El agua se ha convertido en un recurso cada vez más preciado y escaso. Hoy en día la humanidad consume 6 veces más agua que hace 100 años, y se calcula que para el 2050 la demanda de agua aumentará un 50 %.
Como no podía ser de otra manera, los gobiernos de todos los países han mostrado un creciente interés y compromiso hacia aquellas medidas que garanticen la seguridad hídrica, de manera que cada vez más habitantes tengan acceso a servicios de agua y saneamiento de calidad.
En el caso de América Latina, la pregunta que resuena entre los expertos en la materia es si la región cuenta con suficiente agua, infraestructura y capacidad institucional para garantizar la seguridad hídrica (entendida como el uso eficiente del agua para su consumo humano, su uso agrícola y su función en las industrias.) En líneas generales, la situación no es tan buena como podría esperarse. Hoy en día solo un tercio de los latinoamericanos tiene acceso a servicios de agua y saneamiento de calidad, y la causa más plausible es la ineficiente gestión de las redes de suministro de agua. Esto sucede en la región que cuenta con el 30 % de las fuentes de agua potable del planeta.
Paralelamente, tanto en las operadoras públicas como privadas de la región que prestan servicios de agua y saneamiento, con pocas excepciones, el agua no contabilizada es alta (en promedio 41,8 %, según un estudio de CAF realizado en 26 ciudades latinoamericanas). Además, los incentivos para mejorar las redes y con ello disminuir las altas pérdidas de agua suelen ser escasos, pues el cálculo económico de la operadora tiende a desfavorecer la reducción de pérdidas frente al aumento de capacidad de la fuente.
Por otra parte, quienes suelen asumir la mayoría del costo variable del agua tratada y no consumida son los usuarios. Es decir, que la ineficiencia en el manejo del agua la paga el consumidor. Aquí se aprecia que, en general, el problema de abastecimiento no es un problema de infraestructura, sino de gobernanza.
Ante esta situación, es imprescindible que gestionemos más eficientemente el agua, y busquemos soluciones innovadoras, basadas en tecnologías, conocidas como smart water, que permitirán el uso de herramientas modernas como sensores, drones, sistemas de control, big data, para la adquisición y gestión de información que ayuden a la mejora de la calidad de los servicios.
A pesar de que la incorporación de estas nuevas tecnologías puede representar un gran reto para países en desarrollo, la transformación digital es un paso adelante que las empresas prestadoras de servicios deben tomar. Hasta la fecha, los principales usos de la tecnología inteligente de redes de agua potable están dedicados a la gestión inteligente de fugas, la gestión de la calidad de agua y las herramientas para la mejora la eficiencia operativa, y gestión de activos. Por otra parte, en algunos países desarrollados la utilización de medidores inteligentes para anticipar la demanda y adecuar la oferta en función de ésta, está trayendo notables resultados que permiten ahorrar grandes cantidades de agua y energía.
Las innovaciones tecnológicas han demostrado que también pueden ayudar a tomar mejores decisiones en cuanto a la gestión eficiente del agua. Hay numerosas oportunidades para ahorrar costes mediante el uso de tecnologías inteligentes para mejorar la gestión de activos, optimización de procesos y la interacción con sus clientes. Estas innovaciones suelen ser exitosas en la medida en que son diseñadas con el consenso y posterior compromiso de todos los actores involucrados, desde las empresas y los gobiernos, hasta las comunidades, operadores y usuarios, que pueden provenir de múltiples sectores.
En América Latina se espera que el tamaño del mercado de las tecnologías inteligentes del agua pase de 1.229 millones de dólares en 2016 a 1.794 millones en 2021. Las empresas de la región tienen importantes retos que pueden resolverse mediante soluciones tecnológicas, pero a menudo carecen de medios para la inversión. Países como Brasil y Chile son ejemplos de mercados con alto potencial de crecimiento, ya que han sufrido prolongadas sequías y también empresas con necesidades de mejora de los índices de agua no contabilizada.
Con el objetivo de avanzar en la materialización de todas estas ideas, el 23 de octubre celebramos en Madrid la cuarta edición de los Diálogos del Agua, que reunió a representantes de las instituciones rectoras de los recursos hídricos de América Latina y España, organismos internacionales, centros académicos y sector privado para potenciar nuevas formas de innovar en el ciclo urbano del agua y el sector agrícola, desde la tecnología o el financiamiento, hasta modelos de gestión innovadores.
La innovación en el sector del agua se ha convertido en un requisito para resguardar la seguridad hídrica en los países latinoamericanos, en virtud de su importancia para salvaguardar el acceso sostenido a cantidades adecuadas de calidad aceptable de agua para mantener el bienestar humano y contribuir al desarrollo socioeconómico.