Nota del Editor: Esta columna es la primera de una trilogía escrita por Carlos Moreno denominada Ciudades y que nuestros lectores podrán consultar los siguientes tres domingos en nuestra plataforma colaborativa, gracias a la autorización del autor.
En pocas semanas el mundo urbano por todo el planeta ha sido consciente de su gran fragilidad: el huracán Harvey arrasa los Estados Unidos de América, dejando detrás de sí en Texas imágenes impresionantes de un vasto territorio sumergido por las aguas. Pero son sobre todo los daños humanos y materiales los que son más considerables. Ya son mucho más importantes que los causados por el Katrina, en Luisiana en 2005 y los del Sandy, en Nueva York en 2012, juntos. 160 mil millones de dólares en pérdidas, el saldo, aunque provisional, representa prácticamente el PIB de Nueva Zelanda o el de Túnez y el de Ecuador. Hablamos, hasta la fecha, de una amputación del PIB de USA del orden del 0,8% únicamente debido a este fenómeno. El huracán IRMA abordó también el Caribe y Florida con nuevas amenazas para los ciudadanos y sus territorios. Al otro lado del mundo, en el continente más poblado del planeta, Mumbai, en India, una de las grandes megalópolis mundiales, y sus 21 millones de habitantes, ha sido igualmente golpeada, siniestrada y paralizada tras 4 días de lluvias torrenciales, por una desolación totalmente fuera de lo común. También el conjunto de Asia Meridional que se encontró literalmente inundada a finales de agosto con situaciones catastróficas considerables.
Echemos un vistazo más global a la fragilidad urbana donde estamos inmersos a día de hoy: calentamiento global, escasez de los recursos, concentración urbana, aumento del número de metrópolis, megalópolis, hiper megalópolis, presión demográfica, cambios de los grandes equilibrios económicos mundiales…La amplitud de los desafíos vinculados al fenómeno urbano a los que nuestra generación y las que la seguirán van a tener que hacer frente, no es necesario demostrarla, por esta gran amenaza que son el cambio climático y los efectos producidos por la actividad humana.
Las extraordinarias imágenes que han dado la vuelta al mundo, de ciudades paralizadas, de refugiados urbanos buscando seguridad, de dificultades de aprovisionamiento de alimentos, de autopistas sumergidas en el agua, de estaciones paralizadas cuando no inundadas, de tapias para proteger las casas abandonadas, entre otras, resaltando esta realidad que atraviesa el planeta y que «cambia la situación» tras una treintena de años: es en la ciudad donde el ciclo de vida de los humanos se desarrolla esencialmente hoy, y esta fragilidad subsecuente convertida así en evidencia. Del nacimiento a la muerte, el mundo urbano se ha convertido en el universo principal, el espacio y el tiempo de los humanos. Un giro que ya se ha producido porque en el siglo XXI una ciudad ya forma parte de la cultura urbana, ciudadana, marcando el ritmo y el modo de vida de las ciudades, metrópolis, megalópolis, de estas concentraciones urbanas convertidas en ciudades-mundo. De la infancia a la adolescencia, del paso a la edad adulta y al envejecimiento, coexisten varios universos urbanos de vida.
Somos a día de hoy 7.000 millones de habitantes sobre la tierra y seremos más de 8.300 millones en 2030. Al mismo tiempo, tal y como se anunció en un tiempo no muy lejano, un reequilibrio entre zonas urbanas y zonas rurales, gracias al desarrollo de infraestructuras de transporte de calidad y de teletrabajo, se observa, a nivel mundial, un fenómeno de explosión urbana: a día de hoy, más del 50% de la población mundial vive en las ciudades. En Europa, esta cifra asciende al 77%. Y se estima que en 2030, de los 8.300 millones de personas, más de 5.000 millones vivirán en zonas urbanas. América Latina es el continente más urbanizado del mundo. Cuenta con una tasa de urbanización que se aproxima al 80% y, según las estimaciones de Naciones Unidas, de aquí a 2030 la tasa de urbanización alcanzará el 85%. El cambio a una vida urbana en detrimento de la ruralidad, el aumento considerable del número de ciudades, y su crecimiento en todos los continentes, ha dado lugar a una gran transformación. Más que un continente compuesto de países, es realmente un continente constituido por ciudades el que está en vías de nacer.
El anterior alcalde de Denver, M. Wellington Webb, pronunció en 2009 en la conferencia de los alcaldes de Estados Unidos, una frase inspiradora, resumiendo los desafíos urbanos de la humanidad: «El siglo XIX ha sido un siglo de imperios, el siglo XX un siglo de Estados-Nación. El siglo XXI será un siglo de ciudades». En efecto, en algunas décadas, nuestras ciudades constituirán el marco vital de la casi totalidad de la humanidad en un mundo que está a día de hoy mayoritariamente urbanizado.
En todas las partes del mundo, los espacios urbanos deben a día de hoy hacer frente a cinco grandes desafíos para responder a las necesidades y deseos de sus habitantes: social, económicos, culturales, medioambientales y de resiliencia. Están afectadas todas nuestras ciudades de todos los continentes: adaptarse al cambio climático, combatir la exclusión social, hacer disminuir la pobreza, favorecer el acceso a la educación y a la cultura, crear empleo y valor, permitir desplazarse más fácilmente, integrar naturaleza y biodiversidad, ofrecer nuevos usos y servicios que mejoren la cotidianeidad de todas las generaciones, hacer frente a las crisis cada vez más y más violentas.
Estamos a las puertas de la tercera década del siglo XXI, que nos trae una ubicuidad masiva con su corolario de presencia posible simultánea en todo lugar y en todo momento, que se amplifica con la llegada del 5G en el corto plazo, como hipervínculo de la conectividad. Los primeros smartphones de nueva generación, chinos, implementan chips con inteligencia artificial, Kirin con sus 5,5 millones de transistores, se convierte en una realidad. La transformación masiva y planetaria para la urbanización enfocada en convertir a los ciudadanos de las ciudades en el corazón de una nueva cultura ciudadana, va aparejada con la hibridación entre el mundo físico y el mundo digital, hecho posible por el paradigma de la realidad aumentada, que tiene un potencial enorme en la vida urbana. La facilidad de los desplazamientos físicos que están al alcance de todos los bolsillos contribuye igualmente a hacer emerger este nuevo mundo híbrido.
Las metrópolis y las grandes concentraciones urbanas se encuentran a día de hoy en el centro de un nuevo ritmo de vida que irreversiblemente se convierte en atrayente de todo su territorio circundante. Las ciudades, incluso las milenarias han sobrevivido a reinos, imperios, naciones, estados y también a las guerras, a las crisis y a todo tipo de eventos. La ciudad, de manera intrínseca, es sin ninguna duda más duradera que cualquier otra estructura socio-territorial. Es un hito sólido y constituye una base sólida y fundamental de la expresión de los habitantes frente a los desafíos de ayer, de hoy y de mañana. Un vistazo atrás en la historia es edificante para comparar la perennidad de las ciudades sobre los Estados. En menos de 30 años, y más aún, la cartografía estática en Europa y en el mundo se ha visto modificada profundamente y lo continuará siendo. Eclosión de los estados-Nación, nacimiento de nuevos, pérdida de zonas de influencia, por evocar algunos hechos.
Es en 4.2000 ciudades de más de 100.000 habitantes donde habita casi el 70% de la población mundial, convertida mayoritariamente en urbana. De nuestros días, una persona de cada ocho, siendo el 12,5% de la población urbana mundial, habita en una de las 28 megalópolis del mundo, ciudades de más de 10 millones de habitantes, mientras que el 8% habita en una ciudad de entre 5 y 10 millones de habitantes y el 20% en una ciudad de entre 1 y 5 millones de habitantes. 140 ciudades concentran el 44% del PIB en Europa y en el horizonte de 2030, 750 ciudades concentrarán el 60% del PIB mundial.
La distribución de la población urbana mundial muestra el cambio que se ha producido en el mundo, con un cambio de paradigma por la irrupción del « Sur Global », la emergencia de Asia, el crecimiento en poder de América latina y la aceleración de África:
- El 90% del crecimiento mundial urbano tiene lugar en África y Asia. Más de un tercio se concentra en solo tres países, India, china y Nigeria, que vendrán a suponer, en los próximos 30 años, una población urbana equivalente a 1,5 veces Europa.
- Las 5 primeras ciudades del mundo en población se encuentran en el eje Asia-América Latina, con Tokyo, 38 millones de habitantes, Delhi, 25 millones, Shangai 23 millones, México, Mumbai y Sao Paulo, 21 millones de habitantes.
- El horizonte urbano se acelera también en África que cambiará a más del 50% de población ciudadana, con en particular un crecimiento acelerado de ciudades de un millón de habitantes, en paralelo con algunas grandes megalópolis como Lagos, El Cairo, Kinshasa, Luanda, que continuarán su irreversible expansión.
En el momento del crecimiento y del posicionamiento de las ciudades en el mundo, es esencial poner en el centro de la reflexión y para los próximos 20 años, el rol creciente de esta transformación territorial, los efectos de la hyper metropolización, e incluso megalopolización del mundo, y sus impactos en cada uno de los territorios.
Más allá de las terminologías que aparecen, como es en el caso de las ciudades, con la «Smart City», no será suficiente hacer referencia a la «Smart Metrópolis», donde la «Smart Region» para aportar reflexiones estratégicas y de soluciones operacionales a este desafío mayor que está tomando forma en un mundo complejo y urbanizado.
Asistimos a día de hoy en China a la aparición de megalópolis en la región urbana de Shanghái que cuenta con más de 80 millones de habitantes con sus grandes ciudades Nanjing, Hangzhou y Ningbo, más los espacios rurales que domina. Shanghái es la metrópolis que domina el delta del Yangtsé, domesticado por la presa de Las 3 Gargantas, es a día de hoy un eje principal del territorio chino. El polo de gobierno de Shanghái ha cambiado de escala, constituido por una red de 160 ciudades, polarizando esta región convertida en una de las más dinámicas y urbanizadas del mundo, y dotada del mayor puerto mundial.
En Japón, el área urbana de 1.000km alrededor de Tokyo en Fukoda, agrupa a 110 millones de habitantes, alrededor del 80% de la población de Japón concentrada en el 6% del territorio.
En Sudáfrica, el eje Johannesburgo/Pretoria, constituye un eje de desarrollo hyper metropolitano. En India, el área urbana de Mumbai, se extiende de forma caótica sobre 100 kms en el eje norte/sur y 60 kms sobre el eje este/oeste, con una población de 25 millones de habitantes.
En el momento de grandes tensiones entre el gobierno federal americano de Donald Trump y las grandes ciudades, no es inútil acordarse del enfoque visionario de Jean Gottmann en 1961 con el término «megalópolis». Haciendo referencia a «BosWash» Esta región urbana se extiende 800 kms entre la aglomeración de Boston y Washington DC. Engloba las aglomeraciones de Hartford, New York, Filadelfia, al igual que multitud de ciudades de más de 100.000 habitantes, en la costa este de Estados Unidos. Conectadas, vinculadas, tanto económicamente como por los medios de transporte y de comunicación, agrupan a más de 70 millones de habitantes. Consideremos la megalópolis californiana de «SanSan», agrupando a más de 40 millones de habitantes en los 600 kms que hay de San Francisco a San Diego. De forma transnacional, está el área urbana de los Grandes Lagos en Norteamérica; ChiPitts de 65 millones de habitantes, uniendo a las metrópolis americanas (Chicago, Detroit, Pittsburg) y canadienses (Montreal, Toronto, Québec, Ottawa).
En nuestra vieja Europa, podemos citar como anécdota el «banana blue» o «dorsal europea» tan anhelada por Roger Brunet y el fallecido Jacques Chéreque, que va de Londres a Milán pero más cerca de nosotros, nos preguntamos por el alcance de lo que será inevitable, una hyper metrópolis de Paris a Le Havre, al igual que sobre nuestras relaciones con nuestra ciudad-mundo y su competidora, la megalópolis de Londres.
Y nuestras fachadas marítimas, ¡son un desafío planetario! Se trata de reflexionar al respecto del arco territorial atlántico, y sobre lo que representa una visión metropolitana mediterránea de las Ciudades-Puerto. Por todo el mundo, con el cambio de escala, ellas poseen igualmente una presencia creciente y particular. Las Ciudades-Puerto son en efecto espacios-mundo, a la vez pulmones de la vida económica de un país, y centros neurálgicos de sus relaciones con el mundo. Muy a menudo con una vida trepidante, encarnan una importante diversidad y son tantos cruces cosmopolitas de economías múltiples, y mezclas de todo tipo. También están directamente expuestos a las consecuencias del calentamiento global, en particular al aumento del nivel del mar. El último informe del IPPC ha vuelto a dar la voz de alarma sobre esta amenaza al planeta, y sobre la necesidad de movilizarse radicalmente para invertir la tendencia.
Es cuestión más bien de tomar consciencia de las consecuencias de un aumento de la temperatura global de algunos grados sobre el agua, la alimentación, los ecosistemas o incluso la meteorología: un gran número de ciudades amenazadas por la crecida del nivel del mar, una disminución de la producción alimentaria en todas las regiones del globo, la extinción de un gran número de especies, una intensidad recrudecida de episodios meteorológicos extremos, etc. Lo que expondrá a una gran parte de la población mundial a nuevos enormes riesgos: migración de población, aparición de nuevas enfermedades, disminución de los recursos naturales, eventos meteorológicos (ciclones, tormentas,…) más intensas y más violentas, etc.
En paralelo, es indispensable desarrollar esta otra transición hacia una ciudad post-carbono. Un desafío capital ha nacido. Esto significa ante todo encontrar nuevos modelos de vida y económicos, descentralizados, sobrios en energía y frugales en el consumo de recursos naturales: Nos hace también cambiar absolutamente nuestros paradigmas en términos de gobernanza, de fiscalidad, de regulación de los mercados, de legislación. En definitiva y sobre todo, debemos cambiar los comportamientos de nuestros ciudadanos, ofreciéndoles con todo lo digital y las revoluciones tecnológicas, el acceso a nuevos usos y servicios.
En el momento de la revolución tecnológica, vemos abrirse ante nosotros una infinidad de posibilidades urbanas. La metrópolis de mañana se inventa hoy, y nosotros la soñamos más inteligente, más eficiente, más fluida… pero sólo una metrópolis que sitúa al ciudadano en el centro de sus preocupaciones, es capaz de afrontar los numerosos retos de nuestro futuro urbano. Se construye alrededor del ciudadano, sobre un territorio que le es propio. De hecho, lo que es cierto en París o en Marsella, no lo es necesariamente en Rio, Sídney, Mumbai o Lagos. De ahí la necesidad de tener también en cuenta la identidad del ciudadano en su territorio.
No hay modelos de ciudad, solo hay de fuentes de inspiración. Más que nunca las tres palancas que representan la inteligencia urbana, la innovación social y la revolución digital son indispensables para dar lugar a una ciudad-mundo innovadora, creadora de cultura, de valores de riqueza y abierta a los demás.
Texto original en francés exclusivo para el Diario La Tribune.
Traducción al español por @Guille_Mas
Cortesía de Carlos Moreno para La Network y los lectores de América Latina