La que fue hace dos décadas la ciudad más violenta del mundo y que hoy es ejemplo global de resiliencia urbana, construyó un relato de sus propias violencias como un mecanismo de memoria, reparación y no repetición.
El Centro Nacional de Memoria Histórica presentó el jueves pasado el informe “Medellín: memorias de una guerra urbana”, documento que recoge las causas culturales, sociales, económicas y políticas de la propagación de la violencia en la ciudad durante las últimas décadas. Una ciudad que alcanzó en 1991, por ejemplo, una tasa de homicidios de 380 por cada 100 mil habitantes, por lo que fue considerada por muchos años la ciudad más violenta del mundo.
Este informe fue elaborado con el apoyo del Ministerio del Interior y la participación de investigadores de la Corporación Región, la Universidad EAFIT y la Universidad de Antioquia, en un verdadero esfuerzo académico e interinstitucional.
“El proyecto nació de una iniciativa de la Alcaldía de Medellín en 2014, tras una discusión en el Comité de Justicia Transicional sobre si la ciudad podía ser sujeto de reparación colectiva”, relata Martha Inés Villa Martínez, directora de la Corporación Región, una de las organizaciones no gubernamentales más respetadas en la ciudad por su experiencia y trabajo social.
“Esa discusión generó nociones diferentes sobre el daño causado por el conflicto armado: unos resaltaron el tema del narcotráfico; otros, el de las guerrillas; otros, la acción del Estado, etc”, Ahí vimos lo difícil de avanzar en la identificación de necesidades de reparación si no hay un relato sobre lo que nos ha pasado”, complementó Villa Martínez.
A partir de ese momento, el Centro Nacional de Memoria Histórica fue el encargado de acompañar el proceso y, con la experiencia acumulada tras construir el documento “¡Basta ya! Colombia”, unió esfuerzos con investigadores, relatores y colaboradores convocados por la Corporación Región para avanzar en este relato.
Violencia sin rostro
Según el Observatorio del Centro Nacional de Memoria Histórica y la Unidad para la Atención y Reparación Integral de Victimas, en Medellín, entre 1980 y 2014, se calculan los siguientes datos: víctimas del conflicto armado, 132.529; desplazamiento forzado, 106.916 víctimas; asesinato selectivo, 19.832 víctimas; desaparición forzada, 2.784 víctimas; masacres, 221 (1.175 víctimas); acciones bélicas, 784 víctimas; secuestro, 484; violencia sexual, 336; reclutamiento forzado, 136; atentado terrorista, 80, y daño a bienes civiles, 12.
Estos números significan que 6 de cada 100 personas han sido víctimas directas del conflicto armado y las violencias asociadas. En el 49 por ciento de estos casos, señala el informe, no se reconoce al autor, y en el 51 por ciento restante se señalan como victimarios a grupos paramilitares (25%), guerrillas (15%), grupos surgidos luego de la desmovilización (15%) y agentes del Estado (1%).
“Ese 49 por ciento de casos en que no se reconoce al autor obedece a dos cosas: primero, parte de la estrategia de los actores armados ha sido su mimetización, pues llegan encapuchados, sin decir quiénes son, aunque algunas personas logran identificarlos según ciertos contextos y dinámicas. Segundo, las dificultades de la justicia, pues no debería ser la gente la que establezca responsabilidades sino la investigación judicial, y eso ha avanzado muy poco”, comenta Martha Inés Villa.
Una de las hipótesis recogidas en el texto es que en la ciudad hay una porosidad enorme entre actores y prácticas criminales: todos los actores se relacionaron entre ellos y han recurrido a todas las prácticas de victimización conocidas. Sin embargo, los autores del informe advierten que este es un documento de memoria y no el resultado de una comisión jurídica o de la verdad, por lo que no está entre sus objetivos señalar responsables.
El informe buscaba responder qué pasó en Medellín en términos de conflicto armado y violencia; determinar un por qué ocurrió; cómo impactaron a la sociedad medellinense esas dinámicas de violencias; cómo respondieron los habitantes de la ciudad, y reconocer los actores armados participantes y los sectores de la población afectados, así como de qué manera fueron vulnerados sus derechos.
Respuestas culturales y sociales
El análisis de las variables culturales, sociales, económicas y políticas, así como de las economías ilegales que condujeron a Medellín a la tragedia de estas décadas reseñadas en el informe, fue desarrollado por los investigadores de la Universidad Eafit.
“Mencionamos el narcotráfico, que es relativamente nuevo en informes de memoria histórica, en donde siempre aparecía el fenómeno como tangencial al conflicto. Lo peculiar del informe actual, uno de los casi cien que lleva el Centro Nacional de Memoria Histórica, es que es en donde más aparece el tema del narcotráfico”, resalta Jorge Giraldo Ramírez, Decano de la Escuela de Humanidades de esa universidad y líder de esa construcción de memoria.
En el primer capítulo del informe se recogen las hipótesis sobre por qué la violencia se configuró, desde la década de los ochenta, como recurso de relacionamiento social, a partir de elementos como la importancia geoestratégica de Medellín para los actores armados y la falta de respuesta de la élite económica y política a la crisis social y económica de la ciudad.
“También hay explicaciones relacionadas con factores culturales y con la manera cómo la ciudad se construyó sobre ciertas nociones de ilegalidad favorables a la propagación de la violencia. A eso se sumó la falta de respuesta oportuna de la institucionalidad pública, nacional y local”, explica Martha Inés Villa de Región.
Al respecto, Jorge Giraldo manifiesta que el Estado aparece en varios momentos de dicho recorrido histórico: problemas de gobernabilidad en la ciudad como génesis de la crisis, desde 1960, y su desentendimiento posterior de fenómenos como el narcotráfico y la violencia urbana.
“Se mencionan también los casos en los que la fuerza pública se extralimitó o cometió actos prohibidos por el derecho internacional humanitario o por los instrumentos internacionales de protección de los derechos humanos. Pero también resaltamos la forma como el Estado nacional tuvo un papel definitivo en la recuperación de Medellín, y no solo el local, como muchas veces se piensa”, señala el decano.
El informe es, sin duda, una herramienta esencial para darle voz a las víctimas y construir narrativas y acciones de no repetición en una ciudad que está asistiendo en la actualidad a un resurgimiento de la violencia homicida, donde las estructuras criminales actuales luchan por el control territorial y donde la política de seguridad y convivencia está más confusa que nunca, luego de la detención del secretario de Seguridad, Gustavo Villegas, por presuntos vínculos con esa criminalidad operante.
En este link se puede descargar el informe Medellín memorias de una guerra urbana http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/informes/informes-2017/medellin-memorias-de-una-guerra-urbana
Con información de la Agencia de Prensa de Eafit