La palabra griega “eudaimonia” se ha traducido a conceptos actuales como bienestar, vida buena o felicidad. Para los filósofos más famosos de la edad griega dorada, este concepto reflejaba lo más valioso de todo ser humano, la mayor virtud, el mayor de los bienestares. Es precisamente la búsqueda de la felicidad el objetivo principal de la filosofía práctica. Aunque, puede que la felicidad sea subjetiva y su noción cambie de persona a persona, definitivamente, sí es una meta común que todos deseamos construir y obtener a lo largo de la vida.
Si bien no hay pasos concretos para escalar y ser feliz, hay elementos que van develando un entorno más tranquilo y deseado. Es tan relevante para todos alcanzar la felicidad, que actualmente hay científicos dedicados exclusivamente a entender este tema tan complejo para medirlo y orientar a las personas a lograrlo. Por ejemplo, la cátedra más popular de la universidad de Yale se llama “Sicología y buena vida” y en ella, la profesora Laurie Santos, recomienda ciertos hábitos y desmitifica nociones de la felicidad como que la acumulación de bienes materiales hace felices a las personas. En este contexto, se ha llegado a replantear su significado para abarcar una nueva definición que se enfoque menos en la dicha ininterrumpida y que pueda involucrar más ámbitos de la vida, desde el entorno de una persona hasta ejercicios que entrenan al cerebro para que sea feliz. Lo anterior porque con frecuencia se tiende a creer que la felicidad es una dicha continua que no acepta obstáculos, un estado en el que siempre se está bien.
Actualmente, y en eso ha contribuido la pandemia, la sociedad es más consciente de que el bienestar emocional es tan, o más importante que el físico y que quien es más feliz goza de mejor salud, vive más y de una mejor forma. En la misma línea, los investigadores del tema han concluido que el ambiente natural, su calidad y la forma en que las ciudades están construidas, afecta importantemente la felicidad de las personas. Así, una ciudad con ciudadanos felices es una ciudad con más espacios abiertos, calles para caminar, plantas y árboles.
Por otro lado, los estudios más recientes, incluyendo el Reporte Mundial de la Felicidad que cuenta con el respaldo de grandes universidades, consultoras y fundaciones, aseguran que la gente feliz es “emodiversa”, es decir, son flexibles y capaces de manejar todo tipo de emociones diferentes.
En síntesis, las personas felices son las personas resilientes. Por su parte, Carol Ryff, sicóloga del bienestar, plantea un modelo de seis factores claves para ser feliz; la aceptación personal, la destreza para manejar y sortear los problemas, las relaciones interpersonales positivas, el crecimiento y el desarrollo personal a lo largo de la vida, el sentido de pertenencia, los propósitos y los sentimientos de autonomía e independencia. Importante recalcar, que son todos temas de desarrollo personal y emocional, más que de tipo material.
Aunque no haya una definición exacta de lo que es la felicidad, no hay duda de que todos la anhelamos, así que, bienvenidas las investigaciones, cursos y “tips” que ofrecen para alcanzarla. Lo que sí es seguro, es que es una tarea diaria que requiere voluntad y actividades conscientes que ayuden a forjar hábitos y relaciones saludables.