Ya sea como parte de la vía férrea del norte, entre 1890 y 1930, como la avenida diseñada por Karl Brunner en 1932, o como la troncal contemporánea de hoy, esta vía se ha configurado en la columna vertebral del crecimiento de la capital en el sentido norte-sur.
Si se tuviera en cuenta la actual autopista Norte como una prolongación de la avenida Caracas, esta alcanzaría poblaciones como Chía, Cajicá, Zipaquirá y Tocancipá, y más allá conectaría la capital con los departamentos del norte de Cundinamarca. Hacia el sur alcanzaría los territorios de lo que fue en su momento el municipio de Usme y la vía al Llano, camino al suroriente del país.
Así lo señala Diego Alexander Buitrago Ruiz, magíster en Historia y Teoría del Arte, la Arquitectura y la Ciudad, de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), quien se centró en esta importante vía para realizar un trabajo de historia urbana en el que se plantea esta avenida como un importante escenario de ciudad, que incluso podría ser teatral.
“La avenida Caracas tiene una jerarquía tremenda, no solo por su función como infraestructura vial, que es evidente desde la configuración de la troncal, sino también por la aparición de arquitecturas de muy distinta índole que se ubicaron en su área de influencia, desde las casas burguesas en La Magdalena y Teusaquillo, hasta aquellas modernas que se encuentran en Chapinero, e incluso las populares hacia el tramo sur”, comenta el investigador.
La calle como escenario
A partir del surgimiento de esos escenarios tan diversos alrededor de la Caracas, el investigador plantea la metáfora de la calle como escenario para reconstruir su historia y la de sus habitantes.
Para esto consultó fuentes fotográficas y audiovisuales que retratan la vida y los personajes que han habitado la Caracas, además de cartografías, como un mapa fechado el 5 de septiembre de 1805, firmado por Lorenzo Marroquín de la Sierra, en el que se evidencia el nacimiento de lo que sería esta vía, a partir de lo que se conoció como el “camino en derechura”.
“Lo que hago es dividir esa historia en tres periodos temporales, el primero es el de la vía férrea, que comprende entre 1890 y 1930; el segundo, el de la avenida diseñada por el urbanista austriaco Karl Bruner, desde 1932 –cuando aparece el artículo que declara la avenida como ‘Caracas’– hasta 1968, y el tercer sería el de la troncal, que nace en 1989 con administración del alcalde Andrés Pastrana”, explica el magíster.
Entre la sátira y la comedia
Cada periodo se identificó con un género teatral según las características de la época y los hechos históricos. Así, el primer periodo, de finales del siglo XIX a comienzos del XX, representa la sátira, debido a que en este momento la vía férrea conservaba la idea bucólica en su paisaje.
“La vía para la sátira tomaba lugar allí, donde el paisaje natural aún se resistía a la acción acaparadora del hombre moderno. Entre el contraste de los imponentes cerros y la planicie extendida se dejaban entrever los rieles y los durmientes como si siempre hubiesen estado allí, habitando con los animales en bucólica convivencia”, relata el investigador.
El momento de la “avenida” se identificó con el generó trágico, no porque se vincularan los sucesos terribles de aquel momento, sino por el alto valor estético y de detalle que se alcanzó en los proyectos de urbanización desarrollados en la época.
“La avenida Caracas fue el ejemplo idóneo para la realización del anhelado progreso. En resumen, los grupos emergentes como conjunto surtieron al lado de la avenida un inevitable proceso de declive de las maneras sociales convencionales hacia una vida pública pragmática. Este primer tramo de la avenida diseñado por Brunner logró armonizar paisaje y arquitectura en una escenografía coherente”, menciona el magíster.
Por último, la “troncal” se identificó con la comedia, debido al proceso de degradación que siguieron a las obras inauguradas por Pastrana en 1990, que tenían como fin darle prioridad al transporte público por esta vía.
“Debido a la intensificación del ruido, la contaminación y la inseguridad, paulatinamente las casas de las familias aburguesadas y los apartamentos de empleados se quedaron vacíos, y aquellos grupos se trasladaron hacia áreas periféricas de la ciudad. Las construcciones fueron ocupadas entonces por oficinas y un muy variado comercio”, menciona el investigador.
Agencia de Noticias UN