Renunció a casi una década entregado a la publicidad y se fue al campo a vivir, seducido por la Permacultura.
Trabajó para las mejores marcas, grandes agencias y prestigiosas multinacionales pero algo no funcionaba, no encajaba en la vida del publicista Juan Manuel Bernal Esguerra quien hace poco más de dos años decidió, en su búsqueda, seguir las propuestas de la Permacultura.
“Nunca me sentí satisfecho. Disfrutaba del diseño y todavía lo hago con desarrollo de marcas, pero no de la publicidad por ser un mundo superficial, esnobista, de tendencia consumista. Es un medio que se dedica a vender cosas, incentivar el consumo y finalmente lo que genera el consumo es basura y eso prácticamente en su mayoría es la crisis medio ambiental del planeta”.
A pesar de ser un citadino, de niño tuvo la fortuna de crecer en medio del ambiente de campo, ordeñando las vacas, recolectando sus huevos en el nido de las gallinas. Con esas raíces metidas en su ser, se ‘fugó’ al sector de La Calera, a unos 30 kilómetros de Bogotá y allí comenzó la búsqueda por esa comunión con la naturaleza.
“En la búsqueda de regresar a mi esencia, comencé a investigar y me encontré con personas en la vibración de la permacultura”, recuerda Juan Manuel. “Es un mundo maravilloso. Es un estilo de vida que para mí, es en realidad el futuro, responde a todas las necesidades del mundo en términos medioambientales, de subsistencia, de consumo, de desarrollo”, expresó.
En su pequeño espacio en ese sector rural, ahora el ex publicista, con base en las diferentes técnicas de la Permacultura y sus conceptos éticos, produce el alimento para los cinco miembros de su familia; elabora su propio compostaje, trabaja en el recurso hídrico para recolección de agua lluvia y aprovechar el proceso de condensación (un sistema cíclico), recoge las semillas de sus alimentos para más usos y hace con sus desperdicios su propios abonos orgánicos.
“Mi proyecto parte de varias cosas: parte de un proceso de avance permacultural. Se trata de sostenibilidad y autosuficiencia. He logrado producir comida para mí y mi familia pero sabiendo usar las condiciones se puede generar bastanta cantidad de alimento”, explicó.
A pesar de que Juan Manuel dice no ser todavía un permacultor, sus logros pueden ser considerados avanzados: el primero de ellos es que a partir de algunos excedentes generados por el buen aprovechamiento de sus cultivos, ahora tiene un negocio de productos orgánicos.
“El Sol nació de como una forma de generar ingresos de mi estilo de vida consciente y sustentable de la permacultura. No con el concepto de negocio de dinero sino de ir más allá: una propuesta de consumo responsable, cultivados con las manos, yo siembro y cosecho”, relató. Además, en un ejercicio de trabajo comunitario, los productos orgánicos de otros ciudadanos se juntan para atender la demanda y promover sostenibilidad en la zona.
El segundo proyecto genera igual de orgullo a Juan Manuel y las técnicas de cultivo permaculturales.Está empezando a generar especies nativas de papa y maíz (blanco y morado) que estaban desplazadas. “Esas especies se dejaron de producir por las semillas patentadas”, revela con felicidad.
Esta experiencia de aplicación de la permacultura en Colombia está cambiando a ciudadanos comunes en en ciudadanos sostenibles y estos a su vez integrando comunidades autosostenibles, en un proceso silencioso pero al parecer sólido ambientalmente.
“Seré un permacultor cuando todo mi diseño esté bajo los parámetros de la permacultura. Que todo lo que yo consuma provenga de energías limpias y mis recursos sean reutilizados, que lo pueda volver a hacer de nuevo”.