La vida postpandemia y la nueva radiografía de la demanda de vivienda

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LA Network

Se están vendiendo departamentos de 18 metros cuadrados. Y los están comprando inversionistas para rentarlos a través de modelos de coliving.

Esto refleja varias cosas; refleja, para empezar, la evidente demanda de viviendas en renta para una sola persona, pero refleja también el interés de pequeños inversionistas que tienen su confianza en los ladrillos y la oportunidad que ello supone para desarrolladores inmobiliarios, instituciones financieras y grandes inversionistas, abiertos todos a reconocer las complejas realidades de la cambiante estructura del mercado inmobiliario.

Y es que a estas alturas del partido tendría que ser evidente que la demanda es tan compleja, como complejas son la sociedad y las circunstancias que provocan esa demanda, y que los retos y oportunidades están en la capacidad de entender y atender esa contundente realidad.

Respuestas para toda la demanda

Porque cuando se habla de vivienda, el reto está en generar respuestas que respondan a todas las vertientes de la demanda, en lugar de pretender que sea esa demanda la que se tenga que ajustar a las limitaciones de la oferta.

Se trata de no caer en la tentación de limitar el reto habitacional a los limitados alcances de lo que hoy es posible hacer para, en lugar de eso, reconocer las necesidades y posibilidades específicas de cada segmento de población y generar condiciones que permitan darles respuestas.

Esto, que es fácil de decir, se hace difícil al revisar el detalle de esa radiografía de la demanda, que tiene como primer condicionante los niveles de pobreza, que limitan las capacidades de compra, ahorro y acceso a financiamiento de un porcentaje muy alto de población.

El urbanista disruptivo

Pero asumiendo los retos que implican pobreza y naturaleza de las fuentes de ingresos, hay además que entender los condicionantes específicos de cada vertiente de la demanda, porque lo mismo necesitan vivienda un soltero sin hijos, que una familia, y en todos los casos la pueden necesitar por un periodo de tiempo determinado, lo que marcaría que su opción natural es rentar.

También hay para quien la solución óptima está en construir una vivienda o en mejorar la existente. y hay también quienes lo que necesitan es mejorar su crédito hipotecario o tener el título de propiedad de su casa.

Y hay, además, que hacer que esto sea posible lo mismo en ciudades de diferentes tamaños, que, en zonas rurales, atendiendo en el proceso a todos los segmentos de población; sin dejar a nadie atrás.

Siempre es buen momento para realizar nuevas lecturas del reto habitacional. Más ahora, que la pandemia ha transformado la cotidianidad y será, seguramente, un urbanista disruptivo que provoque nuevas formas de entender viviendas y ciudades.

El valor social de la vivienda

Habrá que planear las ciudades considerando lo mismo su viabilidad económica, que los criterios ambientales o la salud de sus habitantes.

Habrá que hacer ajustes a las políticas públicas, a modo que cada región, ciudad, zona metropolitana y municipio, tengan políticas urbanas y de vivienda que respondan con precisión a todos sus segmentos de población.

Este urbanista disruptivo tendría que provocar las medidas necesarias para generar las viviendas que se requieren, en los lugares que se requieren y bajo modalidades que en verdad las pongan al alcance de toda la gente.

Porque ya no se trata solo de cumplir metas cuantitativas. Se trata de generar viviendas que cumplan objetivos de alcance social y urbano. Se trata de tomar la vivienda como un verdadero motor del desarrollo del país.