La pandemia de COVID-19 ha impuesto impactos aleccionadores en las ciudades del mundo.
Hoy vivimos tiempos de pandemia con un virus silencioso y agresivo, que incluso puede ser letal y ha transformado nuestras vidas. En este escenario la mejor receta es repensar nuestras ciudades, repensar nuestros códigos y adaptarnos a esta nueva convivencia que, desde hace algún tiempo más, seguirá imponiéndonos la COVID-19.
Nos enfrentamos a problemas graves, pero también a grandes desafíos, todos sin precedentes. Las condiciones actuales para las personas, las empresas, la propia gestión del gobierno en todos los niveles y para la sociedad en general tiene un cambio constante hacia escenarios que eran impensables hace cinco meses.
El Banco Mundial estima que la economía del mundo se contraerá un 5,2 % en 2020 a pesar de los niveles históricos de gasto de los gobiernos nacionales. Las ciudades representan el 80 % del PIB mundial , lo que significa que serán las más afectadas por esta contracción.
Mientras tanto, otro factor no menos importante en esta nueva normalidad —como también llamamos a esta etapa de la pandemia en el Perú— es la calidad del aire que respiramos y su relación con el virus. Según la Organización Mundial de la Salud OMS, más del 80 % de las personas que vive en áreas urbanas está expuesta a la contaminación del aire dañina , un factor que se ha relacionado con mayores riesgos de complicaciones y muerte por COVID-19 .
Ciudades del futuro
La COVID-19 nos ha enseñado a ver la desolación y las necesidades que surgen de los contagios y muertes masivas, además de los desafíos que enfrentamos, no solo en cómo lidiar con los problemas de salud pública, sino también en nuestra propia situación económica.
En el largo período de confinamiento que tuvimos pudimos respirar aire puro y ver el regreso de especies marinas y aves en la costa limeña, algo a veces inusual para nosotros.
Lo cierto es que esta pandemia destructiva nos ha ofrecido, contra todo pronóstico, un momento sin precedentes para reconstruir colectivamente y reimaginar cómo serán las ciudades en el futuro.
En el futuro, los impactos de la pandemia nos dan un plan para aislarnos contra futuras emergencias de salud pública y proteger a los habitantes de nuestras ciudades de los peores efectos del cambio climático. Desde esa perspectiva, a través de los impactos aleccionadores que la COVID-19 nos está dejando, podemos obtener información sobre los desafíos comunes que enfrentan los alcaldes en todo el mundo y cómo nuestras prioridades son divergentes en el norte global y el sur global.
Los principales economistas están de acuerdo en que una recuperación sostenible y con bajas emisiones de carbono no solo ayudará a enfrentar el cambio climático, sino que también aumentará la resiliencia y producirá los mejores resultados económicos posibles en el futuro. Por lo tanto, debemos aprovechar esta oportunidad para abordar las impresionantes consecuencias económicas de la pandemia y tomar medidas para mitigar los efectos en cadena sobre la salud de las familias y las comunidades durante los años venideros.
Recuperación verde en las ciudades
Al abordar la crisis climática de una manera inclusiva, las ciudades de todos los tamaños pueden ser motores económicos esenciales para impulsar la recuperación económica nacional. A su vez, los gobiernos nacionales deben generar nuevos horizontes de inversión y apuntar a una recuperación verde en las ciudades.
Por ejemplo, en Europa, las ciudades han aplicado medidas para ampliar los espacios públicos para ofrecer más actividades al aire libre, lo que lleva a menos tráfico y contaminación del aire. Las ciudades están dejando de manera permanente carriles exclusivos para bicicletas y así permitir el ejercicio y el transporte seguro.
En Perú, el impacto de la COVID-19 ha dejado al descubierto las deficiencias y desigualdades que no son recientes, y que incluso nos acompañan desde hace años o décadas. También ha revelado importantes problemas estructurales que, tras el gran temblor de esta pandemia, habrá que afrontar para darles una solución definitiva dentro de los plazos establecidos.
Uno de ellos, el más visible en muchas de nuestras sociedades, es la informalidad, en todas sus manifestaciones. El 70 % de las personas tiene trabajos informales, lo que nos ha jugado en contra a lo largo de esta pandemia, dificultando, por ejemplo, la correcta distribución de los subsidios que otorga el Gobierno nacional.
En Lima, la capital de Perú, viven unos 10 millones de personas, que en conjunto representan un tercio de la población total del país. Como el resto de las regiones del Perú, estuvo bajo un largo período de confinamiento o cuarentena, que se prolongó por más de cuatro meses. Sin embargo, en el mes de mayo se inició el proceso de reanudación de actividades en el marco del plan de reactivación económica del Gobierno nacional que contempla cuatro fases, encontrándonos en la penúltima de ellas. Ahora continuamos, en paralelo, nuestra lucha contra el virus que aún no ha terminado.
La Municipalidad de Lima, luego de la declaración del estado de emergencia nacional en el país como consecuencia de la pandemia COVID-19, comenzó a ser parte de esa lucha, gestionando en medio de la crisis, garantizando los servicios esenciales de la ciudad. —Transporte público, seguridad ciudadana, recolección de residuos sólidos, limpieza y desinfección, así como inspección— y articular esfuerzos con el Gobierno nacional para el bienestar de los ciudadanos y mantenerlos alejados del menor riesgo de contagio del virus. Los desafíos y las dificultades son permanentes y nos hemos puesto a la altura de las circunstancias.
Visión verde para Lima
La recuperación verde de Lima se centra en ejemplos de cómo acercar los servicios a las poblaciones más vulnerables con la visión de una ciudad verde, próspera y justa para todos. A través de la ejecución de 46 kilómetros de ciclovías emergentes, el municipio tiene una visión de la implementación de infraestructura sustentable como forma de frenar la propagación del COVID-19.
Seguimos avanzando hacia nuestra meta de tener dos millones de árboles plantados al final de nuestro cuatrienio que finaliza en 2022, aumentando las áreas verdes para la mejora del medio ambiente y la salud de nuestra población, muy necesaria en este contexto.
Lima es parte de las más de 10 000 ciudades de diferentes partes del mundo que conforman el Pacto Global de Alcaldes . Somos una voz unificada que está lista para asociarnos con gobiernos nacionales e instituciones internacionales para resolver la crisis climática y económica global a través de compromisos climáticos locales, modelos de financiamiento innovadores y un enfoque en infraestructura sostenible.
Estamos ante una gran oportunidad para apostar por el crecimiento económico con desarrollo sostenible. Por lo tanto, vamos a trabajar para cerrar la brecha de inversión, para financiar proyectos de infraestructura urbana climáticamente inteligente, inversiones que no solo lucharán contra el cambio climático, sino que también aumentarán la resiliencia, la habitabilidad y la salud de nuestras ciudades, ahora y en el próximos años.
Estamos en medio de la lucha contra la pandemia, pero eso no impide que nos proyectemos hacia el futuro, fortalecidos y con el ánimo y la determinación de volver a nuestros mayores objetivos.
Columna publicada originalmente en el Blog del Banco Mundial en inglés y traducida al español por LA Network para el público latinoamericano.