Construido en 1917 como fábrica de cueros y zapatos, su transformación en un destino comercial en los 80 y su más reciente innovación como nodo cultural, en 2015, lo hace un imperdible de la capital chilena.
Por Daniela Suau desde Santiago de Chile
Señalando un objeto, cuya forma desconoce, una niña de alrededor de ocho años le pregunta a su madre, para qué sirve ese aparato. La mujer le cuenta que con eso la gente escuchaba música antiguamente. Se trata de un tocadiscos que data de 1960, cuenta el vendedor del Galpón de Antigüedades.
Así es como el mercado Persa Víctor Manuel traspasa su lógica comercial, rompiendo fronteras temporales y generacionales, transformándose en un museo de historia. Un lugar de encuentro donde conviven objetos de obsolescencia programada de moda y aquellos que el tiempo y las personas se resisten a dejar ir.
Emplazado entre las calles Placer, San Isidro, Bío Bío y Víctor Manuel, el inmueble que acoge al persa tiene 24 000 mt2, distribuidos en dos niveles. Entre lo interesante de su historia es cómo se origina este edificio, primero como una fábrica de curtiembre y de zapatos desde 1917, lo que responde a un desarrollo económico de la ciudad de principios del siglo XX y luego, como mercado comercial, a principios de 1980.
Durante décadas, el Persa Víctor Manuel se ha mantenido como recinto de locales comerciales, albergando a 1 000 locales y 700 locatarios, constituyéndose en una tradición familiar muy capitalina de los fines de semana. El abuelo trajo al papá, el papá al nieto y así sucesivamente, traspasando la experiencia persa. Pero, entre tanta vorágine transaccional, algo faltaba.
La nueva era
La primera persona que tuvo la intuición de recuperar los espacios de este edificio histórico y de darles vida, fue Felipe Massú, gerente general de la inmobiliaria dueña del recinto, Rentas Massú. Desde 2015 fue conformando un equipo de profesionales de distintas disciplinas para que se hiciera cargo de lo que sería una nueva era para el persa. Así se inició un proyecto de recuperación mediante el arte urbano y actividades culturales, mezclando esto con el comercio y la riqueza arquitectónica del lugar ya existente.
Dentro de ese grupo, llegó Rodrigo Sepúlveda, arquitecto, quien recuerda que vieron que este lugar tenía un enorme potencial: “La primera acción fue la Plaza Central, que antes era un lugar donde se almacenaban desechos de los locales que se cerraban, se decide limpiar y abrir este lugar a la comunidad, creando un espacio de descanso que es súper importante para un edificio que tiene como destino el recorrido y el comercio”.
Ubicada al centro del Persa Víctor Manuel, la plaza fue diseñada por los arquitectos Ian Hsü y Gabriel Rudolphy, con el encargo de crear un lugar de esparcimiento que tuviera la fachada de una plaza, pero sin perder la identidad estructural y arquitectónica. Con esta primera apertura, en 2016, se realizó un evento de lanzamiento abierto a todo público.
En este espacio de descanso que rápidamente se transformó en un punto de reunión, exhibición y expresión artística, es donde comienzan los ya reconocidos Tours de Arte Urbano, ya que paralelo a la revitalización y creación de nuevos lugares, se inició una gestión cultural con una propuesta curatorial.
La idea del tour por los murales, según Sebastián Cuevas, arquitecto y curador, es poder entender el lugar en términos sociales y geográficos, así como apreciar la arquitectura. En ese sentido, los murales cumplen una función que fomenta ese entendimiento, porque la propuesta curatorial está orientada a intervenir elementos de la arquitectura y no solo muros.
Otro imaginario del persa
Si bien los artistas invitados tienen la libertad en cuanto a su propuesta de diseño, para el persa es importante que asuman el desafío de que su obra dialogue con los elementos arquitectónicos, desde la cubierta, el piso, los pilares o la fachada. La idea es poner en valor la arquitectura del persa, más que hacer un mural tradicional.
Contabilizando los murales que existen tanto en el interior como en el exterior del Persa Víctor Manuel, existen ocho murales en los que han participado alrededor de 17 artistas y entre los que destacan importantes figuras de la escena nacional e internacional.
Un componente importante dentro de la propuesta curatorial, especialmente de los murales que están en el interior, según cuenta Sebastián Cuevas, es que son todos abstractos, no hay símbolos. “El lenguaje abstracto nos ayuda a establecer una relación con la arquitectura y nos ayuda a ser integradores. Una de las cosas que nos interesa en el proyecto es integrar, muchas veces el mural significativo, entiéndase casi político, tiende a segregar. Mientras que el abstracto, logra entender y abrir un amplio espectro de significados”, afirma el arquitecto.
Entendida esta nueva era cultural como una diversificación de la oferta de actividades existentes, en el Persa Víctor Manuel los locatarios viven del flujo de personas, saben que este tipo de atractivos trae a otro público y que eso los beneficia, porque les permite estar en un punto de interés para poder vender más.
Polo creativo multidimensional
Contigua a la Plaza Central, a comienzos de 2019 se activó La Curtiembre, una galería en la que se venden prints (serigrafías y risografías), además de productos de cerámica, poleras de diseños originales y también colecciones de diseño editorial. Todos los productos son confeccionados por artistas tanto chilenos como extranjeros. Actualmente 47 artistas trabajan con la galería.
El lugar también funciona como centro de exhibición donde se han llevado a cabo varias ferias temáticas y presentaciones de arte lumínico, entre otras.
De la mano de la revitalización artística del recinto histórico, que erige al Persa Víctor Manuel como un nuevo polo cultural para la zona sur de Santiago, el equipo a cargo del proyecto se ha preocupado por equilibrar cuatro ingredientes esenciales: cultura, comercio, arte urbano y gastronomía, sin perder la esencia del lugar.
“Nosotros entendemos que la cultura del persa parte desde el comercio, porque es éste el que atrae a las personas que vienen a comprar y a regatear. Ese es el core y no lo podemos olvidar, nuestro principal activo son nuestros locatarios. La nueva oferta es un adicional que se incorpora en un modelo que tiene varias dimensiones de innovación. El mejor indicador de lo positiva que sea nuestra gestión tiene que ver con que nuestros locatarios se mantengan todos los meses con nosotros; pero, más allá de 30 días, es por 30 años”, afirma Rodrigo Sepúlveda sobre la sostenibilidad financiera.
Ha sido la mezcla innovadora de esos ingredientes la que hizo que el jurado del Premio Nacional de Innovación Avonni, eligiera al Proyecto de Recuperación Persa Víctor Manuel en la categoría de Cultura, como ganador de su XIII versión, en 2019. Este reconocimiento, destaca a líderes de la innovación en el país y gestores de iniciativas que impactan positivamente a la sociedad.
“Es un lugar mágico, que tiene historia y hemos querido potenciarlo. Nuestra idea no es cambiar el Barrio Franklin, sino complementarlo y por lo que hemos podido percibir, había un vacío en el sector en relación con la existencia de un polo cultural para el público, hacía falta”, cuenta Macarena Tuma, directora de comunicaciones del persa.
El Persa Víctor Manuel realiza exposiciones periódicas, ferias de oficios y tocatas musicales de artistas tanto consagrados como emergentes. Este año se vienen muchos panoramas interesantes, cuando la crisis actual se supere.