‘AntiCenicienta’ que bucean en el sentido original de la protagonista, una mujer que resolvía acertijos. Además, hay libros para docentes que quieren perfeccionarse en perspectiva de género y otros textos para los primeros años vinculados con la temática como el de Ni una Menos (destacada campaña argentina contra la violencia de género), o Educando a Rolando.
Adicionalmente, Chirimbote edita cuentos sobre fútbol, adolescencia trans o de ilustradores pequeños como Galo, un adolescente con síndrome de Down que hizo los dibujos del cuento escrito por su psicopedagoga. Este año se suma a las Antiprincesas, Micaela García, una joven militante asesinada en la ciudad de Entre Ríos, crimen que generó un gran movimiento en la sociedad y que produjo la sanción de la Ley Micaela, la que obliga a todas las personas que se desempeñen en la función pública, capacitarse en la temática de género y violencia contra las mujeres.
En Editorial Chirimbote todos hacen sus tareas y algo más, con el objetivo de perpetuar este proyecto colectivo que crece en logros económicos, editoriales y que sueña con infancias libres de prejuicios y mandatos sociales.