Una investigación presentada este lunes por un colectivo de investigadores de cinco universidades del Reino Unido, deja en claro que las ciudades pueden ser, con el desarrollo de políticas urbanas y ambientales adecuadas, el hogar permanente de los animales polinizadores.
Sin polinizadores el hombre no tendría qué comer. Más del 75 % de los cultivos alimentarios del mundo dependen en buena medida de la polinización. Los polinizadores, como las abejas, mariposas, pájaros, polillas, escarabajos e incluso los murciélagos, ayudan a que las plantas se reproduzcan. Y aunque no lo sabemos o no nos damos cuenta, las semillas, frutas y algunas hortalizas tienen su origen en una planta que ha sido previamente polinizada.
Pero la población de polinizadores –en especial abejas y mariposas– viene mermando de manera preocupante, debido a prácticas agrícolas intensivas, cambios en el uso de la tierra, los plaguicidas, especies exóticas invasoras, enfermedades y el propio cambio climático.
Es por lo que, dadas las presiones que enfrentan los animales polinizadores en las tierras agrícolas, las ciudades podrían jugar un papel importante en la conservación de los polinizadores, según revela un nuevo estudio.
La investigación, realizada por científicos de las Universidades de Bristol, Edimburgo, Leeds y Reading en colaboración con la Universidad de Cardiff y el Centro de Síntesis Socioambiental Nacional (SESYNC), reveló que los jardines y las parcelas son buenos para los polinizadores, mientras que la lavanda y la borraja son plantas de jardín que los polinizadores utilizan como fuente alimenticia.
La investigación, publicada este lunes, evaluó los principales usos del suelo urbano para los polinizadores. Si bien se habían realizado algunos estudios a pequeña escala sobre los polinizadores en algunos tipos de suelo urbano, esta es la primera vez que los científicos han considerado las ciudades en su totalidad.
La investigación descubrió que las parcelas residenciales y huertos comunitarios son particularmente buenos para los polinizadores, mientras que especies vegetales como la lavanda, la borraja, el diente de león, el cardo, las zarzamoras y los ranúnculos son importantes para los polinizadores en las ciudades.
Katherine Baldock, investigadora principal de la Facultad de Ciencias Biológicas y el Instituto Cabot de la Universidad de Bristol, afirmó que «al comprender el impacto de cada uso del suelo urbano en los polinizadores, ya sean jardines, parcelas, bordes de caminos o parques, podemos hacer de las ciudades mejores lugares para los polinizadores».
Justamente, las principales recomendaciones del estudio son:
Los espacios públicos verdes deben manejarse de manera que beneficien a los polinizadores. Los parques, los bordes de las carreteras y otros espacios públicos conforman alrededor de un tercio de las ciudades, pero tienen menos visitas de polinizadores y recursos para los polinizadores que otros usos de la tierra. La investigación muestra que aumentar el número de flores, por ejemplo, y cortar el césped con menos frecuencia, puede ayudar a los polinizadores urbanos.
Los jardines representan de un cuarto a un tercio del área de las ciudades del Reino Unido y una mejor gestión en los nuevos desarrollos y los jardines existentes probablemente beneficie la conservación de los polinizadores.
Los urbanistas y los consejos locales deben aumentar el número de parcelas (jardines comunitarios) en pueblos y ciudades. Los huertos comunitarios son buenos para los polinizadores, así como para las personas, y aumentar su área, incluso en una pequeña cantidad, podría tener un gran efecto positivo en los polinizadores. Una buena intervención de gestión conduce a comunidades más sostenibles».
Con información de la Universidad de Bristol