Danaé Espinoza, activista mexicana del Movimiento de Jóvenes Latinoamericanos y Caribeños frente al Cambio Climático – ¡Clic!, analizó los retos de los movimientos juveniles en la región.
“Tal vez algún día dejen a los jóvenes inventar su propia juventud”, dijo el padre de Mafalda, el caricaturista argentino Quino, para elogiar esa poderosa fuerza de cambio que encierran los espíritus jóvenes y que ha impulsado muchas de las transformaciones del mundo.
Múltiples voces han definido la pandemia por coronavirus como una consecuencia inevitable del cambio climático, y por ello, la lucha para evitar que nuestro planeta padezca un aumento superior a los 2°C, cobra más protagonismo que nunca.
Figuras como la activista sueca Greta Thunberg, la uruguaya Ariana Palombo o la argentina Chiara Sacchi, son solo algunas de esas personalidades juveniles que están batallando por un planeta más sostenible; muchas veces con potentes mensajes que retumban fuerte y mueven masas alrededor del mundo.
Sin embargo, los jóvenes latinoamericanos que integran distintas iniciativas contra el cambio climático buscan una mayor incidencia en sus países, ya que los problemas que se buscan resolver son globales, transversales a la vida en el planeta y esa característica, sin duda, dificulta conectar el discurso y la tarea en sus ciudades y países.
¿Qué pueden hacer las juventudes y cómo movilizarse en estos asuntos en la región, sobre todo ante la emergencia climática y la pérdida de biodiversidad?
Esa fue una de las preguntas centrales sobre la que la internacionalista y activista mexicana por el cambio climático, Danaé Espinoza, habló en la invitación que le hiciera la Organización de Estudiantes de la Facultad de Ciencias de la UNAM de México, Proyecto Ecociencias; para el webinar ‘Acción climática y ambiental juvenil desde México y América Latina’, en la que la activista juvenil, que dice cada vez alejarse más de esa juventud, entregó a los asistentes las recomendaciones surgidas de su propia experiencia.
Espinoza señaló que entre los retos que tienen los jóvenes activistas latinoamericanos están el fortalecimiento de su identidad, la lucha contra la fragmentación y tener la suficiente pasión para persistir ante las puertas cerradas y los oídos sordos y sobre todo fortalecer las estrategias de lo que llama “diplomacia ciudadana”.
“Surgimos (¡Clic!) en 2013 cuando se pudieron juntar 45 jóvenes latinoamericanos en un conjunto por el cambio climático. Allá en esa reunión en Bogotá no había cuajado mucho la cooperación juvenil regional porque cada grupo de jóvenes propendía por su país. En aquella ocasión fueron jóvenes de 13 países de Latinoamérica e iniciaron esto que en su conjunto es lo que llamamos diplomacia ciudadana”, comentó Espinoza sobre los inicios de ¡Clic!
Desde ese momento se organizó mejor la lucha y los jóvenes pudieron participar e incidir en los distintos espacios incluso logrando emitir por vez primera la Declaratoria Mundial de la Juventud.
Espinoza reconoció que los jóvenes que están impulsando las causas contra el cambio climático, la protección de la biodiversidad y otras luchas, deben organizarse mejor. “A veces ponernos de acuerdo es un poco complicado porque más allá de las diferencias horarias, mucho es también la cultura que nosotros tenemos como latinoamericanos de ser un poco desordenados, porque sí hay que reconocerlo, sobre todo para ponernos de acuerdo”.
“Es más tenue cada vez. Somo ricos en biodiversidad, somos ricos en cultura, pero a la hora de ponernos de acuerdo es un verdadero quilombo. El de Perú tira para Perú, el de Colombia para Colombia. Es decir, hay una desconexión que tiene mucho que ver con la identidad cultural”, agrega, y poniendo de evidencia que es un factor que genera menos incidencia ante las partes (países) en relación con el cambio climático.
A este desafío, la coordinadora de ¡Clic! argumentó que en espacios como la COP (Conferencia de las Partes), los jóvenes latinoamericanos se han sentido en desventaja, discriminados o desconectados con los grupos europeos, por ejemplo, lo que calificó como falta de autoridad y de sentirse seguros en su identidad regional.
“Es una cuestión de identidad. ¿Quiénes somos como latinoamericanos? ¿Qué es ser mexicano? Esto es un poco cambiante, pero estamos tratando de que esta identidad nos una”, explicó la activista, indicando que eso se logra compartiendo cada iniciativa nacional a través del mundo y que se fortalezca el “orgullo por nuestras iniciativas y que no se sientan trabajando solos” y con ello contrarrestar la fragmentación y las negativas: “van a haber muchos no, pero no se detengan”.
Agregó finalmente, que los jóvenes activistas latinoamericanos deben olvidarse de comparar los proyectos europeos con los regionales ya que “puede que no sean exitosos acá pues no representan nuestra realidad”.
“Hazlo a tu manera. Es cuestión de identidad. Los jóvenes están en formación constante, en el proceso de elegir si quieren (trabajar) contra el cambio climático y en ello inciden muchos factores como lo social, lo político, la formación en casa y por ello es importante la cuestión de la identidad”, concluyó.