Por Karin Kemper y Sameh Wahba
¿De qué manera los países pueden hacer crecer sus economías y al mismo tiempo controlar la contaminación atmosférica? En un nuevo informe del Banco Mundial se analiza esta pregunta compleja y se examinan los tipos de políticas y medidas adoptadas en tres ciudades importantes para abordar el problema de la mala calidad del aire, a fin de extraer enseñanzas para otras urbes. Ahora que acabamos de celebrar el Día Mundial de las Ciudades (el 31 de octubre), esta investigación resulta más oportuna que nunca.
La contaminación atmosférica representa un grave riesgo sanitario en todo el mundo, que pesa sobre las economías y la salud de las personas. Se estima que, en 2017, entre 4,13 millones y 5,39 millones de personas murieron a causa de la exposición a las partículas PM2.5, una de las formas de contaminación atmosférica más nocivas . Esa cifra supera el número total de personas que murieron de VIH/sida, tuberculosis y paludismo en conjunto. El costo asociado con los impactos sanitarios de la contaminación atmosférica por PM2.5 se calcula en unos USD 5,7 billones, es decir, el equivalente al 4,8 % del producto interno bruto mundial (PIB), según investigaciones realizadas por el Banco Mundial.
La pandemia de COVID-19 destaca aún más la importancia de abordar la contaminación atmosférica: los estudios iniciales muestran nexos entre la contaminación, la enfermedad y las muertes causadas por el virus . Por otro lado, la restricción de la actividad económica derivada de los confinamientos, si bien ha sido devastadora para las comunidades, dio como resultado una mejora perceptible en la calidad del aire, aunque no sistemática, en particular en lo que respecta a las PM2.5. No obstante, dicha mejora muestra lo que es posible y genera un nuevo impulso para el cambio que se necesita.
La contaminación atmosférica es especialmente elevada en algunas de las zonas urbanas de más rápido crecimiento del mundo, producto de la mayor cantidad de población y de automóviles, la quema de combustibles fósiles y de biomasa, la construcción y la eliminación deficiente de los desechos, así como de un veloz desarrollo urbano no planificado. La agricultura es también una fuente importante de contaminación atmosférica, lo que pone de relieve la naturaleza multifacética y transfronteriza de este fenómeno. ¿Cómo se puede superar este problema en las ciudades? En el informe que el Banco Mundial publicó recientemente titulado Clearing the Air: A Tale of Three Cities (Limpiar el aire: Historia de tres ciudades), se eligió a Beijing, Nueva Delhi y Ciudad de México para analizar de qué manera las iniciativas actuales y pasadas permitieron mejorar la calidad del aire.
A comienzos de la década de 1990, la Ciudad de México era conocida como la más contaminada del mundo. Si bien aún persisten ciertos desafíos, la calidad del aire ha mejorado notablemente. La concentración diaria de S02 (sustancia que contribuye a elevar la concentración de PM2.5) cayó de 300 µg/m3 en la década de 1990 a menos de 100 µg/m3 en 2018. En la actualidad, los niveles de PM2.5 se ubican muy por debajo del objetivo intermedio 1 de la Organización Mundial de la Salud (35 µg/m3). Más recientemente, Beijing figuraba en la lista de las ciudades más contaminadas del mundo, pero con políticas y programas específicos, los niveles promedio de PM2.5 cayeron de cerca de 90 µg/m3 en 2013 a 58 µg/m3 en 2017.
Nueva Delhi, por su parte, logró mejorar la calidad del aire a fines de la década de 1990 implementando un ambicioso programa de conversión del combustible para el transporte que proporcionó cierto alivio a sus habitantes. Lamentablemente, desde entonces la calidad del aire se ha deteriorado, lo que condujo al Gobierno nacional y a las autoridades estatales de Delhi a poner en marcha nuevos planes de acción dirigidos a abordar las múltiples fuentes de contaminación. Los primeros datos (i) señalan que la calidad del aire está mejorando, aunque los niveles de contaminación siguen siendo preocupantes. Por ejemplo, los valores promedio de PM2.5 en 2018 se ubicaban en 128 µg/m3, un valor nocivo para la salud.
A partir del análisis de la trayectoria que han seguido estas ciudades, identificamos tres elementos clave para el éxito:
La información confiable, accesible y en tiempo real ayuda a generar impulso en favor de la reforma
En la Ciudad de México, el análisis cuidadoso de los impactos de la contaminación atmosférica en la salud de los niños fortaleció el apoyo del público a la primera estrategia de gestión de la calidad del aire de la ciudad. Asimismo, mediante el Índice Nacional de la Calidad del Aire de India, se brindó información en tiempo real sobre los niveles de contaminación, que permitió al público adoptar medidas preventivas y exigir cambios. Y en Beijing, los datos de acceso público proporcionados en tiempo real por los sistemas de monitoreo continuo de emisiones ubicados en emplazamientos industriales y centrales eléctricas contribuyeron a que los operadores de dichas plantas y los organismos reguladores debieran rendir cuentas.
Se debe ofrecer incentivos a los Gobiernos locales, las industrias y los hogares
Los Gobiernos federales deben brindar activamente incentivos a los Gobiernos estatales y municipales para que implementen programas de gestión de la calidad del aire . La falta de tales incentivos en India en la década de 1990 fue el motivo por el cual el Gobierno elaboró planes, pero no los implementó. Esto dio lugar a que la Corte Suprema del país interviniera para obligarlo a poner en práctica medidas de política. El programa gubernamental elaborado recientemente, con el que se otorgan subvenciones basadas en el desempeño para recompensar las mejoras en la calidad del aire logradas en las ciudades, constituye un paso en la dirección correcta.
Las industrias y los hogares también necesitan incentivos. En Beijing, por ejemplo, se utilizaron fondos del Gobierno nacional para subsidiar la instalación de controles de la etapa final y la reconversión de calderas en centrales eléctricas y fábricas, ofrecer reembolsos por el desguace de vehículos viejos y suministrar pagos a los hogares que reemplazan los calefactores alimentados a carbón por sistemas a gas o eléctricos. En la Ciudad de México se otorgaron subsidios directos a los conductores de taxis viejos para que retiraran de circulación esos vehículos y los mandaran a desguazar, y se ofreció acceso a préstamos de bajo costo para renovar y comprar automóviles más eficientes. También se establecieron incentivos fiscales y exenciones a las restricciones de emergencia que exigen que las plantas industriales reduzcan su producción cuando la contaminación atmosférica llega a niveles altos. A fines de la década de 1990, el Gobierno de Delhi ofreció incentivos financieros para reconvertir 10 000 autobuses, 20 000 taxis y 50 000 vehículos de tres ruedas a gas natural comprimido, que genera menos emisiones que otros combustibles fósiles.
Es crucial aplicar un enfoque integrado con instituciones eficaces que trabajen en los distintos sectores y jurisdicciones
La contaminación no conoce fronteras y requiere una perspectiva de gestión basada en cuencas atmosféricas. Esto a su vez exige un enfoque que trascienda jurisdicciones y autoridades. En México, la Comisión Ambiental de la Megalópolis reunió a las autoridades federales de los ministerios de Medio Ambiente, Salud y Transporte con las autoridades locales de la Ciudad de México y de 224 municipios de los estados vecinos de México, Hidalgo, Morelos, Puebla y Tlaxcala. En conjunto definieron una cuenca atmosférica para la Ciudad de México y adoptaron medidas coordinadas con el objeto de mejorar la calidad del aire. La contaminación proviene de muchas fuentes (los hogares, la población rural y urbana, el sector del transporte, el sector de la electricidad y la agricultura), por lo que se necesita una estructura institucional que facilite la coordinación entre los diversos ámbitos. En China, los ministerios de Protección Ambiental (ahora denominado Ministerio de Ecología y Medio Ambiente), Industria y Tecnología de la Información, Finanzas, Vivienda y Desarrollo Rural, junto con la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma y la Administración Nacional de Energía, trabajaron para elaborar un plan de acción de cinco años. El objetivo es prevenir y controlar la contaminación atmosférica en toda la región de Jing-Jin-Ji, que circunda Beijing e incluye la municipalidad de dicha ciudad, la de Tianjin, la provincia de Hebei y pequeñas partes de Henan, Shanxi, Mongolia Interior y Shandong.
Este nuevo trabajo resulta alentador pues muestra que, con las políticas, la información y los incentivos adecuados, la calidad del aire puede mejorar significativamente, en particular en un momento en que los países trabajan para lograr un crecimiento más ecológico una vez que termine la pandemia. Sin embargo, no hay soluciones mágicas, y para abordar la contaminación atmosférica se necesita un compromiso político sostenido, plasmado en programas amplios y que abarque diversos sectores . En el Banco Mundial estamos decididos a trabajar con los Gobiernos a fin de abordar la contaminación atmosférica, brindándoles el trabajo analítico, la asistencia técnica y el financiamiento que necesitan para ayudar a las ciudades a avanzar en la dirección correcta.
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Descargar el informe: Clearing the Air: A Tale of Three Cities