Según Global Forest Watch del Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés), entre 2001 y 2017 se perdieron 337 millones de hectáreas de árboles tropicales en todo el mundo, una superficie del tamaño de India.
Pareciera entonces que estamos perdiendo la batalla, si no la guerra, contra la deforestación tropical, y perdiendo una oportunidad fundamental para abordar el cambio climático (si la deforestación tropical fuera un país, ocuparía el tercer lugar en emisiones) y reducir la pobreza. Por consiguiente, una pregunta básica es: ¿qué pueden hacer los inversionistas del sector forestal, los Gobiernos y otros actores para revertir estas tendencias alarmantes?
Una manera de acelerar nuestros esfuerzos es incluir proactivamente el papel de las mujeres en el diseño de los esfuerzos de restauración (PDF, en inglés) y conservación de los paisajes forestales. Solo recientemente quienes formulan programas de este tipo han pensado en el impacto de dichos programas en las mujeres, (PDF, en inglés) y en los riesgos de fracaso que conlleva ignorar las necesidades y posibles contribuciones de estas.
Sabemos que los hombres y las mujeres acceden, usan y gestionan los bosques de manera distinta, (PDF, en inglés) con conocimientos y roles diferentes en la gestión de los bosques y el uso de los recursos forestales. Aunque es aún limitada la evidencia de la magnitud y amplitud de los impactos logrados al implementar políticas y prácticas forestales que tienen en cuenta la perspectiva de género, comenzamos a ver más pruebas de que la consideración de las diferencias de género podría conducir a cambios de comportamiento que aumentan la cobertura de árboles y mejoran los medios de subsistencia de los pobres. (PDF, en inglés)
Al tener presente las diferencias de género en el uso, el acceso y los beneficios de los paisajes forestales se han diseñado intervenciones y acuerdos institucionales más justos y eficaces, con lo que se han maximizado los éxitos y resultados de los programas para abordar la deforestación en muchos países.
Por ejemplo, en Brasil, el apoyo a los grupos de microempresas de productos forestales no madereros aumentó los ingresos y el empoderamiento, y redujo la deforestación. En India y Nepal, la mayor participación de las mujeres en los grupos de gestión comunitaria de los bosques mejoró la conservación de los bosques y los medios de subsistencia.1 En Uganda, un enfoque de “gestión adaptativa y colaborativa” (PDF, en inglés) que fomenta acciones transformadoras en materia de género en las comunidades dio los siguientes resultados: las mujeres plantaron decenas de miles de árboles por primera vez, tanto en las explotaciones agrícolas como en las reservas forestales; se mejoró la seguridad alimentaria, y se eligió un 50 % de mujeres líderes en los grupos de gestión forestal. En Kenya, el Movimiento del Cinturón Verde fundado por la ganadora del Premio Nobel de la Paz, Wangari Maathai, ha plantado más de 51 millones de árboles, y las mujeres han jugado un rol central en este esfuerzo.
La sola idea de diseñar y ejecutar iniciativas de restauración y conservación de los paisajes que transformen las relaciones entre hombres y mujeres (proyectos, programas, políticas, esfuerzos de fortalecimiento de capacidad, etc.) puede resultar abrumadora para los profesionales del desarrollo o los encargados de la toma de decisiones que no tengan experiencia en las cuestiones de género. No tiene por qué ser así.
En un reciente documento (PDF, en inglés) del Programa sobre los Bosques (PROFOR) del Banco Mundial se examinan los tipos de desigualdades de género que existen en los paisajes forestales, y las consideraciones o acciones de género que muchos países están tomando para abordar estas brechas. Se revisan y resumen diversos proyectos del Banco Mundial y sus asociados e inversiones del sector forestal en diferentes regiones.
El documento del PROFOR tiene como objetivo estimular una mayor comprensión de las posibles oportunidades y entregar sugerencias acerca de medidas que tengan en cuenta las cuestiones de género y que pueden ser consideradas por quienes formulan y dirigen proyectos, programas y políticas forestales. Dependiendo del tipo de actor forestal que usted sea, la aplicación y adaptación de estas sugerencias a las circunstancias específicas de su contexto podría asegurar impactos más eficaces y equitativos:
- Un desarrollador o inversionista en proyectos de paisajes forestalespuede considerar establecer contratos basados en el desempeño firmados por ambos cónyuges para plantar y proteger árboles en explotaciones agrícolas, así como en los alrededores y dentro de los bosques, o incluir partidas presupuestarias para actividades de productos forestales no madereros dirigidas a las mujeres.
- Los Gobiernos, en particular los organismos relacionados con los bosques pueden capacitar al personal forestal en la recopilación de datos desagregados por sexo y en procesos de planificación inclusivos y participativos de gestión de los paisajes forestales, o facilitar el registro para programas relacionados con los bosques en espacios fácilmente accesibles donde ya van las mujeres (p. ej., escuelas, centros de atención de salud).
- Los inversores, los organismos de desarrollo y los actores del sector privado pueden encontrar maneras de realizar pagos directos a las mujeres (p. ej., a través del teléfono celular) para actividades de restauración forestal y agroforestales, o de apoyo a la capacidad de liderazgo y el fortalecimiento de las mujeres en las zonas rurales.
El documento de PROFOR, junto con una nota de orientación (PDF, en inglés) destinada a diseñadores de proyectos, proporciona muchos más ejemplos de cómo el análisis y las acciones en materia de género pueden contribuir a la restauración y conservación de los paisajes forestales y de cómo esta investigación ya se está aplicando sobre el terreno. Por ejemplo, el Fondo Cooperativo para el Carbono de los Bosques (FCPF, por su sigla en inglés) del Banco Mundial incluye a varios países que usan esta herramienta para diseñar programas a gran escala y de preparación para REDD+ que aseguran la participación de las mujeres en la planificación, operación y utilización del financiamiento climático.
La conclusión es que una mayor inversión en los paisajes forestales y agroforestales será fundamental en los esfuerzos para abordar los desafíos del cambio climático y la pobreza rural en muchos países. El éxito de estas inversiones aumentará si en el diseño y la implementación de proyectos y programas de restauración y conservación de los paisajes forestales se consideran actividades y medidas que tienen en cuenta las cuestiones de género.