¿La ciudad aprende?

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Claudia Restrepo
5 marzo, 2017 - Educación

Las ‘comunidades del aprendizaje’, ‘ciudades del aprendizaje’ y ‘regiones del aprendizaje’ son pilares del desarrollo sostenible.

Es cada vez más generalizado que en escenarios empresariales, académicos y de política pública escuchemos hablar sobre ciudades que aprenden y sociedades de conocimiento. Y que no nos dé pena preguntar qué significa exactamente que una ciudad aprende.

Se los digo, porque siempre camino con cuidado cuando los conceptos se vuelven generales. Es bueno saber si todos estamos hablando de lo mismo.

Aprenderíamos mucho si, una que otra vez, en una conversación, tratáramos de determinar si los términos que empleamos significan lo mismo para todos. Allí, en una expresión común, se encuentran la mayoría de los desacuerdos: “Estamos hablando de lo mismo”, después de horas de discusión.

Como nota al margen, uno de mis ejercicios en el mundo gerencial siempre se inicia con ponernos de acuerdo en los conceptos que utilizamos de manera más frecuente para saber si todos entendemos lo mismo. Nunca dejo de sorprenderme.

Volviendo a las ciudades que aprenden, ya la declaración Unesco acordada en Beijín lo expresa: “Afirmamos que las ‘comunidades del aprendizaje’, ‘ciudades del aprendizaje’ y ‘regiones del aprendizaje’ son pilares del desarrollo sostenible…”, y con ello se las define como aquellas que promueven el aprendizaje para toda la vida, de todos.

De acuerdo con la red de ciudades que aprenden, iniciativa liderada por la Unesco (según el último registro oficial de agosto de 2016), con la participación de 115 ciudades de 28 países –entre los que no está Colombia– existen seis retos para estas ciudades:

1. Promover efectivamente el aprendizaje incluyente en todo el sistema educativo.
2. Revitalizar el aprendizaje en familias y comunidades
3. Facilitar el aprendizaje en los lugares de trabajo.
4. Extender el uso de tecnologías modernas para el aprendizaje.
5. Mejorar calidad y excelencia en el aprendizaje.
6. Fomentar una cultura de aprendizaje a través de la vida.

De manera simple, diría que quienes aprendemos somos los ciudadanos –el aprendizaje debe tocar el corazón– y nuestra responsabilidad es construir ambientes que faciliten ese aprendizaje permanente en cada ámbito de la vida, la familia, el trabajo y la cotidianidad. La ciudadanía es familiar, social, corporativa y, por supuesto, activa de cara al territorio que habitamos.

Una ciudad que aprende es aquella en la que los ciudadanos aprendemos, sobre todo a vivir en armonía, a aprender de la experiencia y, con ello, a ser resilientes. Aquella en la que la creatividad rompe las fronteras de nuestras propias mentes y que no le teme al futuro, porque lo construye en el presente.

Atravesamos tiempos difíciles, de sordera e indolencia social. Muchos perdimos el sentido de urgencia que significa la construcción de ciudad.

En una ciudad las principales fuerzas creadoras y de aprendizaje somos quienes la habitamos. La tarea es crear, disentir, consensuar, transformar y construir el tejido que cohesiona en el lugar de trabajo, en la familia, en el sistema escolar, en el ecosistema cultural.

La revolución del aprendizaje es la que nos mueve a creer en lo imposible. Hace parte de esa arquitectura humana que llamamos ciudad.

Claudia Patricia Restrepo
Exvicealcaldesa de Medellín.

Columna escrita originalmente para el diario económico Portafolio