La ciudad contemporánea es el espacio urbano donde cohabitan los individuos y también es la heredera natural de la ciudad que comenzó a gestarse a partir de la revolución industrial en Inglaterra en la segunda mitad del siglo XVIII en adelante llegando a las principales economías del mundo en 1840, la industrialización constituía en sí misma una profunda transformación socioeconómica y tecnológica cambiando el modelo económico rural que basaba su capacidad en la agricultura y en el comercio por un modelo de desarrollo urbano, industrializado y mecanizado buscando garantizar un aumento de la producción de bienes.
Si bien, la ciudad de la Revolución Industrial tiene diferencias sustanciales con la Ciudad Contemporánea, existen una serie de puntos en común entre ambas, lo cual ha generado que en primer lugar, nuestros modelos de ciudades constituyan verdaderos focos de contaminación como de emisión de gases de invernadero y que adicionalmente al problema del cambio climático, sus condiciones han permitido no controlar la pandemia de Corona Virus.
Ya desde el año 1987 por medio del informe Our Common Fufure de la Comisión de Medio Ambiente y Desarrollo, había quedado en evidencia la controversia entre el modelo económico internacional vs el desarrollo sostenido, esta comisión también se encargó en esbozar la necesidad de realizar cambios sustanciales en la forma de planificación urbana que realizamos en los espacios llamados ciudad, los cuales son puntos contaminantes a todo evento.
En las ciudades contemporáneas el aumento de la población es exponencial, nunca antes, en la historia de la humanidad, habían vivido tantas personas en los mismos espacios, las personas del mundo rural desde ya hace varias décadas han comenzado a emigrar a las grandes urbes buscando mejores condiciones laborales, académicas o de salud, en definitiva, las personas se movilizan hacia las ciudades buscando mejores oportunidades de desarrollo y de mejorar su calidad de vida, lo cual no es criticable, pero existe un problema, el actual modelo de ciudad no tiene espacio para tantas personas cohabitando, porque no entrega garantías mínimas de un desarrollo sostenido.
La situación de Latinoamérica es grave, gran parte de las ciudad fundadas en la región, fueron asentamientos coloniales de España, fundados sin planificación urbana, los cuales se asentaron en valles, desplazando a especies naturales de sus hábitats, como es el caso de Santiago de Chile, que descansa sobre el valle fértil del Mapocho, el asentamiento urbano desplazo a la pre cordillera de los Andes a los Pumas y también dejo sin el uso natural de estas tierras que son sin duda la agricultura, transformándola en paños para construcciones.
Si bien, las ciudades entregan oportunidades para sus habitantes, también cuentan con un lado negativo, el cual es la marginalidad y la pobreza encubierta, por ejemplo, los países que reciben grandes oleadas de inmigrantes, estos llegan a sus principales ciudades en busca de trabajo, pero que en los primeros meses o incluso años en ese nuevo país se someten a las más duras condiciones de desigualdad, muchas veces realizando trabajos informales y viviendo en situaciones de confinamiento y precariedad absoluta, estas condiciones son las que posibilitan la propagación del virus de manera desmedida, el uso de un baño para veinte personas, siendo hombres, mujeres y niños es un foco de salubridad a modo de ejemplificación.
La Organización de Naciones Unidas sostiene que las ciudades son uno de los factores que más atribuyen al cambio climático, de acuerdo con el estudio ONU-Habitat, las ciudades consumen el 78% de la energía mundial y producen 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero, las cuales en su totalidad, no alcanzan a abarcar el 2% de la superficie de la tierra, las ciudades dependen principalmente de combustibles fósiles, los cuales también son principales gases contaminantes no tan solo respecto del cambio climático, sino respecto de la contaminación misma en estos espacios de las cuales respiran las personas.
El Corona Virus nos ha confinado en muchos países de Latinoamérica a estar en nuestras casas, pero son miles de personas las que por condiciones de precariedad no cuentan con las posibilidades de poder realizar cuarentenas preventivas u obligatorias, teniendo que seguir realizando labores de trabajo presencial en contacto con otras personas y viéndose expuestas a la infección, muchas de las cuales no cuentan con sistemas de previsión de salud mínima.
En definitiva, la Ciudad Contemporanea no es un elemento de desarrollo sostenido, no es en esto en lo que pensó la comisión Brundtland cuando presento el informe en 1987 a la Asamblea General de Naciones Unidas, la ciudad contemporánea es la evolución natural de la ciudad de la revolución industrial, la cual oculta la precariedad de las condiciones de vida de sus habitantes y ejerce controles de vigilancia y poder sobre sus habitantes, la ciudad contemporánea no es el modelo que necesitamos para dar una contienda contra el cambio climático.
Hoy más que nunca, los esfuerzos deben centrarse en fortalecer los sistemas de integración de los habitantes de las ciudades, avanzar en la ejecución del programa de Pnud para 2030 de Objetivos de Desarrollo Sostenible y entregar mayores facultades de decisión a las comunidades para avanzar en un desarrollo duradero.