Cuando celebramos el día mundial de los datos abiertos el pasado dos de marzo, es imposible no pensar en cómo la pandemia cambió el debate sobre los datos en las ciudades y la narrativa sobre su valor. Las tecnologías están cambiando la vida de las personas en las ciudades y la forma en que los centros urbanos evolucionan para satisfacer sus necesidades. La pandemia aceleró esta transformación de manera disruptiva. Estos cambios se combinan con el creciente protagonismo de las ciudades en la gestión de los desafíos del desarrollo a nivel global, como el cambio climático.
Por lo tanto, es imposible no considerar a las ciudades como parte integral de la ecuación para resolver los desafíos concretos relacionados con la lucha contra la pobreza y las exclusiones, la mejora de los servicios públicos y la reducción de la inseguridad, entre otros. En este contexto de rupturas y disrupciones, la capacidad de los gobiernos locales para gestionar los problemas urbanos es clave, y la pandemia ha permitido comprender con mayor claridad los diversos elementos que faltan para gobernar las ciudades de forma eficaz.
Un tema clave ha sido cómo se manejan los datos y para que propósito; pero también su calidad e integridad, así como las garantías de privacidad y seguridad. Es decir, la confianza de los ciudadanos en la manera en que los gobiernos locales manejan sus datos para mejorar sus vidas.
Un gobierno local inteligente no se sostiene sin una buena gobernanza de los datos, una infraestructura de datos segura, y talento digital para sacarle valor. La política de datos debe funcionar como un elemento articulador de las estrategias de transformación digital, definiendo el alcance, la dirección, las responsabilidades y los procedimientos para el camino hacia territorios más responsivos y resilientes. Estos esfuerzos deben trascender el horizonte temporal de los ciclos políticos.
Para impulsar iniciativas estratégicas, las Unidades de Entrega, o Delivery Units, han ganado prominencia como instrumento de gestión del cambio en los gobiernos para el cumplimiento de iniciativas prioritarias. A nivel nacional, los modelos de gestión liderados desde el centro de los gobiernos a través de unidades de ejecución han mostrado ser instrumentos eficaces para el logro de las metas gubernamentales y cumplir con los objetivos prioritarios y los grandes proyectos.
Este modelo se está ampliando a los gobiernos subnacionales, como en Colombia. Los municipios tienen un papel directo en la prestación de servicios públicos e interactúan de forma estrecha con la ciudadanía, este tipo de innovaciones contribuyen a mejorar los servicios prestados a los ciudadanos. En un estudio reciente, mostramos como las ciudades de América Latina, en Brasil en particular como Recife y Rio de Janeiro, buscan apalancar estas innovaciones en gestión pública como un instrumento de planificación estratégica, basándose en la experiencia pionera de Nueva York.
En Buenos Aires, por ejemplo, la gestión del jefe de gobierno Rodríguez Larreta observó una disminución importante en la tasa de homicidios (43 %) y siniestros viales (33 %) entre 2015 y 2019, así como de la mortalidad infantil (16 % para el trienio 2016-2018 en comparación al trienio 2012-2015) a través del seguimiento sistemático de los compromisos de gobierno en la Unidad de Gestión del Cumplimiento.
Con el creciente papel de las nuevas tecnologías y los evidentes beneficios de los datos para mejorar la gestión de la ciudad, el uso estratégico de datos por los gobiernos municipales puede aumentar sus capacidades de entrega, de manera más ágil e inteligente, pero también más eficiente y económica. En otro estudio de CAF, banco de desarrollo de América Latina, analizamos el caso de 12 ciudades en el mundo, entre las cuales Boston, Seúl y Londres, en la región, Buenos Aires, Medellín, México y Recife que buscan fortalecer su gestión estratégica con el uso más intensivo de los datos para dar mejor respuesta a las expectativas crecientes de sus ciudadanos.
Es el caso de Bogotá, por ejemplo, con la creación de Ágata, la Agencia de Analítica de Datos, una entidad especializada que acelerará la transformación digital a través un uso más inteligente de los datos de la ciudad. No es posible gestionar lo que no se mide, y por lo tanto estos organismos tienen la función de recolectar datos, organizarlos y promover su uso para una mejor toma de decisiones. “Bogotá necesita transformar la información en datos para que los ciudadanos puedan tomar mejores decisiones y para eso es la analítica”, dijo la alcaldesa Claudia López.
Estas unidades no solo buscan aprovechar mejor los datos que las ciudades generan, pero mejorar la capacidad de entender los problemas reales de la gente. La combinación de la inteligencia de datos con la gestión estratégica de la ciudad desde el centro de gobierno muestra resultados promisorios. Por ejemplo, en Los Ángeles, la municipalidad logró disminuir en cerca 80 % el número de calles consideradas no limpias con un monitoreo sistemático de las vías a través del portal de geodatos de la ciudad. En San Francisco, los ciudadanos tienen acceso a más de 80 tableros de control reportando el desempeño municipal, y pueden seguir el cumplimiento de las metas de servicios de la ciudad.
Pero quizás lo más importante beneficio que las Unidades de Cumplimiento que hacen uso intensivo de datos es demostrar que invertir en innovación digital a nivel subnacional no solo es deseable, sino imprescindible. Aunque ya están consolidadas en las ciudades de América del Norte y Europa, las ciudades de América Latina aún no aprovechan al máximo los beneficios que este modelo de gestión puede traer. Los índices de confianza en los gobiernos se deterioran año tras año, y la pandemia agudizó esa erosión, especialmente en América Latina. La ciudad es el espacio idóneo para empezar a rescatar esta confianza y reconstruir el pacto entre la ciudadanía y las instituciones. Por todo eso los datos son centrales para el futuro de las ciudades.
Este artículo está escrito por Carlos Santiso y Marcelo Facchina y se publicó en el Blog Visiones de CAF