Por Carlos Moreno
La presidencia de Barack Obama entra ahora en la historia. Una nueva era se abre para América y para el mundo con la toma de poder de Donald Trump. Al día siguiente de su investidura, grandes manifestaciones han agitado las ciudades de Estados Unidos y del mundo entero. La inquietud se manifiesta en torno a una nueva presidencia basada en el populismo, la demagogia y el personalismo extremo del poder. Haciendo tabla rasa del pasado, señaló en Twitter horas antes de la ceremonia que “hoy empieza todo” y, en su discurso, que los “hombres y las mujeres olvidados de nuestro país, no lo serán nunca más”. “Los americanos de cada ciudad, cercana o lejana, pequeña o grande, de una montaña a otra, de un océano al otro, no serán nunca más olvidados” ha añadido.
Un minuto después de la investidura, el nuevo sitio web oficial del 45º presidente de los EEUU ha hecho desaparecer, entre otros, toda alusión al cambio climático, y más grave aún, afirma sus convicciones negacionistas al respecto y en primera línea: “El Presidente Trump está comprometido con la eliminación de políticas perjudiciales e inútiles como el Plan de Acción por el Clima”. Asumiendo al día siguiente sus funciones ejecutivas, su primer decreto atañe a su voluntad de querer atacar la ley de protección de asistencia sanitaria, “Affordable Care Act”, denominada “Obama Care”, que el expresidente Obama había conseguido poner en práctica con muchas dificultades.
Donald Trump Presidente, se reivindica en «dar el poder al pueblo». Para todos los historiadores, científicos, intelectuales, analistas, el “fact checking” sigue siendo a día de hoy una necesidad imperiosa para desmontar, cada uno en su propio dominio de competencias, la avalancha de manipulaciones que se encuentran detrás de las afirmaciones entonadas en el estrado ubicuitario y sin el menor escrúpulo.
Si no fuera tan grave seria risible, pero no por ello es menos preocupante: el #SpicerFacts ha hecho el tour de las redes sociales, glorificando “una asistencia nunca vista en una investidura”, y hasta la lluvia en el colmo del desparpajo Trump va hasta negar la lluvia que caía durante su discurso. ¿Qué pasa entonces con la verdad y la capacidad real para afrontar los verdaderos desafíos y problemas de fondo?
Para todos aquellos que consideran que la ciudad y nuestros territorios son un elemento central para nuestras vidas, es el futuro de una política de cohesión urbana, territorial y social, que está en juego y desafortunadamente se puede presagiar lo peor en los próximos meses y años por venir. No debemos olvidar nunca que cuando Barack Obama llegó al poder en 2008, los EEUU se encontraban hundidos en una de las crisis económicas más graves jamás conocidas, “las subprimes“, que han asolado no sólo los EEUU, sino el mundo entero. Fue ante todo una crisis de origen urbano, que ha marcado profundamente las ciudades, y los territorios de este país. La financiación del sueño de una casa en propiedad dio lugar a una burbuja. Que cuando exploto, se tradujo por la expulsión de millones de americanos urbanos de sus casas a la calle; vaciando barrios enteros. Lo siguió la quiebra del sistema bancario, y sus repercusiones internacionales fueron de la mano con una transformación de la geometría urbana en todo el país.
A pesar de un indudable carisma y un total compromiso respecto a su programa, el balance del doble mandato del Presidente Obama se termina con una cierta ambigüedad en este sentido, y en todo caso, sin ir demasiado lejos. No hemos asistido a un cambio de fondo respecto a la política urbana, al menos a través de la política federal, y el trabajo por hacer sigue siendo inmenso. Sin embargo, si lo dejamos todo al olvido o peor, si sigue una política de borrón y cuenta nueva, o de prohibición de toda acción de inclusión urbana, nos veremos abocados a un choque urbano, una explosión de la segregación, de la violencia cultural y racial en todos los sentidos, con la consideración del otro, del pobre, del negro, mestizo, del inmigrante, del extranjero, por delincuente, que sería creciente en los próximos años y que arriesga la paz social en los EEUU. En este sentido, el rol de las ciudades como un lugar de refugio, con el rol central de los alcaldes, protectores y promotores de una acción política urbana inclusiva y solidaria, es fundamental a día de hoy.
En cuanto a las problemáticas que están en el centro del bienestar en la ciudad, los presupuestos federales dependientes de la administración Obama fueron en realidad bastante modestos. Más aún, en un país en el que en las ciudades pequeñas y medianas, y en las miles de zonas suburbanas de grandes ciudades, sufren de los males de vida urbanos, del crecimiento de las desigualdades, de la fragilidad de la protección social, de los graves problemas vinculados a la vivienda para las clases desfavorecidas, del empobrecimiento de ciudades enteras, y de la persistencia de conflictos raciales y violentos.
Pero al mismo tiempo, podemos identificar tres fenómenos de una nueva dinámica urbana en la herencia del Presidente Obama:
- la presencia evidente, en particular en el norte, de un desafío urbano cultural y social respecto a la segregación racial y la violencia subyacente, manifiesta en los disturbios de Fergusson en 2014, por ejemplo, que siguen siendo un mal que corroe y afecta a toda la sociedad americana, teniendo como telón de fondo, la importancia de la educación, la pedagogía y la cultura, para construir una nueva urbanidad.
- la movilización de una vitalidad urbana, de carácter ciudadano, desarrollado en el contexto de ciudades que se movilizan para reconstruir su tejido social, económico, cultural y medioambiental. Para ilustrarlo, el desarrollo de las “community organizing”, como expresión de espacios urbanos de barrios que reúnen las energías locales, instauran una nueva forma de participar vía la “democracia de interpelación”, en un país donde la abstención es uno de los síntomas de su malestar democrático.
- El efecto sistémico de las medidas tomadas por el Estado Federal, ya sea en relación al desarrollo social, a la calidad de vida de las personas mayores, o a los esfuerzos sobre la movilidad. A este respecto, el Obama Care, sin duda juega un efecto multiplicador del bienestar y la paz social, gracias por ejemplo, a la atención domiciliaria para ancianos con pérdida de autonomía, que pueden al mismo tiempo, ser tomados en cuenta, existir socialmente y jugar un papel amortiguador en sus lugares de vida, frente a las nuevas generaciones y las situaciones de estrés social. Éste es también el caso de las inversiones en términos de movilidad y transporte, permitiendo dar un mejor acceso a las necesidades primarias de desplazamiento, con proyectos emblemáticos como el Smart Columbus, en Ohio.
La lectura atenta de las prioridades temáticas del nuevo presidente Donald Trump publicadas en la nueva web de la Casa Blanca, muestra la inexistencia de estos desafíos: “« American first energy plan, American first foreign policy, Bringing back jobs and growth, Making our military strong again, Standing up for our law, Trade deals working for all americans ».
¿Cómo entonces reencantar a un país sin reencantar a sus ciudades, sin desarrollar su bienestar?
A título de homenaje, terminemos con las palabras de la urbanista estadounidense Jane Jacobs, cuyo centenario se celebra en 2016, y que encarna la lucha en favor de un urbanismo que ponga a los hombres y a la vida en el centro. Ella escribió en “The Death and Life of great american Cities” que las ciudades y los barrios son más que los peatones, mas que las ubicaciones físicas, y aun mucho más que motores de la innovación y del crecimiento económico. Para ella, las ciudades son en realidad la mejor defensa frente a las fuerzas de la oscuridad, que se oponen al progreso social, a la civilización humana y a aquellos que amenazan a la propia democracia.
Donald Trump se jacta de «conocer la construcción», hablando del muro que piensa elevar frente a México. Pero es el momento de construir ciudades inclusivas que compartan la misma lucha que Jane Jacobs llevo en su vida. Con coraje, ella denunció las ciudades-centro, convertidas en centros de negocios, y los suburbios interminables e inaccesibles rodeados por autovías, creando ciudades fantasma e inhumanas para los trabajadores empobrecidos.
La defensa de Jane Jacobs por la vitalidad urbana es de total actualidad, y en estos tiempos difíciles, más que nunca, la preminencia de su pensamiento sigue vivo para recordarnos que en cada uno de nuestros países, cada una de nuestras ciudades tiene un alma, una identidad, una humanidad, que constituye una base, la de una verdadera expresión ciudadana para poder construir el país donde disfrutar del bienestar.
“Texto original publicado en francés para el diario La Tribune.
Version en español para el Portal I-AMBIENTE con traducción de @Guille_Mas.
Cortesía de Carlos Moreno para su publicación en LA Network, en particular para los lectores de América Latina.