Desde 1992, cuando las Naciones Unidas designó a Ciudad de México como la ciudad más contaminada del mundo, varios gobiernos locales han tomado diversas medidas como imponer restricciones a la circulación vehicular, crear incentivos para la compra de vehículos menos contaminantes. Foto: Ciudad de México contaminada
Ciudad de México, situada a unos 2.250 metros sobre el nivel del mar en un valle rodeado de montañas y volcanes, ha estado envuelta durante mucho tiempo en densas capas de smog que se derivan de la circulación vehicular, la actividad industrial y los incendios forestales. Entre los peores riesgos de esa contaminación atmosférica para sus 21 millones de habitantes se encuentran las PM 2,5, partículas finas inhalables. Las personas expuestas a las PM 2,5 pueden sufrir tos, dificultad respiratoria, bronquitis, infecciones respiratorias y problemas cardíacos. Cuando el gobierno de la ciudad ordena cerrar las escuelas o retirar los automóviles de las vías públicas en días en que el smog está particularmente pesado, el peligro de las PM 2,5 es la principal preocupación.
La contaminación atmosférica en Ciudad de México, y especialmente aquella derivada de las PM 2,5, tiene repercusiones especialmente drásticas en el trabajo. Como detallamos en un estudio sobre este problema, los cerca de 3,5 millones de trabajadores del área metropolitana de Ciudad de México pierden en promedio 7,5 % de sus horas de trabajo en días de alto grado de contaminación por las PM. Esto supone una pérdida de ingresos de USD 1,2 millones durante cada uno de esos días, lo que representa una pérdida de ingresos de unos USD 430 millones al año.
Contaminación atmosférica y desigualdad
Pero los peligros de las PM 2,5 no afectan a todos por igual, hay notables diferencias entre los empleados más ricos y los más pobres. Según lo que encontramos en nuestro estudio, los trabajadores informales —aquellos sin salarios fijos que por lo general trabajan para pequeñas empresas no registradas— tienden a trabajar más en los días de alta contaminación que los trabajadores formales de las empresas establecidas. De hecho, trabajan en promedio 20 % más que los trabajadores formales en esos días de calidad de aire peligrosa. Además, tienen menos posibilidades de recuperar esas horas de trabajo perdidas en fechas posteriores. Esta incapacidad tanto para ajustar sus horarios en los días de alta contaminación como para compensar sus horas de trabajo perdidas en otros momentos acarrea consecuencias graves.
Nuestro estudio también analizó los resultados de salud y descubrió que el reciente aumento de las hospitalizaciones por enfermedades respiratorias ha sido impulsado por los municipios con una gran proporción de trabajadores informales. Esto significa que los trabajadores informales sufren peores efectos sobre la salud y sobre los ingresos debido a la alta contaminación atmosférica que los trabajadores formales.
Programas sociales para mitigar los efectos de la contaminación atmosférica
Desde 1992, cuando las Naciones Unidas designó a Ciudad de México como la ciudad más contaminada del mundo, varios gobiernos locales han tomado diversas medidas como imponer restricciones a la circulación vehicular, crear incentivos para la compra de vehículos menos contaminantes, invertir enormes sumas en el transporte público, construir ciclovías y frenar la industria pesada en la ciudad. Aunque algunas de esas medidas han contribuido a limpiar el aire y a volver la ciudad más habitable, existen otros factores, como la duplicación del número de vehículos en las siguientes dos décadas, que han generado un aumento en la contaminación atmosférica. Hoy en día, la contaminación es un problema importante en materia de salud, trabajo y calidad de vida para todos los habitantes de la metrópoli.
Nuestro estudio también analizó los resultados de salud y descubrió que el reciente aumento de las hospitalizaciones por enfermedades respiratorias ha sido impulsado por los municipios con una gran proporción de trabajadores informales.
Nuestro estudio revela que se trata de un problema especialmente grave para la población que se encuentra en la parte baja de la distribución de ingresos. Dada la enorme repercusión de la contaminación atmosférica en términos de ingresos y salud, los pobres de Ciudad de México muestran especial preocupación por la calidad del aire. En una encuesta realizada en 2019 entre cerca de 2.000 hogares de los barrios con menores ingresos de Ciudad de México, cerca del 95 % afirmó que la contaminación atmosférica representaba un “problema” o un “gran problema” en la ciudad.
Un problema que afecta el bolsillo y la salud de la población con menor ingreso y que, debido a los efectos heterogéneos por ingreso, fomenta la desigualdad de ingresos en el país. En vista de que un gran número de trabajadores informales no tiene acceso a licencias remuneradas por enfermedad, la ciudad manifiesta un verdadero interés por mitigar dichas repercusiones. Un punto de partida podrían ser los programas sociales que apoyan económicamente a los trabajadores informales en los días de alta contaminación, ayudándoles a evitar su exposición a esta y reduciendo así el riesgo de enfermedades respiratorias y de otras afecciones relacionadas con la contaminación.
*Columna publicada originalmente en Blog del BID