Por Carlos Moreno
En 2030, las 750 principales metrópolis van a representar más del 60% del PIB mundial. A día de hoy, 140 ciudades suponen el 44% del PIB de Europa, y la economía de servicios utiliza masivamente los “datos” se encuentra en el centro de esta profunda mutación. Construir las ciudades inclusivas y para todos, pasa también por dotar de más competencias a los territorios en esta transformación. Lo cual significa un fuerte desafío para los próximos cinco años: pasar del “Open Data” al “Urban Data” en las ciudades para todos.
La próxima presidencia francesa será la que va a pasar a la segunda década del Siglo XXI. Un siglo atravesado por dos tendencias principales que se desplegarán de forma masiva: la urbanización y la hyper conectividad del ser humano y los objetos.
La vida urbana en este decenio que se aproxima será atravesada por transformaciones profundas en relación a los usos. La economía de servicios que afecta a todos los sectores de actividad va a profundizar sus desarrollos con los nuevos comportamientos de los usuarios, convertidos en productores y consumidores de datos en masa, para casi todos los actos de la vida cotidiana. A día de hoy, en Francia, por ejemplo, 15 metrópolis representan el 39% de la población del país, el 43% del empleo y el 51% del PIB con la perspectiva a corto plazo de un posible paso a 22 metrópolis aumentando su peso en la vida nacional.
En los próximos 5 años, la convergencia de una Francia urbanizada, cada vez más metropolitana, con la hyper conectividad revolucionará aún más nuestras formas de vida, necesidades y usos sociales en nuestras ciudades sin que ninguna componente escape a esta transformación: hábitat, medio ambiente, educación, cultura, transporte, sanidad, seguridad, energía, agua, residuos,…, pero también la gobernanza y la vida ciudadana que están afectadas por esta doble revolución de los usos y lo digital.
Una malla muy fina se teje en nuestras vidas urbanas, generada por los “Smart devices”, la geolocalización, el internet de las cosas y la presencia de los ciudadanos móvil-conectados, que pasarán al 5G y dispondrán de un gran ancho de banda. Por primera vez, nuestro mundo físico urbano se convierte en productor en tiempo real de datos. Esta producción es masiva, descentralizada y fuertemente autónoma. Esta ubicuidad va a cambiar profundamente los modelos de usos, de servicios y económicos, en un mundo urbano.
Los datos están en el centro de esta transformación, convertidos en recurso clave, y accesible para todos. La aparición y crecimiento del Open Data, de la programación para todos, ha permitido a los no especialistas a concebir nuevos usos. La vida urbana será entonces el catalizador de nuevos paradigmas: anticipar y comprender las interacciones entre los sistemas que componen las ciudades con el fin de cotejar los datos y valorizarlos, vía la concepción de nuevos usos que facilitan la vida de los ciudadanos. La fuerza del Data y su verdadero valor en el siglo XXI, no reside en, paradójicamente, su producción, sino en la capacidad que ofrece a traspasar los objetos y los sistemas, con el fin de interesarse ante todo, en sus interacciones, sus interdependencias.
Para comprender la realidad de los fenómenos de nuestra vida urbana cotidiana, tan variados como nuestros desplazamientos urbanos, el suministro de energía, la gestión de los flujos, los impactos del cambio climático, y muchas otras situaciones, es indispensable comprender los vínculos entre las diversas entidades que se ligan, el vínculo entre el metabolismo de la vida urbana y del Data. Éstos últimos son también dinámicos: se crean, se producen, y se desarrollan a lo largo del tiempo y se transforman. El devenir de esta nueva materia prima para convertirse en conocimiento utilizable en un contexto dado, es un gran desafío.
Los grandes éxitos disruptivos de Google, Apple, Facebook, Uber, AirBnB, Amazon, Ali Baba, etc. se basan en su capacidad de transformar los datos en un uso social, simple y accesible, a través de plataformas de hibridación, para producir servicios que transforman nuestras vidas y nuestras ciudades. A día de hoy, la hibridación de los objetos con los datos y su uso social a través de plataformas, están en el centro de la revolución de los usos por lo digital, que encuentran su encarnación en la vida ciudadana cada vez mas urbana.
Un gran desafío se cierne sobre la próxima presidencia de la República Francesa: comprender los cambios que se suceden con la fuerza de la vida urbana y la producción-consumo masivo de datos por los ciudadanos. Se hará indispensable abordar la gobernanza y la estructuración de los datos y sus usos, no únicamente en términos de Open Data, sino yendo más allá, para dar todo su lugar y poder al Urban Data. Será una fuente de nuevas oportunidades económicas, de creación de valor, de innovación y de disrupción, que pasarán por los territorios, las metrópolis, las ciudades y la vida urbana en general.
Pero afrontar este desafío significa también, comprender y aceptar el alcance del hecho urbano: ¿cómo explicar que en el siglo XXI, el siglo de las ciudades, las elecciones políticas que van a presidir los próximos cinco años, están desarraigados del territorio, la ciudad, el lugar donde se encuentra la mayor parte de la población en Francia, como en toda Europa y en un mundo que es mayoritariamente ciudadana?
Es el momento de que el Estado Francés desarrolle una política urbana que solucione la fragmentación de las competencias necesarias para comprender las ciudades y su complejidad, en su transversalidad, el salir de un enfoque en silo y sectorial. Es tiempo de hacer una política visionaria e innovadora que dé a las metrópolis, ciudades y territorios urbanos, nuevas capacidades de gobernanza y de acción. El paso del “Open Data” al “Urban Data” es una de las palancas de esta hoja de ruta. Dar prioridad a la comprensión del Urban Data y ofrecer nuevos instrumentos para canalizarlo hacía fuentes de generación de valor será coherente con una nueva década en la que el Big Data, los algoritmos y la IA se encuentran en el centro de las principales batallas estratégicas. Yo estoy a favor, de entre otros, una fuerte acción, dirigida por el Estado con una acción descentralizada alrededor del Urban Data, con una herramienta de reflexión estratégica, un Consejo Nacional del Urban Data, que permita crear un nuevo enfoque en la gobernanza y las herramientas de gestión.
Apoyo las acciones a favor de dar más competencias a los gobiernos urbanos con el fin dotarlos de más medios a su capacidad de innovar, experimentar, promover acciones alrededor de la convergencia entre el Urban Data, los nuevos usos y los ecosistemas territoriales. Abogo por un potente plan nacional de inversión, para valorizar el Urban Data poniendo en común a universidades, académicos, científicos, investigadores, empresas, para que en los territorios, con nuestras ciudades y metrópolis, la “Data Science” sea conducida con disrupción y también con pragmatismo.
Es tiempo de imaginar un «Ministerio de la Vida Urbana» que esté a la altura del desafío de la doble convergencia de la urbanización mundial, europea y francesa, y de la ubicuidad omnipresente de crecimiento exponencial.
De un ministerio al otro, la política urbana se descompone arbitrariamente en atribuciones verticales, funcionales, a menudo ignoradas entre ellas, sino incluso en competencia, sobre el hábitat, el transporte, el desarrollo sostenible, la energía, el comercio, la economía, la solidaridad… Comúnmente reducida “a los barrios de inmigración – les Quartiers -” como expresión de una visión simplista y obsoleta, es habitualmente inexistente cuando en realidad, son las ciudades y nuestras vidas urbanas atravesadas por lo digital a día de hoy, las que están en el centro de nuestros grandes desafíos sociales, económicos, culturales, ecológicos y de resiliencia. Ellas están en el centro de la creación de riqueza y empleos.
En el siglo de las ciudades, la próxima década es decisiva porque la competencia no es únicamente entre los Estados sino igualmente, y cada vez más, entre las ciudades. A su vez, lo digital y sus actores se han convertido en transnacionales. El Urban Data es un desafío estratégico para los años por venir, y es indispensable tenerlo en cuenta y actuar antes que sea demasiado tarde y que de una vez, no perdamos una fuente de creación de valor, de desarrollo y de transformación de nuestras gobernanzas, usos y servicios.
“Texto original escrito en francés para el diario La Tribune.
Derechos en español para el portal I-Ambiente, con traducción de @Guille_Mas
Cortesía de Carlos Moreno para su publicación en La Network, en particular para los lectores de América Latina.