Conforme pasan los meses se hace cada vez más evidente que estamos inmersos en un proceso de transformación que en muchísimos ámbitos, más que provocado, solo ha sido acelerado por la pandemia.
Y es que, si bien es cierto que todos extrañamos la vieja normalidad, también lo es que hay cosas de ella que nos queda claro que hace tiempo tendrían que haber cambiado y que difícilmente volverán una vez que haya pasado todo esto.
Es evidente que Viviendas y Ciudades tendrán que cambiar… Es más, hace tiempo tendrían que haberlo hecho y no solo en respuesta a la pandemia, sino porque se había llegado a un punto en que con los modelos existentes sería difícil dar respuesta a nuevos retos.
Es momento de reconocer que de cara al futuro es fundamental cambiar la forma en que pensamos, planeamos y hacemos Viviendas y Ciudades.
El cambio implica poner a la gente al centro de las decisiones y plantear la transformación sobre la base de objetivos que privilegien los impactos social y ambiental, a partir de escenarios de largo plazo.
No se trata solo de que Viviendas y Ciudades respondan a los retos que ya tenían antes de la pandemia, sino de reconocer esos retos y asumirlos como parte de una respuesta cuyo objetivo esté puesto en el papel que esas Viviendas y esas Ciudades tendrán que cumplir en la construcción de un futuro justo, incluyente, sostenible y sustentable.
Porque es evidente que no son las Ciudades ni las Viviendas las que están cambiando…El cambio, un cambio radical, acelerado y necesario, está pasando en la forma en que las sociedades llevan a cabo las diferentes actividades que definen su cotidianidad y la forma en que, por múltiples razones, también esa cotidianidad está cambiando.
El cambio se está dando en la forma en que trabajamos, consumimos y entendemos el papel de las viviendas y sus entornos complementarios.
El cambio se está dando provocado y arrastrado por la tecnología y la magia que representa el uso inteligente de los datos.
Por eso el cambio tiene que darse a partir de la transformación de los modelos de planeación, de las formas de construir y de los esquemas de diseño de viviendas, barrios y sistemas urbanos.
Porque el hecho es que hoy, después de un año viviendo en pandemia, entendemos diferente el papel de una vivienda.
Entendemos diferente el significado de una oficina, de un centro comercial, de una calle, del transporte público o de un edificio catalogado.
Entendemos diferente la razón de ser de una ciudad…
Más vale que reconozcamos la necesidad de dar respuesta a necesidades de vivienda que ya no caen en los modelos tradicionales.
Más vale entender que no hay futuro si Viviendas y Ciudades se siguen haciendo excluyentes y en lugar de ser solución se convierten en parte muy importante del problema.
Es tiempo de pensar en el futuro que queremos y de trabajar para construirlo, reconociendo el papel que deben tener Viviendas y Ciudades, modelando sistemas que permitan generar funcionalidad, justicia, inclusión, sustentabilidad y sostenibilidad.