Un total de 16 estructuras de este tipo están siendo desmontadas o intervenidas bajo principios fundamentales: no todas las personas pueden usarlas, la ciudad es diversa y debe ser equitativa.
Miles de estudiantes cruzaron por el corroído y para ellos histórico puente peatonal metálico de la calle Barranquilla en la ciudad de Medellín y que conectaba con la entrada de la Universidad de Antioquia.
La mayoría de ellos, jóvenes entusiastas que, cargados de propósitos y metas, con afán salvaban el cruce de la congestionada vía e ingresaban o salían de la Alma Mater de esta región colombiana.
¿Pero qué hay de las Personas con Movilidad Reducida (PMR) que viven o trabajan por el sector? ¿De la señora Nora de 68 años y a quien le duelen las rodillas?
“Una de las personas con quien dialogué, se moviliza en silla de ruedas y para llegar hasta la entrada de la universidad debía hacer dos ‘extrarrecorridos’ de más de 200 metros cada uno, entonces el puente peatonal no es para todas las personas y ese es el centro de la discusión”, dice Lina López, gerente de Movilidad Humana de la Secretaría de Movilidad de Medellín.
La dependencia de movilidad es una de las entidades que, junto al Área Metropolitana del Valle de Aburrá, Fundapeatón y la Red Latinoamericana de Peatones, iniciaron la estrategia ‘Todos pasamos’, cuya principal acción es el desmonte de 16 estructuras peatonales que más que una solución de seguridad vial, se habían convertido en la representación de la ciudad carrocentrista en la que los peatones, de todas las edades y condiciones, así como los ciclistas, debían esforzarse más que los vehículos que pasaban cómodos y raudos bajo sus vigas.
#AdiósPuentesAntipeatonales ha sido el numeral con el que Fundapeatón, colectivo ciudadano local e integrante de la Red Latinoamericana de Peatones que trabaja por los caminantes y su derecho a transitar con seguridad y comodidad la ciudad; apoyan esta iniciativa que busca pasar de los puentes ‘antipeatonales’ a los pasos a nivel: darle el mismo valor al ciudadano que viaja a pie o en bici y quienes se movilizan en vehículos, motos o buses.
“Se comienza a cumplir con el acuerdo 084 por medio del cual se estimula el uso de los puentes antipeatonales”, indicó el colectivo con satisfacción por el inicio de obras con el desmonte del puente peatonal en la mencionada calle Barranquilla donde ya luce un amplio paso peatonal a nivel (sobre la vía) y que además será conexión con la cicloinfraestructura de la zona.
“Nuestro propósito es que toda la ciudadanía indistintamente de sus capacidades físicas pueda cruzar sin ningún problema y ser más incluyentes”, expresó el director del Área Metropolitana del valle de Aburrá, Juan David Palacio.
Una ciudad debe ser equitativa para todos
La discusión sobre la utilidad de los puentes peatonales, en esta y otras ciudades latinoamericanas, es de vieja data y la mayoría de los expertos coinciden en el cambio de filosofía: los puentes peatonales no son equitativos, son antinaturales pues trasladan el gasto físico a los seres humanos y no a los vehículos, lo que desestimula su uso. Además, en muchas ciudades son puntos de alta inseguridad. A ello se suma el gasto permanente para los gobiernos locales en su mantenimiento.
“El tema no es necesariamente que los puentes peatonales son infraestructuras obsoletas por sus materiales, son obsoletas en el modelo de ecociudad en el que promovemos la movilidad sostenible”, expresa la gerente de Movilidad Humana de Medellín sobre el concepto que quiere promover la administración del alcalde Daniel Quintero. “Se trata de construir una ciudad incluyente”, recalca López.
Puntualmente con el desmonte del puente de la calle Barranquilla, el Área Metropolitana realizó la conexión de las cicloinfraestructuras que atendían, de manera separada, las universidades Nacional de Colombia y de Antioquia. Se trata de un tramo de más de 700 metros y que incluye paso seguro, segregado, por el puente vial de la calle Barranquilla sobre el río Medellín.
Con este tramo de conexión se abona a la deuda histórica de la ciudad de tener ciclorrutas sobre los 13 puentes que cruzan el río que divide la ciudad en oriente y occidente; y de los que solo tres (con este nuevo paso) están dotados con bicisendas aptas.
“Allí van a suceder cosas maravillosas una vez se conectan las dos universidades ya que tienen un potencial de viajes impresionantes y la idea de seguir implementando la cantidad de kilómetros de ciclorrutas en esa zona para potenciar más el uso de la bicicleta en la población estudiantil, la población flotante y en la población residente del sector”, destaca López quien ha sido también alma y nervio del sistema público de bicis del área metropolitana.
En esta nueva infraestructura, el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, invirtió COP$3.700 millones, recursos que incluyen la implementación de una nueva estación automatizada (cuarta generación) del sistema público EnCicla.