En tono autocrítico, Hidalgo se refirió a la urgente necesidad de que los ciudadanos realmente comprendan los problemas que en materia medioambiental tienen las ciudades y que sus eventuales soluciones también dependen de ellos.
El experto en movilidad y urbanismo del World Resources Institute, Darío Hidalgo, conferencista en el Low Carbon City Forum, al ser interrogado por LA Network sobre el camino que permita que los temas y las decisiones de estos certámenes lleguen al ciudadano del común, trascendiendo así el ámbito de los recintos en los que se realizan, dijo en tono autocrítico que “yo normalmente en estos eventos de sostenibilidad me siento como yendo a misa, con un grupo de personas que leemos el mismo libro y que nos aplaudimos de manera mutua. Por eso nos toca encontrar maneras para hacer atractivo el tema y nos toca encontrar los espacios para que estos debates llegue más la gente”
Para Hidalgo, al ciudadano hay que llevarlo a comprender que hablar de ciudades en crisis por las emisiones de gases de efecto invernadero es hablar de la crisis por accidentes de tráfico. Es hablar de las miles de personas, en especial peatones, que mueren en la vía pública. Y es hablar de crisis en la productividad, “porque por cuenta del trancón podemos perder, en algunos casos, entre el 2% y el 5% del PIB de la ciudad, pérdida que se expresa en tiempo innecesario de viaje y en tiempo que las personas dejan de aprovechar para otras ocupaciones”.
Argumenta que “si mediante proyecciones, la suma de todas esas pérdidas por ineficiencia del transporte son traducidas a términos económicos, el resultado se eleva al 10%”.
Y un país que crezca al 3% anual –agrega– necesita más de tres años para recuperar lo perdido, “lo que, además de absurdo, es insostenible”.
En la búsqueda de soluciones colectivas para enfrentar los problemas de la ciudad, la gente también debe tener claro que “las ciudades escogen la manera como quieren crecer, porque eso no se da de manera espontánea, es decir, detrás hay un proceso de planeación y un proceso económico de explotación del territorio”.
Y hoy, cuando se habla de que la ciudad debe ser “compacta”, dicho tecnicismo debe ser explicado de una forma que se comprenda muy bien “cómo ha sido la ocupación del territorio, de qué tamaño queremos la ciudad y qué densidad ha de tener porque de eso depende qué longitud tienen los viajes que realizamos para desplazarnos”.
En segundo lugar, afirma, “está la decisión del modo de transporte para desplazarnos, que comprende sistemas públicos, bicicleta, espacios para peatones y vehículo particular”.
Latinoamérica avanza
Hidalgo considera que afortunadamente al ciudadano se le puede motivar mostrándole que las ciudades latinoamericanas han mejorado bastante en alternativas sostenibles, sobre todo en transporte, como ha quedado en evidencia en este foro.
Según explicó, en las últimas dos décadas, sobre todo a partir del año 2000 con las tecnologías de la información, este tipo de alternativas se dispararon. “Y también se dispararon los elementos de planeamiento en los centros urbanos, pero, a pesar de que hemos avanzado, tenemos que decirle a la gente que aún hay bastantes líos, porque seguimos motorizados”.
Y hay que explicarle asimismo que, en cuanto a la bicicleta como alternativa, “es increíble lo que está pasando en este momento en Estados Unidos, porque allí cada vez se está volviendo parte de la movilidad urbana”
Y lo que ha pasado en varias ciudades europeas, que mediante un proceso consciente de planificación urbana, experimentado a partir de los años setenta, el uso de la bicicleta para el trabajo, para el estudio, para los sitios de recreación, está por el orden del 38% y el 40%.
¿Nosotros por qué no?
“¿Y si las ciudades europeas pudieron tomar esa decisión hace más de cuarenta años, por qué nosotros no lo podemos hacer hoy? Ámsterdam no fue siempre el paraíso de las bicicletas. Tampoco Copenhague. Tuvieron un proceso largo para llegar allá. Por eso nuestras ciudades no pueden decidir así porque sí que el tema de la bicicleta no va con ellas. Es necesario entender que se requiere un proceso y en ello debemos innovar”.
Igualmente Hidalgo destaca el caso de Bogotá, “donde hace años la bicicleta solo la usaban los jardineros o los maestros de obra, pero, a partir de políticas públicas, de construcción de infraestructuras, de gestión de estacionamientos y, lo más importante, el impulso cultural de grupos de usuarios, este vehículo se convirtió en elemento de transporte cotidiano en toda la ciudad”.
En conclusión, afirma, a la gente hay que convencerla de que en todos los aspectos que tengan que ver con la ciudad el cambio sí es posible ponerlo en práctica, pero se requiere tiempo, esfuerzo y políticas públicas.
“Y el único instrumento de política pública que en la práctica es real, es el presupuesto. Todo lo demás son discursos”.