Frenar la construcción sería suicida

Frenar la construcción sería suicida

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Frenar la construcción sería suicida
Derrumbe Artz Pedregal en la Ciudad de México.

A ver… Sí… Se derrumbó parcialmente un centro comercial que tenía poco de haber sido inaugurado.

Y sí… Es imposible negar que hay desarrollos inmobiliarios que no cumplen con la regulación y que se puede suponer que se llevaron a cabo a partir de algún acto de corrupción.

Pero de eso, a una burda generalización que sugiera que todo proyecto inmobiliario es fruto de esa corrupción o que esté mal construido, y hablar abiertamente de la existencia de un Cártel Inmobiliario, hay un trecho muy, pero muy largo.

A nivel nacional hay más de 3,000 empresas participando en la industria del desarrollo inmobiliario  y sería difícil establecer el número de los miles de empresas más, que intervienen en las diferentes cadenas de valor relacionadas con el sector.

Empresas de todos los tamaños, radicadas a lo largo y ancho del país y en una enorme mayoría, empresas mexicanas, que dan empleos a mexicanos y consumen infinidad de insumos mexicanos.

Muchas de esas empresas con muchos años de trayectoria haciendo las cosas bien e invirtiendo en México.

Hay que identificar los casos, pocos o muchos, de corrupción o negligencia… Identificarlos y sancionarlos.

Hay que pedir a gremios y representaciones empresariales que sean los primeros en señalar a quienes son corruptos o negligentes.

Pero también hay que marcar diferencias que permitan separar a estas malas empresas de las que hacen bien las cosas y, en su caso, diferenciar problemas aislados de aquellas que llevan mucho tiempo haciendo las cosas bien y que, como es el actual caso del grupo desarrollador del Centro Comercial Artz Pedregal, en determinado momento deben asumir la responsabilidad por los problemas que pudieran tener en un proyecto.

Porque no hay que perder de vista dos cosas…

Primero… Los proyectos inmobiliarios se construyen en respuesta a una necesidad… Se hacen centros comerciales porque la gente demanda los productos que se venden en ellos… Se hacen casas porque la gente sigue necesitando lugares para vivir…

Y segundo (que no es tema menor)… Los proyectos inmobiliarios son un poderosísimo motor de la economía, que genera anualmente inversiones del orden de 1 billón de pesos, que se traducen en dinamismo para 47 ramas de la economía y 14 puntos del Producto Interno Bruto (PIB) nacional, generando en el proceso millones de empleos.

Habría que ver qué pasaría si se frenara la construcción de desarrollos inmobiliarios como respuesta a problemas de un proyecto o a la corrupción de un número acotado de empresas.

Si se tratara de vivienda, la consecuencia sería desastrosa… Se rompería una línea de producción muy sensible… Que se frena con facilidad… Pero es muy difícil volver a encender.

Frenar la vivienda puede representar debilitar la oferta, que ya de por sí es muy inferior a la demanda, y esto necesariamente se traduciría en un incremento de precios que afectaría a los segmentos más vulnerables de población.

Frenar la construcción de otro tipo de productos inmobiliarios sería cancelar empleos… Y afectar el mercado interno al matar las ventas de toda la cadena de valor del sector.

Hay además otro detalle, porque se ha hablado de dejar de otorgar nuevos permisos de construcción durante el proceso de transición, lo que significaría atentar contra los derechos individuales de quienes quieran obtener un permiso y lo hagan cumpliendo para ello con todo lo que marca la ley.

Es terrible lo que pasó en Artz Pedregal… Hay que profundizar en el diagnóstico y sancionar a los culpables…

Es terrible la corrupción… Hay que combatirla en todos los frentes, en especial en el inmobiliario y, en su caso, sancionar con dureza a las empresas y funcionarios que resulten responsables.

Pero por favor… Seamos responsables… La construcción es mucho más que los problemas, negligencias o ilegalidades de una o varias empresas.