Por: Michelle Restrepo – Carlos Salazar – Karin Villarroel
¿Alguna vez te has preguntado cómo las personas más vulnerables de la ciudad aseguran su acceso a alimentos nutritivos y suficientes cuando resulta difícil asegurar su disponibilidad? En ciudades como las de América Latina y el Caribe, donde las desigualdades sociales persisten, la seguridad alimentaria se vuelve un desafío apremiante para los grupos más vulnerables en las ciudades.
En este artículo, que forma parte de una serie sobre seguridad alimentaria en la región, se abordará estrategias diseñadas para atender estas necesidades, revelando soluciones innovadoras para asegurar el acceso a alimentos de calidad en áreas urbanas. En particular, explicaremos cómo en Manta y Quito en Ecuador, Benjamin Constant en Brasil y en Ciudad de México, varias organizaciones están proporcionando alimentos locales y aprovechando productos para atender a poblaciones vulnerables en entornos urbanos.
El número de personas que padecen hambre en Latinoamérica alcanzó los 43,2 millones en 2022, según el último informe de la FAO. Este dato resalta la urgente importancia de abordar la seguridad alimentaria en nuestra región. El desafío afecta significativamente a los hogares vulnerables, tanto en áreas urbanas como rurales. Es por ello necesario que las ciudades asuman un papel proactivo en la formulación de políticas, proyectos, programas y estrategias eficaces para aumentar la seguridad alimentaria de sus habitantes.
En este contexto, las innovaciones sociales e institucionales desempeñan un papel crucial al cerrar la brecha entre productores y consumidores, impulsar los mercados locales y fomentar prácticas agrícolas sostenibles. Diferentes mecanismos, como son los bancos de alimentos y la agricultura urbana como parte integral de los sistemas agroalimentarios, ofrecen una serie de ventajas notables:
- Aumento de la seguridad alimentaria al reducir la dependencia de importaciones de alimentos de otras regiones.
- Mayor disponibilidad de alimentos frescos y de calidad.
- Reducción significativa de la huella ecológica de los sistemas agroalimentarios, disminuyendo los costos de transporte y la contaminación asociada.
- Estímulo a la creación de empleos locales, fortaleciendo la economía comunitaria.
Estas estrategias no solo contribuyen a abordar la seguridad alimentaria, sino que también tienen un impacto positivo en la sostenibilidad ambiental y el bienestar económico de las comunidades urbanas.
En estas iniciativas es esencial considerar aspectos clave como:
- La sostenibilidad, estableciendo vínculos sólidos con el mercado y brindando capacitación continua para garantizar la calidad y la continuidad de los productos.
- La inclusión, asegurándose de que estas iniciativas trabajen activamente para proporcionar alternativas de ingresos y acceso a servicios esenciales, especialmente para grupos vulnerables, promoviendo la equidad.
- La innovación, generando ventajas comparativas y agregar valor a la agricultura urbana, fomentando el emprendimiento, la asociatividad y la conexión efectiva con la demanda, lo que impulsa el desarrollo de soluciones creativas en este ámbito.
Huertos comunitarios y familiares en Manta (Ecuador)
Los huertos comunitarios y familiares de Manta, que iniciaron su andadura en 2019, han beneficiado a 3.200 personas en la ciudad. Este programa se caracteriza por fomentar la colaboración entre vecinos, generar ingresos y contar con legislación favorable que permite regular y facilitar su expansión. Los huertos no solo aseguran la disponibilidad de alimentos a bajo costo, sino que también promueven la colaboración comunitaria y el cuidado del medio ambiente.
La metodología del programa incluye la capacitación, suministro de semillas e insumos para la construcción de huertos, con un fuerte componente de seguimiento por parte del gobierno local. Esto ha permitido su expansión a huertos comunitarios y escolares, con la comercialización de productos en bioferias. Los beneficios incluyen acceso a alimentos saludables a precios asequibles, la posibilidad de vender excedentes para generar ingresos y contribuir al cuidado del medio ambiente.
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Huertos Urbanos en Ciudad de México
En el primer semestre de 2022 se lanzó el Piloto “Huertos Urbanos en las Comunidades de Escasos Recursos en la Ciudad de México“. Esta colaboración entre Organi-k y el BID hizo posible la creación de un huerto comunitario en tierra y otro en la azotea de una escuela. Se brindó capacitación a los participantes, incluyendo compostaje, y se capacitó a estudiantes para mantener el huerto escolar y promover el programa.
El proyecto benefició a 164 personas en la Alcaldía Cuauhtémoc y 140 en Coyoacán, fomentando la integración comunitaria, alimentos saludables, autogestión, empleo agrícola, compostaje y recolección de agua. Un comité híbrido de regeneración urbana respalda la continuidad del programa, junto con esfuerzos para establecer normativas y tecnologías asequibles. La participación de la academia, resolución de conflictos, huertos comunitarios y familiares, y promoción de técnicas de compostaje son fundamentales para este proyecto que enfatiza herramientas accesibles y fomenta la agricultura urbana, proporcionando alimentos saludables, empleo y autogestión.
Programa de adquisición de alimentos en Benjamin Constant (Brasil)
En su primer año de implementación, el programa de adquisición de alimentos de esta ciudad brasileña distribuyó 10 toneladas de comida a 2.000 familias vulnerables. De esta iniciativa es destacable la participación del consejo municipal social para conectar a productores locales con las familias necesitadas, asegurando que los productos ofrecidos sean de calidad y sostenibles. Además, este programa impulsa el cultivo comunitario a través de compras municipales sin necesidad de licitación, utilizando criterios predefinidos para involucrar a los productores.
El servicio es supervisado por el consejo municipal de asistencia social y respaldado por una nutricionista que crea menús y canastas personalizadas, abasteciendo a escuelas, hospitales y restaurantes comunitarios. La asistencia técnica municipal garantiza la calidad y se espera un presupuesto de 1.500 millones de reales el próximo año para continuar apoyando a estas familias en nutrición, capacitación en huertas urbanas y gestión de alimentos.
Banco de Alimentos de Quito (Ecuador)
El Banco de Alimentos de Quito es una iniciativa pionera en Ecuador. Beneficia a más de 80.000 personas y se enfoca en aprovechar alimentos que de otra manera se desperdiciarían. Su proceso eficiente de recuperación, clasificación y distribución no solo ha reducido el desperdicio alimentario, sino que también ha generado productos como pulpas y mermeladas. Si por algo destaca esta iniciativa es por su colaboración cercana con la academia, la cooperación internacional y la participación de voluntarios.
Fundado en 2003, este banco de alimentos ha establecido vínculos sólidos con instituciones académicas y se ha convertido en un referente en la lucha contra el desperdicio de alimentos en Ecuador. Trabaja en cuatro pasos clave, desde la recuperación hasta la generación de datos, con un enfoque en la producción de alimentos derivados y compostaje a partir de residuos, contribuyendo a combatir la desnutrición infantil y reducir el desperdicio de alimentos en el país.
La colaboración comunitaria, la agricultura urbana y los bancos de alimentos son elementos clave para abordar las desigualdades persistentes en los barrios vulnerables de los entornos urbanos de nuestra región. Las iniciativas de Manta, Quito, Ciudad de México y Benjamin Constant no solo aumentan la seguridad alimentaria, sino que también promueven la sostenibilidad ambiental y fortalecen la economía local. Es por ello esencial seguir avanzando en políticas inclusivas, fomentar la innovación y asegurar la sostenibilidad para construir comunidades urbanas más resilientes y equitativas.
Artículo publicado originalmente en el Blog del BID