Para el informe es necesario reiterar que Medellín es, como otras ciudades de Colombia, el producto de las migraciones surgidas de los fenómenos que afectaron al campo como violencia y pobreza.
En ese sentido la configuración del territorio y características sociales están marcadas por la informalidad -en Medellín la ocupación de las laderas es casi toda de alto riesgo-, y la violencia intensa de los años 80 y 90.
Sin embargo, la ciudad ha conseguido una transformación continua en los últimos años que, sin resolver del todo sus asuntos -pues es considerada una de las ciudades más inequitativas del país (en 2016 Medellín fue la segunda ciudad con mayor desigualdad con un Coeficiente Gini de 0.478)-, la erige casi con seguridad como la ciudad colombiana con mayores avances físicos y sociales de las últimas dos décadas.
El informe menciona como detonadores de esa transformación proyectos de intervención urbana como los PUI (Proyecto Urbano Integral) que intervienen el territorio en lo físico, lo social y lo institucional o los centros de emprendimiento zonal en los que se promovieron el desarrollo de habilidades y capacidades productivas de los habitantes de las zonas más vulnerables. A ellos se suma la apuesta por educación con acciones como los parques biblioteca y colegios que, ubicados en los sectores más necesitados, impulsaron el acceso de la población a una educación con “ciencia, tecnología, arte, cultura, innovación y emprendimiento”.
Además, se enfatizó desde el sector público en la intervención de la brecha de género y con la creación del Secretaria de la Mujer, por citar solo un ejemplo, se avanzó en la deconstrucción de modelos excluyentes de la mujer medellinense que empezó a empoderarse dentro de su sociedad y a ser protagonista de la misma con otro valor.
Es por ello que el informe indica que “la ciudad ha aplicado diseños institucionales desde el gobierno central y también incorporado un gran número de iniciativas propias. Aunque el periodo venidero de posconflicto puede tener ciertos puntos adicionales de fragilidad, no existe en Colombia una ciudad mejor preparada para dicho reto (Giraldo-Ramírez y Preciado-Restrepo, 2015)”.
Pero a estos logros deben confrontarse entonces falencias como las medioambientales, que tienen en el cambio climático, las inundaciones, deslizamientos y la calidad del aire su mayor expresión, según el documento.
“Se requiere entonces el desarrollo de políticas resilientes y compatibles con el clima, sin desconocer los retos ambientales que se avecinan en un eventual escenario de posconflicto, como aquellos relacionados con el ordenamiento territorial, la minería, la deforestación, la preservación de la mega biodiversidad, las áreas de protección, la migración, entre otros”, indica el análisis.
Ese desarrollo sin embargo, debe tener en cuenta que Medellín es el centro de una región bastante diversa y por lo tanto todas aquellas políticas que pretendan gestionar la sostenibilidad y reducir la segregación social en el territorio, deberán ser diversas también. Pero además de diversa, la región es dependiente de las subregiones rurales que suministran a la zona urbana desde agua hasta alimento, lo que requerirá que cualquier tipo de consideraciones, deben ser integrales.
“Solo así podremos entender de la forma más precisa posible el escenario actual y proyectar de una forma cuantificable, verificable y certera, cómo la variabilidad climática y el cambio climático puede impactar a la ciudad. De acuerdo con proyecciones del Ideam, para fin de siglo la temperatura promedio del departamento puede aumentar hasta 2,2°C. Asimismo, los principales aumentos de precipitación podrán presentarse en la región centro del departamento, particularmente sobre las subregiones del Valle de Aburrá, Occidente y Suroeste”.
Medellín y sus énfasis
Con base en este resumen, el informe presenta algunos puntos en los que se deberá hacer énfasis para buscar acercarse a la sostenibilidad y la estabilidad necesaria para hacer una verdadera contribución a la construcción de paz.
Esquema de gobernanza de corresponsabilidad; educación orientada a la resiliencia y los cambios de comportamiento; posicionar a la biodiversidad en el centro de las políticas de mitigación y adaptación; fortalecimiento de la institucionalidad; abordar las finanzas climáticas: al explorar herramientas de financiación climática; búsqueda de reducción de emisiones para Medellín como los bonos verdes, el impuesto o precio al carbono; fortalecimiento de nuevos liderazgos; protección y compromiso con el agua. A estas se suman la promoción de la agroecología y el comercio justo y estudios geológicos de alta calidad.
Por último, el documento agrega un espacio para destacar la lucha contra la corrupción con énfasis en mecanismos de transparencia y estrategias de fomento de la legalidad.