Depender de la variabilidad climática del país y de fenómenos meteorológicos como el de El Niño –que se presentan cada siete a diez años, aproximadamente– se convierte en una debilidad de este modelo de generación de energía para el Sistema Eléctrico en Colombia.
Esta es una de las conclusiones a las que llegó Javier Orlando Bacca García, magíster en Medio Ambiente y Desarrollo de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), después de analizar desde un enfoque ambiental este modelo de producción, que representa el 70 % de la canasta energética del país.
El investigador evaluó los impactos que las condiciones ambientales nacionales tienen en la ejecución, el funcionamiento y la vulnerabilidad en la prestación del servicio de energía eléctrica, hasta las consecuencias de estas megaobras sobre los grupos sociales que habitan en su zona de influencia.
“La dependencia de una sola tecnología de generación es alta, lo cual ha propiciado momentos de incertidumbre para el sistema de producción eléctrica, debido a que los fenómenos climatológicos han llevado a los embalses a niveles críticos, lo que supone un riesgo para la prestación del servicio”, asegura el investigador.
En los últimos 27 años esta situación se presentó en dos oportunidades que mostraron la fragilidad del sistema eléctrico: en 1992 se produjeron racionamientos intensos, que incluso trajeron medidas de contingencia como el cambio del huso horario para el aprovechamiento de la luz del día; y en 2016 se alcanzaron niveles críticos en los embalses, lo que puso en riesgo la operación de las centrales.
El análisis se realizó a partir de una revisión exhaustiva de investigaciones científicas y académicas sobre el tema en el país y en el mundo, además de fuentes gubernamentales relacionadas con la generación eléctrica, el nivel de los embalses y el volumen de la producción de cada una de las hidroeléctricas que actualmente funcionan en el territorio nacional. Así mismo se abordó el conflicto generado alrededor de la represa de Hidrosogamoso, en Santander, mediante una metodología desarrollada por el Observatorio de Conflictos Ambientales (OCA) del Instituto de Estudios Ambientales de la UNAL.
A partir de esta información, inicialmente el magíster identificó que con las dinámicas económicas actuales y el aumento exponencial de la demografía se han acelerado los procesos de obtención de energía eléctrica, lo que ha incentivado la construcción de proyectos de infraestructura –como las centrales hidroeléctricas– cada vez de mayor envergadura.
De estas, las principales del país son Betania, Chivor, Guatapé, Guavio, Jaguas, Miel I, Porce II, Porce III, Prado, Salvajina, San Carlos, Troneras, Urrá, Alto Anchicayá, El Quimbo, Ituango, Sogamoso y Playas, proyectos que se han convertido en una prioridad por la favorabilidad en su implantación con las condiciones geográficas, hídricas y topográficas existentes y por su alta capacidad para obtener energía, que ocupa el primer lugar de generación en el Sistema Eléctrico Nacional.
Impactos ambientales
En una segunda fase el investigador hizo un seguimiento de los impactos ambientales ocasionados por las centrales hidroeléctricas, aunque esta forma de generación es considerada como beneficiosa y responsable en comparación con el uso de petróleo, gas carbón.
Además recopiló información acerca de los principales problemas causados por estas megaobras tanto en el país como en el exterior, y encontró casos de afectación en la calidad del agua, como en El Quimbo (Huila), donde expertos han detectado que los valores de oxígeno disuelto presentes en el agua tienen una clara tendencia a la eutrofización (enriquecimiento en nutrientes de un ecosistema acuático), que se da porque la materia orgánica en descomposición afecta al río Magdalena generando efectos negativos sobre la calidad del agua e incentivando la proliferación de algas y material vegetal flotante.
A ello se le suman otras afectaciones físicas como cambios de la sedimentación del río, lo que implica cambios tanto en el ancho, la profundidad y el nivel del piso del canal como en el tamaño del grano de las partículas transportadas e incluso en su forma, lo que puede traer como consecuencia cambios en la fauna acuática aguas abajo.
Impactos sociales
El investigador tomó el caso de Hidrosogamoso para analizar las afectaciones que se presentan en las comunidades cercanas a este tipo de infraestructuras, a partir del análisis de fuentes secundarias como la prensa, normas y reglamentos relacionados con la puesta en marcha del proyecto y además informes, libros y artículos científicos.
A partir de allí concluyó que la disminución drástica del caudal y el cambio en los ríos de un sistema lotico (en movimiento) a uno lentico (sin fluir) afecta la fauna, en especial a las especies migratorias como el bocachico, el capaz y el bagre, las cuales forman parte intrínseca de la cultura de las poblaciones ribereñas, tanto para el consumo como para la venta.
Cuando disminuye la cantidad de pescado disponible para la venta el sostenimiento de los pescadores se dificulta, pues en estas comunidades todo el contexto económico familiar gira en torno a esta actividad. Ante esta situación, se ven forzados a realizar otras tareas, como la ganadería o la agricultura, lo que implica un cambio drástico de su cultura, dado que estas exigen ritmos y estilos de vida diferentes a los que han tenido a lo largo de sus vidas.