Los alcaldes tienen claro que las ciudades decidirán el destino del mundo en el siglo XXI. Y el desafío que enfrentan no lo desconocen: la ciudad es reclamada como un derecho de todos.
En la Asamblea Mundial de Alcaldes realizada en Quito como una de las actividades centrales de Hábitat III, notificaron que van a seguir alzando la voz. Y en eso no solo los acompaña Ban Ki Moon, sino que éste, en calidad de secretario general de la ONU, les instó a que lo hagan y a que sigan aunando esfuerzos para que los Estados dejen de considerarlos meramente como administradores y cumplidores de órdenes superiores.
“Hoy es necesario apoyar y empoderar a los gobiernos locales, aliados claves para los gobiernos regionales y nacionales. Las decisiones globales deben tener en cuenta a los gobiernos locales. Es más fácil manejar lo que está más cerca”, dijo el señor Ban Ki Moon.
Las reclamaciones de los alcaldes, que se constituyen en algo así como un memorial de agravios en diversas direcciones, tienen una razón de ser: ya pasó el tiempo de las agendas globales pensadas y plasmadas en documentos que desconocen las realidades locales y los retos a los que las poblaciones se enfrentan en el día a día en sus territorios.
Por eso reclaman que la voz y las decisiones de esos cientos de miles de hombres y mujeres que dirigen las ciudades en los cinco continentes se oigan en espacios de representación como la ONU y los organismos internacionales de crédito y otras entidades que administran recursos.
El alcalde de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, planteó que, ante el proceso irreversible de fortalecimiento del rol de la ciudad, el 20% o el 25% de los dineros de los organismos mundiales debería ir directamente a las ciudades
Y sin intermediación de los gobiernos nacionales, federales o departamentales, sugirió el alcalde de Ciudad de México Miguel Ángel Mancera, como una de las decisiones que contribuirían a hacer realidad la nueva agenda que se expedirá al final de Hábitat III.
“No somos administradores, somos gobiernos locales, uniremos venceremos”, expresó con gran énfasis el alcalde de Montreal, Denis Coderre, a cuya proclama el auditorio respondió con un sonoro aplauso.
En tono propositivo para que las demandas no pierdan su esencia y se mantengan por fuera de una actitud desafiante, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, dijo que este llamado de la Asamblea Mundial no contiene ninguna amenaza, ni que los alcaldes se estén erigiendo en competidores de los gobiernos nacionales o regionales.
“Queremos que nos vean como aliados”, matizó, planteando enseguida que “el siglo XXI debe ser el siglo de la femenización de la política”, en alusión a la creciente presencia de la mujer en el escenario público y a la urgencia de que sean superados todos los estereotipos y los procederes violentos, ofensivos e intimidantes en su contra.
Pero, para que las ciudades enruten su destino hacia un protagonismo real y con respaldo genuino de los ciudadanos, la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, manifestó que los alcaldes tienen que tener muy presente el combate a la desigualdad y a la violencia, y que “la corrupción es un veneno que acaba con lo público”.
También aludió a que el conflicto en sus territorios no debe ser interpretado como algo perjudicial o negativo para la vida en comunidad, sino como una oportunidad de progreso y un dinamizador de soluciones colectivas.
“No temamos al conflicto”, dijo, invitando a sus colegas a que “seamos los gobernantes que necesita este siglo”.
Otro tema que mereció la atención de esta Asamblea Mundial fue el de los desafíos que enfrenta el mundo por el empobrecimiento de la vida urbana en relación con las desbordadas tasas de urbanización.
De otro lado, el intendente de Pichincha, Gustavo Baroja, expresó que “hoy los alcaldes están más convencidos que nunca que no se pueden construir ciudades sin la participación activa de los gobiernos intermedios y de los gobiernos locales, porque son estos niveles de gobiernos los que juntos, con la participación directa de la ciudadanía y de los gobiernos centrales, los que debemos construir las estrategias para el desarrollo del hábitat, del territorio y de las ciudades para los próximos veinte años de manera mancomunidad”.
Agregó que en la agenda urbana debe estar presente la relación de lo urbano con lo rural, pero que hoy esa relación “es injusta, inequitativa y desigual”.
“No olvidemos que la ciudad depende del campo y el campo depende de lo que pase en la ciudad, por eso mismo desde aquí hago este llamado”.