En marzo del año 2000 se celebró en La Haya (Holanda) el II Foro Mundial sobre el Agua y Conferencia Interministerial sobre Seguridad Hidrológica en el Siglo XXI. Una de las conclusiones a las que se llegó fue que “la crisis del agua es a menudo una crisis de gobernabilidad”. Al analizar el proceso venezolano y su relación con la gestión del agua y la seguridad hídrica, encontramos una alarmante correlación entre la politización del servicio y la crisis en el suministro del agua potable a los ciudadanos.
La revolución, como se autodenomina el proyecto político que ostenta el poder en Venezuela, fundamenta su génesis en el principio de “la máxima felicidad posible para el pueblo”. Cualquiera podría inferir que la única manera de tener ese grado de felicidad es contando, entre otras cosas, con la seguridad de tener alimentos en tu mesa, calles seguras y agua potable saliendo de los grifos de tu vivienda. En nuestro país esto no ocurre, vivimos una grave escasez de alimentos, así como también de seguridad ciudadana, pero también del suministro confiable de agua potable. La inmensa mayoría de las grandes ciudades de Venezuela viven con escasez constante del suministro, es importante resaltar la palabra constante, no es un hecho coyuntural por la sequía, es una realidad permanente.
Ursula Schaefer-Preuss, Presidente de Global Water Partnership International, dijo en una oportunidad que “Lograr la seguridad hídrica significa satisfacer las necesidades humanas, así como las de los ecosistemas. Para ello es necesario que ocurran cambios fundamentales en los valores, creencias, percepciones y posiciones políticas, no sólo en las instituciones de gestión del agua, sino también en cada una de las partes interesadas”. La crisis de suministro que vivimos en Venezuela es en gran parte, consecuencia de no identificar esa necesidad de cambio en la posición política de un sector que tiene el monopolio de la gestión del agua. Convirtieron el agua en un mecanismo de control político, el solo eslogan de la empresa prestadora del servicio en Caracas lo dice todo: “Hidrocapital, Una herramienta de la revolución”.
La Seguridad Hídrica es otra de las metas no alcanzadas por el gobierno venezolano, no solo no se han logrado los objetivos establecidos en los acuerdos y tratados internacionales, no se está haciendo absolutamente nada para que eso sea factible. La gestión del agua en Venezuela se limita desde hace ya demasiado tiempo, a intentar llevar algo de agua a la gente con los pocos recursos que quedan después de que los corruptos toman su tajada.
En Venezuela tenemos paralizados la mayoría de los proyectos de ampliación de los sistemas de almacenamiento y distribución, lo más grave, el sistema de saneamiento no garantiza la potabilidad del producto en ninguna de las ciudades venezolanas. Este escenario no debe seguir siendo ignorado por el resto del mundo, el impacto de esta crisis en Venezuela ya se vive en varios países del continente y esto es solo el principio.
Millones de venezolanos tenemos cada día menos agua y esta es cada vez de menor calidad. Más enfermedades y pobreza es la única garantía que ofrece la política de gestión de agua en Venezuela. Pido a mis pares de América Latina, concejales, alcaldes, intendentes y demás gestores de ciudad, que nos acompañen en esta denuncia. Los venezolanos necesitamos de su apoyo hoy más que nunca.
Diego Scharifker
Concejal de Chacao
@DiegoScharifker