“El acelerado crecimiento urbano trae consigo la eliminación de las fronteras o las jurisdicciones: terminan siendo unos territorios integrados entre sí por muchas razones”, afirma Eugenio Prieto Soto, Director del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, quien hace en esta entrevista una reflexión sobre el papel clave de una entidad como la que dirige.
Las conurbaciones o áreas metropolitanas y su desarrollo sostenible son un objetivo de la Nueva Agenda Urbana surgida de la cita ONU Hábitat III en Quito (2015) ya que en la actualidad, una ciudad que no se piense con criterio supramunicipal, está relegada del progreso.
Y eso lo tiene bien claro el Director del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, Eugenio Prieto Soto, quien define, en el concepto de asociatividad, la clave para que los 10 municipios que integran la conurbación de Medellín con cerca de 4’000.000 de habitantes, sean sostenibles en el largo plazo.
¿Cuál es la importancia de una entidad metropolitana en este contexto?
El desarrollo urbano termina por disolver las fronteras e integra territorios por muchas dinámicas: ambientales, sociales, económicas, de movilidad. Y eso hace que desde la capacidad individual de cada territorio no se tengan las suficientes competencias, recursos e instrumentos para intervenir esas problemáticas. Por ello la asociatividad es clave para resolver los retos conjuntos e incluso ir más allá: de otros sueños, esperanzas y anhelos para que esos territorios resuelvan en su proceso de planificación, muchas de esas rutas manera articulada.
¿Allí el papel central de una entidad como el Área Metropolitana del Valle de Aburrá es generar esa asociatividad?
Los elementos clave para el desarrollo de un territorio vienen desde el diálogo, desde la conversación, desde la concertación, desde los acuerdos con los esquemas asociativos territoriales como en el caso nuestro en el Área Metropolitana del Valle del Aburrá.
¿Dónde queda la autonomía de los territorios?
La integración de esfuerzos, sinergias y corresponsabilidades permite que el esquema asociativo territorial se convierta en modelo no solo en Colombia, sino en Latinoamérica y el mundo. Porque se respeta la autonomía como tal, pero al mismo tiempo sienta a esas autonomías a dialogar. Y en el centro de ese diálogo no está solo lo público, la integración de 10 territorios, sino también lo privado, la academia, lo social, los actores del territorio. Entonces esa conversación ya no será solo sobre la planificación, sino sobre la ejecución de esta, eso es lo fundamental.
¿Para usted qué pilares tendría esa asociatividad supramunicipal?
Hay temas claves, transversales. La sostenibilidad: no es sostenible una ciudad por sí sola, un territorio es sostenible como un ecosistema que se articula en lo urbano – rural y en lo urbano – regional; en un modelo sistémico de desarrollo sostenible. Ahora, la sostenibilidad sin competitividad no permite avanzar hacia la equidad y la equidad tiene integración social, necesita gobernabilidad, gobernanza y ordenamiento territorial.
¿Es entonces la metropolización la solución a los problemas urbanos?
La metropolización si bien también es una posibilidad de calidad de vida, también genera problemas como la contaminación del agua, del suelo, del aire que hacen más compleja la vida en estos territorios. En ese sentido no se trata solo de ideas, no se trata solamente de proyectos. Se trata de anhelos y de sueños comunes, de cómo vivir mejor, de cómo tener mejor calidad de vida y de tomar decisiones que permitan que vayamos gradualmente ajustando y equilibrando entre la sostenibilidad y la competitividad.
Finalmente, ¿cómo ajustar esas decisiones para llegar a la sostenibilidad y competitividad?
Lo fundamental es que si no se tiene claro el norte hacia el largo plazo, uno puede llegar a cualquier parte; incluso ser exitoso pero más como resultado de la suerte que como consecuencia de un desarrollo responsable de esos planos y de esa mirada de largo plazo, para que esos territorios no vayan a colapsar en cualquier momento por el acelerado crecimiento urbano.