Muchos de los eventos que se desarrollan en Colombia son parte de nuestra idiosincrasia, sí, entendible, pero que Medellín tratara de revivir de nuevo las corridas de toros, o llamado también, temporada taurina, es inhumano y poco decente, reconozco que tengo compañeros que disfrutan las faenas de los toreros y expertos.
Me argumentan que los toros son una tradición de pueblo, de “alma y corazón”, pero a veces se contradicen cuando les hablo del maltrato indiscriminado a los toros, “me gusta ver los toros, pero no disfruto cuando mueren o reciben banderillas”, a veces la doble moral nos lleva a pensar más que un simple libro o enciclopedia.
El mundo no puede ser ajeno a esto, la tauromaquia ha abierto una discusión entre lo que se considera “tradición histórica” para unos y una “crueldad sistemática” para otros, Europa y Latinoamérica han retrocedido en sus aciertos constitucionales sobe el tema y han dejado en tela de juicio las opiniones de todos los ciudadanos.
La ONU, la OEA y la Unión Europea deben poner el tema de la fiesta taurina en su agenda de discusión, al menos argumentar sobre esto como un asunto de interés público, respetando las diferencias y aceptando las posiciones a favor o en contra, hay contradicciones en torno a esto, no hay alguien que se ponga en los “zapatos del otro”. Lea y subraye apartes de los casos que suceden en Colombia y saque opiniones o conclusiones.
El Congreso de la República y la Corte Constitucional le han hecho “jaque mate” a los acuerdos que lograron los anti taurinos en Cali, Bogotá y otras ciudades de Colombia, ¿qué quiere decir esto? Que la Corte antes mencionada le pidió al Congreso, en el mes de agosto de 2018, nuevas formas de regular las actividades taurinas u otras actividades con los animales. La condición es que no se incurriera en las “conductas de maltrato animal y al detrimento de las tradiciones o costumbres”.
Dentro de un año y medio, que fue el plazo de la Corte al Congreso, sabremos la nueva posición que hay en cuanto a las corridas de toros o temporadas taurinas, por ahora analicemos el último precedente que se dio en Medellín, los dueños de los activos en Cormacarena, aquella organización que hace la temporada taurina en la ciudad, no llegaron a un acuerdo con la Fundación Hospital San Vicente, ya que esta última entidad vendió el 51% de sus activos, se dice de “radio pasillo” que esta decisión fue contractual y no por acción ciudadana. Con esto, todas las potestades y requerimientos que tenía la Fundación fueron cedidos a la firma D’Groupe S.A.S.
Álvaro Múnera, concejal de Medellín, y Juan Guillermo Páramo, director de AnimaNaturalis Colombia en la ciudad, afirmaron que pudo haberse logrado una buena decisión, porque “a pesar que este tipo de espectáculos dan rentabilidad en la actividad económica de Medellín, no cubre las ganancias obtenidas por organización de conciertos en el mismo Centro de Espectáculos La Macarena”.
Además dicen que la Corte Constitucional y el Congreso de la República desatendieron el clamor de los animalistas y que la consciencia por los animales no se impuso, una decisión que pudo aprovechar la firma D’Groupe S.A.S fuera del contexto para “revivir la fiesta taurina”; sin embargo, la Alcaldía de Medellín, al ser un socio primordial en el tema, decidió no ceder el Centro de Espectáculos La Macarena, noticia que dejó alegría en unas personas y pesar en otros.
Tanto académicos como personas de otros sectores saben que el tema de la tauromaquia ha sido analizado desde lo cultural, sí, el arte de lidiar toros en el ruedo se puede considerar arte, pero es poco el cuidado que se tiene. Si los fanáticos a la fiesta taurina supieran lo que sienten otras personas sobre el tema se podría dar un argumento válido para “avalar” las corridas de toros, hasta las directivas de las famosas corralejas podrían mejorar las condiciones de los participantes en este tipo de eventos. Sintonicémonos con esta frase, “la vida no se negocia, se respeta”.
Ciudades como Montería y Sincelejo, hasta algunas zonas del departamento de Bolívar son el símbolo de una opinión que no ha buscado defender la vida, sino la recompensa, la plata o el “señor billete”, ¿qué dirán la Corte Constitucional, el Congreso de la República, los periodistas, hasta usted, querido lector, sobre otro método para conservar la tradición de los toros? Yo no tengo ninguno, solo quiero defender mi vida, desde la barrera.
Nosotros, como parte del mundo, debemos hacerlo.