¿Cuáles elementos son clave para una ciudad accesible y cuál es el panorama para las personas con discapacidad en época de pandemia? LA Network dialogó con Berny Bluman, director de la Fundación Colombia Accesible, quien reflexiona sobre cómo garantizar el Derecho a la Ciudad a esta población.
Construir urbes accesibles, incluyentes, para todos, son presupuestos fundamentales en la planeación de las ciudades.
En ese contexto, la pandemia por COVID-19, además de muertes, contagios, contracción económica y presión para el sistema de salud, ha desnudado las incontables falencias que las ciudades tienen para atender las necesidades básicas de las personas con discapacidad, al punto de que, para ellas, incluso estar en casa, se ha convertido en estar en un territorio peligroso.
De acuerdo con la ONU, en el mundo el 15 % del total de la población presenta algún tipo de discapacidad. Al tiempo, el 80 % de las personas con discapacidad vive en países en desarrollo y un tercio de los 58 millones de niños que no asisten a la escuela tienen alguna discapacidad. Además, entre el 50 y el 75 % de las tasas de empleo son más bajas para las personas con discapacidad, situación que se agravó, intensificó y complicó con el comienzo y transcurso de la crisis sanitaria.
Debemos recordar que, desde 2006, existe en el mundo la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad para promover, proteger y asegurar el goce pleno y en condiciones de igualdad de todos los derechos humanos y libertades fundamentales y promover el respeto de su dignidad.
El artículo 9 de esa convención, precisamente, está enfocado en la accesibilidad y obliga a todos los estados a garantizar los derechos en esta materia, asunto que no se cumple en muchos países y ciudades, menos en esta época de confinamiento en protección de la salud.
Pero ¿cuáles son los principales elementos que debe tener una ciudad accesible? Y, más aún, ¿cuál es el panorama para las personas con discapacidad durante la época de pandemia? Para hablar de esos temas, invitamos desde Colombia a Berny Bluman Levy, Administrador de Empresas quien a raíz de un accidente ahora usa sillas de ruedas para movilizarse, y quien muy pronto entendió su nueva realidad y quiso ayudar a otros a poder hacer lo mismo y llevar una vida mejor.
Para Berny, hoy su interés es que las ciudades comprendan el valor de ser accesibles y que todos los ciudadanos puedan disfrutar la ciudad de la misma manera, sin importar si están o no en condición de discapacidad. Para ello ha creado la organización Colombia Accesible.
Berny, desde su vivencia y observación, ¿cómo ha sido el panorama para las personas en situación de discapacidad durante la pandemia?
La pandemia tiene esa capacidad de impactarnos a todos, no discrimina. Todos hemos tenido que vivir el encierro y todo lo que ello implica. Además, los cuidados que debemos tener para todos, aparentemente, son los mismos. Sin embargo, no es tan claro. Para algunos, por la falta de accesibilidad, física y de información, se dificultan más las cosas. Por ejemplo, lavarse las manos todo el tiempo en un país donde hay pocos baños accesibles o acceder a la información en tiempo real, sin apoyos.
¿Cuáles han sido, por ejemplo, los principales problemas de inclusión y accesibilidad que la pandemia ha desnudado en las ciudades?
Una de las reflexiones más importantes, a mi modo de ver, que ha dejado el confinamiento es darnos cuenta de lo que se siente vivir en el encierro. Tuvimos que estar encerrados completamente por un par de meses, sin poder salir a nada que no fuera urgente. Esto nos debe poner a pensar en los miles de personas en nuestro país que están ‘encarceladas’ en sus casas, no por causa de su discapacidad, sino por la falta de accesibilidad de sus viviendas y de su entorno, que no les permite salir sin ayuda. La accesibilidad es una característica que permite que las personas puedan acceder y usar los espacios y elementos de manera segura, autónoma y cómoda. Si no hay accesibilidad, se pierde la autonomía y la dependencia constante se vuelve un gran obstáculo. Creo que la pandemia mostró a quienes no tienen discapacidad la realidad de muchas personas que, por falta de voluntad, de empuje, de constancia y de información de la sociedad y los gobiernos, viven en desventaja. Repito, no por su discapacidad sino por el entorno.
Y, en medio de las limitantes propias de los apenas incipientes desconfinamientos, ¿cuáles pueden ser los primeros pasos para que las ciudades acojan a sus personas con discapacidad y les brinden mayores garantías de cara a la ‘nueva normalidad’?
Pienso que las personas con discapacidad seremos protagonistas de esta ‘nueva normalidad’. Si existen seres con la capacidad de resiliencia necesaria para enfrentar los nuevos retos y salir airosos, son las personas con discapacidad, que han sabido adaptarse a los cambios; así que, si las ciudades y las sociedades son inteligentes, y ese es el paso a seguir, empezarán a ver el potencial de esta población y a actuar en consecuencia, no como ‘caridad’, sino brindándoles las herramientas necesarias para que, entre todos, recuperemos lo perdido. El camino entonces será un reconocimiento de capacidades de una población grande y muy pujante, para trabajar en la accesibilidad y las herramientas que requieran y lograr esa anhelada inclusión que beneficie a las personas con discapacidad, pero también a la sociedad en general.
Hablando de otro tema, pero que tuvo su punto fuerte durante esta pandemia, ¿cómo considera el desmonte de los puentes peatonales en Medellín? ¿Cómo cambia la vida de las personas con movilidad reducida? ¿Es un primer paso en esa ‘nueva normalidad’?
Todas las acciones que busquen la comodidad, seguridad y autonomía de las personas serán pasos gigantes para lograr una mejor ciudad. Los puentes peatonales son estructuras obsoletas en muchos países desde hace años. En muchos lugares los vienen desmontando. Es lo ideal. Los puentes fueron creados pensando en la movilidad vehicular, en tiempos en que el peatón no era protagonista. Eso, afortunadamente, cambió. Una persona debe recorrer casi 10 veces más distancia para cruzar una calle si la opción es un paso elevado, que si es a nivel. Si a esto le sumamos que a muchísimas personas les cuesta mucho trabajo o les es imposible usarlos, por dificultades físicas o sensoriales, llegaremos a la conclusión de que es mucho mejor migrar a pasos seguros a nivel. Debemos darle prelación al peatón, siempre. Adicionalmente, contar con los problemas de seguridad de nuestro país. En conclusión, pienso que es una magnífica idea desmontarlos y pasar a los cruces seguros, pero es solo un paso para la accesibilidad de nuestras ciudades. Actualmente, caminarlas con alguna discapacidad es imposible.
A Medellín, por ejemplo, ¿qué le quitaría o añadiría pensando en las necesidades que la pandemia dejó más a la vista y que serán fundamentales para las personas con discapacidad en la pospandemia y todo lo nuevo que vendrá con ella?
Iniciaría con la vivienda. Es vital que las personas puedan entrar y salir de sus casas, además de usarlas con comodidad y autonomía. Pienso que hay que enfatizar en programas de adecuación de viviendas de personas con discapacidad, de acuerdo con sus necesidades. Es vital que no se construyan más edificios sin ascensor, lo cual es permitido para edificaciones de cinco pisos o menos. Estamos creando problemas gigantes a futuro, no solo para las personas con discapacidad, también para los adultos mayores.
La intervención de las aceras, hacer verdaderamente caminable a Medellín, buen mantenimiento, un ancho adecuado, rampas en cada cruce, franjas táctiles, respeto del espacio público. Sobre el transporte, la accesibilidad a este ha sido muy lenta y llegó muy tarde. Los buses nuevos deben ser accesibles, pero la renovación es lenta. No existen taxis accesibles. No hay transporte interurbano accesible. El metro tiene todavía mucho en que mejorar. En general, trabajar en la movilidad accesible en la ciudad sería un primer paso importante. Y, pues, como hay tanto por hacer, por recuperar del atraso, la inclusión educativa, la inclusión laboral. El cambio de imaginarios frente a la discapacidad. Cambiar la visión de lástima por una de reconocimiento de capacidades.
Precisamente Berny, sobre lo que dice queremos enfocar la pregunta para su reflexión final: ¿cómo acabar en esta sociedad con la pandemia de la discriminación y la falta de inclusión, de espacios para todos, de ciudades accesibles, con esa ‘lástima’ de la que habla?
La gente discrimina porque teme. El ser humano le tiene pavor a lo diferente, a lo desconocido. Si lográramos hacer campañas de cambio de imaginario, sería genial. Si la sociedad deja de ver la discapacidad como una enfermedad o como un castigo y se da cuenta de que es una forma diferente de hacer las cosas, las mismas que hace cualquier otro, pero que requiere de un entorno adecuado y unas herramientas idóneas, pues se le acabaría el miedo y, entonces, la discriminación. Eso quiero dejarles como mensaje: la discapacidad no es una desventaja si el entorno no pone a la persona en esa situación. Las personas con discapacidad tenemos una vida plena en tanto contemos con las herramientas necesarias, entre ellas, el reconocimiento de la sociedad. Yo sé que no es fácil cambiar décadas de información en un corto periodo, pero es importante. Ojalá les llegue claro el mensaje. La discapacidad es una característica de la persona, no la define. Y es una con la que se aprende a vivir, si la sociedad brinda las posibilidades.