La semana pasada, la Empresa de Renovación y Desarrollo Urbano de Bogotá (RenoBo), en conjunto con el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (Idpc), lanzó una ambiciosa iniciativa enfocada en el reúso de edificaciones, cuya primera fase se concentra en el centro histórico de la capital colombiana. Si bien esta estrategia no es novedosa, y ya se ha implementado con éxito de manera espontánea y privada en la ciudad así como en otras ciudades alrededor mundo, lo verdaderamente innovador es la formulación de una política pública específica para ello que incluye la creación de un ecosistema de entidades que faciliten estos procesos en Bogotá.
En medio de las reflexiones para estructurar el programa surgieron toda clase de ideas que van desde las aplicaciones de citas y el rol de la empresa, pasando por ciudades hermosas y sitios icónicos internacionales donde los centros son los principales atractivos turísticos, hasta esa introspección de cuestionarnos sobre lo que pagamos por viajar y conocer ese tipo de lugares comparando lo que se podría rescatar localmente, y pensamientos nostálgicos sobre la Bogotá de antaño y lo que se ha perdido con el tiempo.
Para las nuevas generaciones, es difícil comprender lo que representó el centro fundacional de Bogotá y sus áreas circundantes en materia urbanística y arquitectónica. Entre los años 40 y 60, arquitectos internacionales de renombre construyeron una ciudad moderna, comparable a nivel internacional que, incluso, podría pasar por europea para muchos incautos. No obstante, debido al crecimiento demográfico y al desarrollo urbano, Bogotá se extendió más allá de sus ejes viales principales. Hoy, la ciudad busca rescatar estos ejes y los edificios que alguna vez fueron íconos estratégicos y centrales.
Aunque la estrategia inicial se enfoca en el centro de la ciudad, deteriorado y poco habitado después de pandemia, el objetivo es revitalizar Bogotá mediante el reúso y reciclaje de edificios actualmente en desuso. Principalmente, se pretende transformar edificios de oficinas en viviendas, promoviendo la mezcla de usos y tipos de vivienda para dinamizar la ciudad y fomentar la diversidad que caracteriza a las ciudades de proximidad. A pesar de los mitos y retos, existen ejemplos concretos que demuestran la viabilidad de esta estrategia. Un caso destacado es el del Edificio Acuña en la carrera décima, así como el conjunto residencial Calle del Sol.
Uno de los aspectos más destacables de esta iniciativa es que no solo se reúsa el edificio, sino que, como un efecto dominó, estas nuevas adecuaciones motivan a los vecinos y demás actores a mejorar sus propiedades, impactando positivamente el entorno y, por ende, la ciudad misma. El reúso de edificaciones es beneficioso desde múltiples perspectivas: mitiga el cambio climático al reducir el uso de recursos en nuevas construcciones y los residuos que estas generan; aumenta la oferta de vivienda; genera empleo; y fomenta la reactivación económica, entre otros.