La ciudad y, en general, los espacios públicos son sitios que deberían estar pensados para todas y todos, sin embargo, la realidad nos muestra que aún hay mucho por avanzar en el tema, un ejemplo claro son las maternidades y paternidades de primeras infancias.
Aún ahora, el ejercicio de estas paternidades y maternidades tempranas es algo que parece no considerarse al momento de pensar los lugares públicos, incluso los que están diseñados para las infancias como parques y espacios recreativos. Se continúa reservando esta etapa temprana para algunos espacios privados.
Una de las principales problemáticas afecta a las mujeres que aún deben amamantar, con la falta de lugares cómodos y seguros donde poder hacerlo, y el tabú que aún existe en el tema, como nos relata Violeta Rodriguez Becerril en su artículo para Nexos.
“Ir a tirar la basura, a mercados, restaurantes o a pescaderías, se convirtió, muchas veces, en una desagradable experiencia de olor. Caminar —actividad recomendada durante el embarazo— es especialmente difícil en ciudades donde no existen condiciones amigables para los peatones.” Señala Becerril en su artículo.
El terreno público aún no se adecúa a las dificultades que, principalmente las madres, enfrentan día con día para realizar sus actividades. El transporte público, sin importar el nivel socioeconómico, no les brinda ninguna seguridad y mucho menos a sus hijos e hijas; tampoco pueden estar cómodas en centros comerciales que no consideran áreas de descanso para quienes aún están embarazadas o en periodo de lactancia, y las calles no pintan un panorama mejor con la falta de rampas y poco mantenimiento.
Si ya para las madres es complicado, para los padres, ejercer su rol en el espacio público implica un reto mayor porque ni la sociedad y mucho menos la infraestructura considera a los padres varones al momento de pensar los espacios.
Salvador Loyo, papá soltero de Lucio de casi dos años de edad, nos cuenta que una de las principales dificultades a las que se ha enfrentado es que “todo está diseñado para la maternidad, nada para la paternidad. Lo poco que está diseñado está dirigido para la mujer, entendiendo que la crianza es exclusiva de la mujer y el hombre no debe o no quiere participar”.
En ese sentido, señaló que eso crea barreras para cualquier hombre que ejerce su paternidad de manera plena. Otro ejemplo son los cambiadores pues en restaurantes, plazas y prácticamente ningún lugar se considera a los padres para realizar esta actividad.
Además, nos recalca que nada está diseñado para las primeras infancias, incluso los parques en donde los pequeñines normalmente acuden para divertirse “Están pensados para niños de 4 ó 5 años para adelante” menciona.
¿Qué podemos hacer?
Salvador menciona que en los parques y lugares focalizados a menores, debería haber un espacio exclusivo para infantes de 0 a 2 años y medio en donde se destaquen elementos enfocados a la motricidad fina, texturas, espacios sensoriales, que los haga sentir seguras y seguros; equipados con lactarios dignos, cambiador familiar, sin distinguir a padres o madres, con guías para hacer uso de esos espacios para madres y padres primerizos.
La situación por pandemia no facilita la dinámica para el desarrollo y esparcimiento de estas primeras infancias y mucho menos para las madres y padres.
En cuestión de accesibilidad, las calles, mercados, centros comerciales y parques aún tienen mucho que avanzar para lograr incluir los paseos de primeras infancias con sus cuidadores no sólo de una forma segura, sino también cómoda.
Desde Fundación Placemaking México, invitamos y nos planteamos como un reto propio, el pensar lugares públicos que fomenten un desarrollo feliz y pleno para las primeras infancias considerando sus necesidades y de madres, padres y cuidadores que los acompañan.